sábado, enero 31, 2009

Una pareja dispareja

("Jack" y "Rose" 11 años después en Revolutionary Road)

Hablamos de Revolutionary Road, en español Sólo un sueño, estrenada el viernes en cines mexicanos. Es tan buena que incomoda. Uno sale de la sala con muchas preguntas, y muy pocas respuestas.

La trama es realmente simple. Sigue la vida de Frank y April Wheeler, una pareja envidiable, al menos en apariencia. Son guapos, viven en una muy linda casa de los suburbios y tienen dos hijos. ¿Se puede pedir más? ¿Se debe?

Después de una fuerte discusión ella le propone a él mudarse a París. Empezar una nueva vida, una que realmente quieran, que los haga sentir felices, verdaderos. Él duda, pero acepta. Luego se retracta. Ella se desespera. Pleito. Es claro que él puede lidiar con la monotonía, con el buen sueldo a cambio de un trabajo que no lo estimula pero que tampoco lo hace infeliz. Ella no. No puede resignarse a la vida de ama de casa en los suburbios. No puede. Y no quiere.

Como en tragedia griega, el único que puede ver la verdad es un personaje que representa la ceguera, un outsider: en este caso uno salido de un manicomio que visita la casa perfecta de los Wheeler y les pregunta las razones del cambio de su decisión. Ella permanece en un perturbador silencio mientras Frank explica las razones: April está embarazada y a él le acaban de ofrecer un mejor puesto en la empresa donde trabaja. “Ah, el dinero. Esa es siempre una buena razón… pero casi nunca es la verdadera razón.” Pleitazo.

Es inevitable relacionar la nueva película de Sam Mendes (Belleza americana, Camino a la perdición) con el teatro de crueldad. Mendes mismo fue director de teatro y no debe desconocer obras como Las criadas, de Genet, en la que actos cotidianos, conversaciones comunes llevadas a cabo entre personajes aparentemente anodinos, revelan en muchas ocasiones los sentimientos más profundos de la naturaleza humana… y estos no siempre son gratos. La mayoría de las veces, de hecho, son desagradables y crueles.

He leído varias críticas sobre esta película y me sorprende el sesgo de negación que percibo en la mayoría de ellas. “Un estupendo retrato de la vida en pareja en los EU de los años ’50.” Es cierto: la película se ubica en 1955 y los Wheeler son estadounidenses. Pero lo que vemos en pantalla sigue ocurriendo. Y no sólo en los suburbios gringos.

Creo que a estas alturas huelga decir que la película me ha parecido estupenda y absolutamente recomendable. Las actuaciones son muy buenas (Winslet es notable); la adaptación de la novela, muy bien lograda; la dirección, sobria y precisa; el diseño de producción, inmejorable. No es una película cómoda. Pero... ¿eso importa?

sábado, enero 24, 2009

Cine en recesión


Debo confesar que ayer tenía un déficit de sueño de algo así como tres horas; que fue un día agitado, también. Pero creo no exagerar al decir que mi somnolencia de anoche tuvo causas cinematográficas.
Poco después de las 21.10 entré a una sala de cine a ver El curioso caso de Benjamin Button. Vi a Forrest Gump (incluida la línea efectista de la caja de chocolates, ahora variada a "You never know what's comin' for ya") y vi a Joe Black, con el mismo actor sorprendiéndose casi de las mismas "maravillas de la vida".
Cabeceé. Muchos diálogos facilonamente profundos del tipo: "La vida se define por las oportunidades (pausa dramática)... incluso aquellas que dejas pasar". ¡Pffffffff!
Dormí. Escena como de 20 minutos (o así me lo pareció) en la que se explica lo inevitable del destino: "si ella no hubiera regresado por las llaves... blabla... y la vecina no hubiera respondido esa llamada telefónica... blabla... dos segundos habrían sido la diferencia... blabla... el accidente...blabla".
Salí de la sala pasada la medianoche (¡casi tres horas de Benjamin Button!), sobremanera decepcionado. Si esta película es realmente favorita a ganar el Oscar en cuatro semanas, se ratificará un bastante mal año para el cine estadounidense, que el año anterior premió una magnífica hechura de los Cohen (No country for old men) y ahora, quizá, tendrá que conformarse con las migajas del talento de un director que nos dio Seven y Fight Club y un par de actores notables que han hecho por lo menos media docena de películas mejores que ésta.