martes, mayo 20, 2014

El profesor Onfray


Me topé con Michel Onfray (Argentan, 1959) por primera vez hace algunos años, cuando leí su Tratado de ateología (2006). Me llamó la atención su lucidez y claridad al momento de definir su posición y, sobre todo, la propuesta hedonista que permea el texto y que presenta con mucha más claridad y contundencia en La escultura de sí. Por una moral estética (2009) en el que recupera la figura del condotiero a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento para definir al ser humano que construye su propio ser con base en una perspectiva hedonista, consciente y, sobre todo, valiente.
Onfray ofrece indicios de su biografía al principio de La fuerza de existir. Manifiesto hedonista (2006) en el que narra su infancia en un internado francés que le profirió una educación tradicional en los términos en los que la mayoría de nosotros la entendemos: materias obligatorias en horarios definidos por la institución educativa, profesores que se asumen como contenedores de conocimiento que han de “vaciar” en sus alumnos siempre que éstos les muestren respeto y disciplina sin cuestionamientos. Incluso refiere bullying y abusos de profesores a sus pupilos en los términos que hoy, tristemente, son más frecuentes de lo que estamos dispuestos a reconocer.
A principios de los ’80 se licenció en Filosofía con una tesis sobre Schopenhauer y en 1983 empezó a impartir la materia en un bachillerato en Caen, donde se mantuvo hasta 2002, cuando renunció para crear la Universidad Popular de Caen en 2003, proyecto pedagógico que abordaremos en este trabajo.
Onfray parte de la suposición de que la historia de la filosofía se ha construido (al menos en Occidente)  a partir de un corpus incompleto y en varios sentidos amañado para favorecer los intereses del sistema que sustenta:
En realidad, esta historiografía fue escrita en primer lugar por Platón. Éste y sus esbirros, sus descendientes, sus alumnos, sus discípulos y sus sicarios. Sólo teniendo en cuenta el periodo antiguo, ¡cuántos son los que retoman, por ejemplo, la idea de que se puede hablar de los “presocráticos”! Pero ¿qué dice la palabra? Que existen pensadores reunidos por un aspecto común: su existencia antes de Sócrates. A pesar de sus divergencias, Parménides y su ontología, Heráclides y su dialéctica, Leucipo y su atomismo, Anaximandro y sus elementos, Protágoras y su sofística, y los cien filósofos etiquetados como presocráticos –antesocráticos, se dice incluso, con el convencimiento, parecería, de que una revolución semántica es suficiente– valen menos por sus diferencias y sus singularidades que por lo que los reúne: oficiar antes de Sócrates. (La comunidad filosófica, 59)
Es desde esta perspectiva que Onfray desarrolla una contrahistoria de la Filosofía, llevada a cabo en seis volúmenes. Para efectos de este trabajo, es importante mencionar que es ésta la misma base sobre la cual nuestro autor construye una alternativa pedagógica que encontró su realización en la Universidad Popular de Caén, dirigida por Onfray. Grosso modo, los postulados propuestos son los siguientes:
  • La filosofía sobre la que se basan las instituciones dominantes vigentes es, al menos, incompleta. Es necesario, por tanto, adoptar una perspectiva más amplia que permita ensanchar el espectro de posibilidades pedagógicas que se tienen a mano.
  • La filosofía ha sido rebajada a una actividad que debe ser sencilla y evitar complicaciones. Que invite a la reflexión, sí, pero sin que resulte difícil y, sobre todo, sin que resulte problemática:

Pero ocurrió algo mucho peor aún con la reciente proliferación, en el mercado de la edición, de textos cortos, sin ideas, que llevan títulos formateados como campañas publicitarias por servicios de mercadotecnia que explotan el deseo de filosofía y toman pretexto del tema para adentrarse en un mercado de bolsillo: los pequeños tratados, los breves vademécums, los léxicos para principiantes y la filosofía sin dificultad; Kant sin Prozac: llamemos a esto la biblioteca rosa filosófica. ¿Podremos caer aún más bajo? (La comunidad filosófica, 53)

Onfray, huelga decirlo, se encuentra manifiestamente en contra de esta tendencia e invita a recuperar el pensamiento crítico de raigambre filosófica en su nuevo proyecto educativo.
  • La filosofía es el centro de este proyecto. No como una materia más en el currículo sino como materia prima del conocimiento que se adquiere y desarrolla:

