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lunes, mayo 09, 2016

En mangas de camisa 01

Presentando En mangas de camisa: el nuevo blog de ergozoom. La pretensión es sencilla: transmitir el ánimo relajado de la tarde de domingo mediante una charla ligera pero inteligente basada en digresiones culturales aderezadas con música que refresque el alma. Algo que dé gusto escuchar, para terminar la semana y empezar otra. 

Empezamos con crítica a la nueva novela de Vargas Llosa, comentario sobre la exposición El arte de la música y recomendación del nuevo disco de Ocean's Acoustic. Aderezan el primer episodio deliciosas canciones de Alabama Shakes y Navii

Escuchen con calma, y disfruten. :-)

sábado, noviembre 07, 2015

CDI 2015: What's the Point? (día 3)

Creo que no me equivoco al considerar el debate de hoy, último día de La Ciudad de las Ideas, el mejor que he visto en cuatro años de asistir a este festival. 

El tema fue la legalización de las drogas (no sólo la marihuana). Entre los panelistas se encontraban a favor tres expresidentes (de México, Vicente Fox; de Colombia, César Gaviria y de Suiza, Ruth Dreifuss) y un empresario (Ricardo Salinas Pliego). En contra los académicos Kevin Sabet (Universidad de Florida) y Mark Kleiman (UCLA); Viridiana Ríos (directora del colectivo México, ¿cómo vamos?) y Antonio Mazzitelli, representante en México de la Oficina contra las Drogas y el Delito de la ONU (UNODC). 

Muy pronto se llegó al acuerdo de que el verdadero tema no es si legalizar o no las drogas (hubo consenso en el sentido de que ése parece ser un hecho inevitable) sino en cómo hay que hacerlo. Sabet desarrolló un argumento brillante respecto a que cuando drogas como la marihuana y la cocaína sean legalizadas, se consolidará una industria muy poderosa, similar a los "carteles" del alcohol y el tabaco que invierten miles de millones de dólares al año para cabildear en todo el planeta leyes e impuestos que los beneficien (o no los perjudiquen tanto). Viridiana Ríos resaltó que la legalización de las drogas no necesariamente implica la disminución de la violencia en países como el nuestro, pues ésta tiene otras causas que hay que atender (como la falta de movilidad social que arroja a los pobres más jóvenes a manos de los narcotraficantes). 

Por el otro lado, el expresidente Gaviria se mostró muy vehemente en su argumento de exigir a los EU el fin de la guerra contra las drogas y Salinas Pliego se mostró absurdamente reduccionista al pronunciarse por regalar las drogas (para no fomentar la industria arriba citada) y tratar a los enfermos con dinero público. Vicente Fox fue bien recibido, pero hacia la mitad del encuentro fue abucheado cuando afirmó que "no era tan fácil" plantar cara a un presidente estadounidense para exigir acabar la guerra contra las drogas.

Fue un debate muy bien llevado por Andrés Roemer, inteligente y agudo en sus cuestionamientos a los dos lados, y que puso de manifiesto la necesidad de este tipo de actividades en la vida pública. A mí me queda cada vez más claro que es indispensable enseñar a debatir desde temprana edad: presentar y desarrollar argumentos, refutarlos, escuchar al otro, respetar la diversidad y, sobre todo, llegar a acuerdos se logra sólo con personas que entienden que el concepto de inteligencia incluye reconocer que no se tiene la razón absoluta y que las mejores decisiones se toman cuando se incluyen elementos de nuestros oponentes.

Por cuestiones de tiempo y espacio no puedo desarrollar a fondo todos los argumentos presentados en este debate, pero sé que pronto se transmitirá por TV: les invito a que le den seguimiento y lo vean, pues vale mucho la pena independientemente de la posición que hayan tomado respecto a este tema.

