sábado, agosto 29, 2015

Crítica a "Club de Cuervos" (o de cómo Javi Noble derivó en esperpento)


Recibí con entusiasmo la llegada de Club de Cuervos porque hace un par de años consideré Nosotros los Nobles una comedia fresca y bien resuelta. Pensé que Gaz Alazraki, director de los Nobles y ahora productor de los Cuervos, representaba el estilo desenfadado de una nueva generación capaz de dar la vuelta a los estereotipos para construir un discurso distinto al de nuestros padres y abuelos (aunque ciertamente no logró ese objetivo en los Nobles y desde luego no lo hace en los Cuervos). En fin. Que le tenía fe a la primera serie mexicana producida para Netflix. 

La decepción fue grande desde los primeros capítulos, en los que se ensalza grotescamente el personaje de Chava Iglesias (el Javi Noble de Luis Gerardo Méndez, reloaded), un mirrey que hereda el equipo de fútbol de su padre y decide convertirlo (cómo no) en el Real Madrid de América Latina. Para ello contrata a un súper futbolista extranjero, que resulta un éxito mediático pero un desastre en el equipo debido a su megalomanía y sus devaneos sexuales. A su favor Chava tiene a su asistente personal (un siempre humillado personaje de nombre "Hugo Sánchez") y a la amante de su padre fallecido. En contra tiene a todos los demás: sobre todo a su hermana Isabel (Mariana Treviño, excelente) y a su en algún momento incondicional director deportivo, Félix (Daniel Giménez Cacho, en buen nivel). 

El problema reside en que Alazraki no atina a definir el género en el que se inscribe Club de Cuervos: intenta ser comedia al principio (los primeros capítulos ya mencionados) pero hacia la segunda parte da un giro dramático muy fuerte (en el octavo episodio la pelea entre Chava e Isabel es de un patetismo notable) y termina en un tono anticlimático que no resulta ni gracioso, ni triste, ni —y esto es lo peor para un producto de esta naturaleza— con un conflicto por resolver (que nos haría esperar una segunda temporada).

Club de cuervos es, en suma, el experimento fallido de un equipo de creativos que erró al no definir su producto: intentó abarcar tantos registros (la comedia, el drama, la farsa) y tantos temas (el poder, el fútbol, los prejuicios sociales) que se quedó corto en todos, resultando una serie muy dispareja, con algunas líneas ocurrentes y varias buenas actuaciones que sin embargo no la salvan de ser el petardazo de este verano. 

Para leer más:
Crítica de Ivonne Lara en Hipertextual (a favor).
Crítica de René Franco en Milenio (en contra).