jueves, octubre 04, 2012

35 años de 'La Tía Julia'

Me pasa con más frecuencia de la que estoy dispuesto a reconocer que olvido haber leído un libro. Es un poco vergonzoso aquello de haberlo firmado en la última página y pocos años después (a veces sólo algunos meses) no recordar de qué iba el libro. Supongo que el desaguisado puede atribuirse a mi falta de atención durante la lectura, hecha de manera descuidada y superficial. 

El caso es que con La Tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa, me ha ocurrido no una sino dos veces. Dos veces tuve la sensación (qué digo la sensación, ¡la certeza!) de que había leído el libro y al final resultó que no, que no recuerdo el final de la novela. Es bochornoso. En mi favor diré que hasta esta noche el libro no tenía mi firma al final, de tal suerte que, según mis códigos/manías, nunca lo había terminado de leer completo. Al menos no oficialmente

Lo importante es que ahora lo he terminado (no sé si por primera o por tercera vez) y puedo confirmar mi gusto por las letras vargasllosanas. Es La Tía Julia una pequeña obra maestra en términos de estructura y lenguaje, pero también en cuanto al discurso metaliterario (mezcla de realidad con ficción) y la posición paradójica, compleja y fascinante que el autor/narrador establece respecto a lo que representa Pedro Camacho: el primer escritor profesional que Vargas Llosa conoció, quizá el peor de todos los que ha conocido, y al mismo tiempo uno al que se le presenta respeto y atribuye una nobleza que va de la infantil ingenuidad al esperpento esquizoide en 20 capítulos finamente hilados, con un notable manejo de lo que los españoles llaman suspense.

En fin. Mi recomendación es rotunda. En cuanto tengan tiempo de leer (o releer) esta novela, aprovechen y háganlo: este año cumple 35 de haber sido por primera vez publicada y en este lapso se ha consolidado entre lo mejor de las letras iberoamericanas de la segunda mitad del siglo XX. Si se animan, lean con atención. Vargas Llosa es un escritor sumamente hábil, y hace varios guiños a lo largo de la obra, que se disfruta bastante más entendiendo esos gestos de complicidad entre autor, narrador y lector.