No quiero dejar de mencionar el maravilloso el cierre musical a cargo de Angélique Kidjo. Aquí una actuación suya en el Festival de Jazz de Montréal hace algunos años, acompañada del gran Carlos Santana:


Ha sido una gran Ciudad de las Ideas. Prometo hacer un balance general de ella mañana. Por ahora me despido para aprovechar mi última noche en esta hermosa ciudad. 
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Cajón de sastre: Notable la conferencia sobre liderazgo que ya casi al final del día presentó Ronald Heifetz: hay que seguirle la pista a este profesor de Harvard. // Confirmé la principal ventaja de Uber respecto a los taxis: su transparente regulación de precios: del hotel a la sede del evento Uber me ha cobrado aproximadamente 80 pesos. Hoy tomé un taxi de regreso y me cobró 150. Un timo que el chofer justificó malcarado diciendo que "cada quien tiene sus tarifas". 

miércoles, abril 01, 2015

La innovación es una enfermedad que se cura con los años.


Recupero una de las inquietudes que Andrés Oppenheimer presenta en su libro ¡Crear o morir! (Debate, 2014), y que tiene que ver con la cultura de la innovación. Él señala que hay un consenso generalizado en el sentido de que los países latinoamericanos "deben mejorar la calidad de la educación, estimular la graduación de ingenieros y científicos, aumentar la inversión en investigación y desarrollo, ofrecer estímulos fiscales a compañías que inventen nuevos productos, derogar las regulaciones burocráticas que dificultan la creación de nuevas empresas, ofrecer más créditos a los emprendedores y proteger la propiedad intelectual". Todo esto, sin embargo, puede resultar inútil "a menos que exista una cultura que estimule y glorifique la innovación".
    
¿Qué es una cultura de la innovación?
Oppenheimer responde: "Es un clima que produzca un entusiasmo colectivo por la creatividad y glorifique a los innovadores productivos de la misma manera en que se glorifica a los artistas o a los deportistas, y que desafíe a la gente a asumir riesgos sin temor a ser estigmatizados por el fracaso. Sin una cultura de la innovación, de poco sirven los estímulos gubernamentales, ni la formación masiva de ingenieros, ni mucho menos los parques tecnológicos que promueven varios presidentes".

Es, en suma, una cultura en la que el riesgo y su primo hermano el fracaso no se penalizan, sino que —al contrario— se valoran en el entendido de que ninguna idea genial surgió sin decenas de intentos previos (que terminaron, sí, fracasando). 

Me llama la atención esta idea porque me parece poderosa y, sobre todo, porque no considero que haya permeado en nuestro sistema educativo, ni en nuestra cultura. No sólo entre mi generación sino, más preocupantemente, entre integrantes de la nueva (nacidos a partir de 1995) sigo percibiendo un temor atávico al fracaso. De algunos de mis exalumnos, hoy jóvenes en sus primeros 20's, escucho la necesidad de encontrar un trabajo estable, que pague sus cuentas. ¿Arriesgarse a inventar algo, iniciar su propia empresa o dedicarse en serio a alguna actividad artística? "Pepe, seamos serios por favor".

Incluso de los más jóvenes, que todavía no entran a la universidad, he percibido la necesidad de contar con un plan de carrera bien definido (en los términos que, por supuesto, propone el entorno que conforman sus padres y escuela), una especie de hoja de ruta que les garantice que, si la siguen con diligencia, en unos años tendrán un empleo estable y, quizá, serán felices. Es raro al que le noto la convicción (tan cacareada por los teóricos de las nuevas generaciones) de que su destino no consiste en buscar trabajo sino inventarse uno.  

Por todos lados bombardeamos a nuestros jóvenes con videos y frases de Steve Jobs, Bill Gates, Richard Branson y un largo etcétera de emprendedores que se han arriesgado muchas veces (y fracasado otras tantas) para lograr el éxito que hoy les admiramos.  Sin embargo algo en nuestra cultura, algo viejo pero muy fuerte, no permite que esas ideas aniden entre nuestros más jóvenes. Por alguna espantosa razón siguen considerando que lo mejor es seguir el guión que alguien les pone enfrente en vez de crear el suyo aún a riesgo del fracaso. Esta última palabra paraliza a casi cualquier persona que conozco (y me interesan, sobre todo, mis alumnos y exalumnos). Ante la simple idea del fracaso su semblante se endurece y sus ideas también. Esgrimen el argumento (de sus padres, de sus abuelos) de que la vida es de tal manera (como lo fue hace treinta o cuarenta años) y que, bueno, la juventud es una enfermedad que se cura con la edad. 