Tres cuartas partes de la trayectoria del alumno encuentran, así, su significado: desde los primeros momentos de socialización en la guardería a la clase de filosofía, pasando por el aprendizaje de la lectura, de la escritura y del cálculo y luego de los idiomas, se evita pensar y reflexionar, una licencia otorgada solamente a pocas horas del balance final. Simplemente, así se habrá olvidado hacer de la filosofía la disciplina que acompaña, y no la que corona, el conjunto de la trayectoria. No un suplemento del alma, sino la oportunidad de una epistemología regular, constante, capaz de justificar las enseñanzas profesadas, útiles para captar el interés y la coherencia de los saberes dispensados. (La comunidad filosófica, 69-70).

La propuesta de Onfray es devolver la filosofía al pueblo: no asumirla, repito, sólo como un elemento aislado de la currícula escolar, sino una actitud, una posición ante el mundo, que permita desarrollar lo que él llama una vida filosófica:
¿Qué es entonces, lo que hay que agregar a ese deseo? Un proyecto. ¿Y cuál? El de construirse, fabricarse. Ambición socrática: conocerse a sí mismo ante todo. La antigua aspiración sigue siendo actual. Partir de sí mismo, bloque de mármol informe, materia inerte si ninguna voluntad lo informa, y luego, parcialmente, modestamente, tranquilamente, con paciencia, sin precipitación, encaminarse hacia una mayor perfección. Convertise en algo, luego en alguien y por último en sí mismo. El deseo se sostiene, vale, cuenta y pesa si da lugar al placer de hacerse paso a paso, de elaborar un proyecto y de construir, hasta donde se pueda, una identidad que se sostenga. (La comunidad filosófica, 118-119)
En el libro que estoy usando como referencia, se dice muy poco más acerca de la metodología empleada en la Universidad Popular de Caen. He acudido a su página web para recuperar la siguiente información sobre sus procesos didácticos.
  • La Universidad Popular conserva el principio del ciclo, que permite tener en cuenta el crecimiento personal y la necesidad de que el contenido transmitido sea comprendido antes de realizar cualquier debate.
  • La Universidad está abierta a cualquier persona: no hay prerequisitos de edad, títulos o nivel académico. Tampoco se otorgan títulos ni certificados de estudio. Todos los cursos son gratuitos.
  • Los cursos se imparten una vez a la semana, en una sesión de dos horas cada una. La primera se dedica a la comprensión del argumento, y la segunda a la discusión del mismo. El diálogo es el método elegido para acceder al contenido.
  • Los ciclos se extienden desde mediados de octubre hasta mediados de mayo, tomando como referencia las vacaciones escolares de la Academia de Caen.

Me parece clara la influencia que Onfray presenta de algunos filósofos revisados en clase. Específicamente pienso en la teoría de resistencia de Henry Giroux (Providence, 1943) y Paulo Freire (1921-1997). Onfray no los menciona en alguna parte del texto en el que presenta su proyecto pero es muy notoria su idea de construirlo en oposición al sistema educativo tradicional:
Lo mejor es trabajar desde la más temprana edad en función de una ética, de una exigencia de valores y virtudes. No una cabeza bien llena y rellena de sentencias tomadas de un catecismo petrificado, sino una cabeza bien amueblada capaz de construir una ética digna de ese nombre. Así se evitará fabricar sujetos, ciudadanos, personas para la Sociedad, el Estado, la Nación, la República o la Empresa; así formaremos, por fin, ciudadanos derechos y en pie. (La comunidad filosófica, 137)
Pienso que tanto Giraux como Freire suscribirían el proyecto de Onfray. Los tres hacen explícito el propósito emancipador de la educación, la necesidad de transformar el modelo de raíz, acercándolo a la gente y alejándolo de los intereses particulares de gobiernos y empresarios. Y en este afán de humanizar la educación, tanto Freire como Onfray recuperan el proceso mayéutico como el único que permite un conocimiento auténtico y consciente: el diálogo para aprehender el mundo.  
Bibliografía
Onfray, M. (2008). La comunidad filosófica. Manifiesto por una Universidad popular. Barcelona: Gedisa.
Sitio web de la Universidad Popular de Caen, visitado el 9 de noviembre de 2013 en: http://upc.michelonfray.fr/