viernes, septiembre 11, 2015

Lo terrenal y lo divino: Arte islámico de los siglos VII al XIX


En estos días leo y comento con uno de mis grupos la extraordinaria novela Me llamo Rojo, de Orhan Pamuk. Hace unas semanas me enteré de esta exposición y la adopté como complemento al contexto del arte islámico. La visité la semana pasada y pienso que vale mucho la pena. Es breve y un poco limitada, pero ofrece una perspectiva muy rica del tema. 

Además siempre es un gusto (gustazo) tener pretexto para caminar por el Centro y comer ahí. Les recomiendo ir con tiempo suficiente y un poco de paciencia: el domingo en cuestión llegamos a San Ildefonso hacia la 1 PM el domingo e hicimos fila durante más de una hora (sólo entran grupos de entre 25 y 30 personas; la visita es guiada). 

Pueden encontrar información detallada en el micrositio de la exposición, a la que quedan sólo tres semanas más en México.  

miércoles, septiembre 09, 2015

“Narcos”, inesperadamente buena

Por Emilio Lebrija


La historia nos ha brindado de vez en cuando, un par de veces al siglo a lo mucho, a personas que rompen con estándares establecidos. Siempre que instauramos un límite, un récord, un máximo, llega un talentoso o un suertudo que lo rompe, y eso es lo que nos hace humanos, lo que nos hace más que solo animales: esas ganas de superarnos.
Superarnos no necesariamente implica algo bueno, pues hay millares de ejemplos de quienes recurren a la falta y al crimen, atropellando la justicia con tal de ser más, no obstante, ser bueno haciendo algo malo tampoco es fácil, mucho menos ser el mejor. No hay mejor ejemplo que Pablo Escobar. De chalán a patrón, de pobre a rico, de don nadie a capo.
Hacer una película de Escobar me parecía algo bastante complicado y un reto engorroso, así que cuando escuché de la grabación de una serie no esperaba mucho, su éxito me parecía algo improbable, absurdo e inverosímil…
Insospechada,  y para algunos de la nada, llegó la serie Narcos a Netflix, con promesas de ser una de esas que nos dejan con ganas de más. A diferencia de otras grandes como House of Cards, Breaking Bad y hasta Prison Break, Narcos es una historia verdadera, una historia nuestra, una historia latina.
La serie consta de 10 capítulos y trata de la vida y trabajo de Pablo Emilio Escobar Gaviria, máximo jefe del cártel de Medellín y pionero de la exportación de cocaína a Miami.
Chris Brancato, creador y escritor de la serie, junto con los directores de la misma, crean una atmósfera impresionantemente real; la combinación de lo visual, la música, los diálogos y las extraordinarias actuaciones hacen que uno como espectador se sienta en Colombia.
Las actuaciones son espectaculares, especialmente la de Wagner Moura (Pablo Escobar), el cual parece haber nacido para el papel, interpretando de manera exquisita a Pablo: desde la forma de mover el bigote hasta la manera de caminar, es claro que Moura estudió su papel exhaustivamente.
La serie cuenta con detalles que me parecen realmente deliciosos (y miren que se los dice alguien que por lo general es muy crítico de series como esta), como el hecho de que el narrador sea también un personaje vital para la serie: Steve Murphy, (interpretado por Boyd Holbrook) el cual trabaja para la DEA y por consiguiente habla desde un punto de vista muy “gringo”.
Los directores crean algo muy placentero para la vista; tienen la genialidad de darle vida al entorno con tomas muy complejas. Por ejemplo cuando los agentes de la DEA persiguen a unos sicarios de Escobar: la toma empieza fija en el piso, va subiendo y avanzando por los techos de algún pueblo colombiano, dejándonos ver el ambiente y a la gente aunque aparentemente no estén implicados en la historia. La escena acaba con una toma panorámica que deja ver a los dos agentes en lugares distintos, es realmente impactante. Sin embargo, Narcos no es apta para todas las sensibilidades… Una historia como la de Pablo Escobar no puede ser contada con restricciones. Ni Brancato ni los directores se andan a medias; no se reservan nada, muestran gráficamente tortura, muerte y sexo, pero misteriosamente con todo muy bien acomodado, con una inesperada sutileza.
Narcos no es abrasiva, no es de esas series que a huevo te quieren hacer pensar en algo o simpatizar con alguien. No, Narcos, con todo y que se trate del cabrón de Escobar, cuenta la historia desde muchos puntos de vista: el colombiano de la mano del presidente Cesar Gaviria; el gringo a través de Steve Murphy, la DEA y la CIA y el narco, mediante Escobar, su familia y sus seguidores.
La serie está acompañada de tomas reales de Escobar y es tan apegada a la historia que por momentos crea la sensación de ser un documental, no una serie. No podría estar mejor asesorada históricamente: los acontecimientos coinciden perfectamente con lo que en verdad pasó, al igual que los nombres, los apodos y los lugares.
Pocas veces me he clavado tanto con una serie. El hecho de que esté basada en acontecimientos reales la hace aun más rica y compleja. Narcos es un trabajo asombroso, llevándonos de la mano de Escobar por su vida en tan solo 10 capítulos, sin eludir eventos importantes. Espero ansiosamente la siguiente temporada como un fresco “fan” de Brancato, de Moura, y de su estupendo trabajo.