Leo en el libro de Oppenheimer que una de las preguntas recurrentes en las entrevistas de trabajo en Silicon Valley se refiere a cuántas empresas has iniciado (no llevado a la cumbre del Dow Jones, sino simplemente iniciado) y pienso en mis alumnos y exalumnos respondiendo, desconcertados: "Ninguna, pero me gradúe con mención honorífica (o algún otro mérito equivalente)". Algo estamos haciendo muy mal si el principal mérito de nuestros jóvenes es un documento que "avale" (así, entre comillas) ciertas competencias que, en el mundo real (y el que sigue en las próximas décadas), deberían poderse mostrar en acción y no sólo mediante un certificado. Documento que, por cierto, les habrá costado el equivalente en tiempo y dinero a lo suficiente para haber iniciado varias empresas, una de las cuales podría estar pagando sus cuentas y perfilándolos como competidores globales en vez de esperar a los 22 o 23 años que su carrera profesional inicie cobrando como empleados en alguna empresa o compitiendo contra colegas de su edad que tienen a cuestas la experiencia de dos o tres start-ups.

Ni duda cabe: hay mucho camino por andar.

jueves, marzo 28, 2013

Saldos del Remate


El Remate Anual del Libros en el Auditorio Nacional me produce sentimientos encontrados. Por una parte me da mucho gusto que decenas de miles de personas acudan al Auditorio a comprar libros y revistas en buen estado a precios asequibles; por otro me causa escozor pensar que en realidad se va a comprar basura: son libros que las editoriales no pudieron vender y ahora, con el lastimero pretexto de “salvarlos”, se ponen a la venta a precios reducidos en un recinto que al menos hoy fue desbordado por los miles que nos dimos cita en el cuarto de siete días de venta (cifras del propio Auditorio indican que solo hoy estuvimos ahí 26,900 personas).
En un país en el que se leen 2.9 libros por persona al año, ésta debe ser una imagen halagüeña 
(Foto: Tomada del Facebook del 7º Remate)
Desde mi perspectiva como lector y comprador de libros (que no siempre son lo mismo) un requisito indispensable para realizar ambas actividades es la calma. En el segundo caso (la compra) hay que poder detenerse, hojear el contenido, leer las solapas, consultar el índice (escudriñar el paratexto, diría Genette) y, al menos en mi caso, guardar los libros que interesen para al final decidir cuáles son dignos de ser llevados a la caja. Nada de esto puede hacerse en el Remate.  Sobre todo en los stands de las editoriales grandes (Alfaguara, Anagrama, Random House, UNAM) hay que pasarse la billetera a alguna bolsa delantera del pantalón y prepararse para recibir y propinar dos o tres codazos y alguna impúdica caricia seguida de un “Perdón-comper-gracias-pásele” para recorrer en fila india los estrechos pasillos rodeados de libros, a la mayoría de los cuáles sólo se les puede pasar la mirada encima, pero no las manos. ¿Detenerse a ver algo con atención? Sólo si estás dispuesto a que algún desconocido te respire en la nuca y/o te pida que avances espoleándote con un llegue a los talones.
Los precios, cumplidores. Raro ver libros caros. La calidad del material, variable: hay muchos libros nuevos (la mayoría) pero hay algunas editoriales (Limusa) que parece haber llevado libros de texto recogidos a niños de primaria y secundaria. Otras (Paidós, CONACULTA) decepcionan por su escasísima oferta. Con mucha paciencia y algo de suerte se pueden encontrar excelentes títulos a precios inmejorables, pero hay que saber buscar y sobre todo, insisto, no desesperarse con las filas o los empujones.
El Remate es una buena oportunidad si se sabe lo que se desea: ir sólo a ver qué se pesca (como fui hoy) puede terminar siendo frustrante porque el entorno no se presta para la exquisitez de comparar ediciones o la finura de sentarse a leer algunas páginas de esa novela que te recomendaron pero no estás seguro de si comprar o no.
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El 7º Remate de Libros del Auditorio Nacional termina el domingo 31 de marzo a las 7pm. El viernes 29 hay venta nocturna de 7 a 11pm: se anuncian rebajas de hasta el 80% en libros de las editoriales participantes. La entrada es gratuita.