viernes, febrero 06, 2009

Placeres culpables

Hasta hace relativamente poco tiempo me habría dado pena escribir este post. Yo también fui víctima de la "enigma-manía" a principios de los '90. Recuerdo claramente la polémica causada por su primer disco (1990), que incluía un larguísimo track combinando cantos gregorianos con música electrónica y los gemidos de una mujer llegando al orgasmo. No sé si ése fue su mejor disco. A mí sólo me pareció curioso y hasta cierto punto provocador. Para bien y para mal, Enigma se convirtió para mí en sinónimo de "música que ponen en las clases de jazz las señoras del club".

En 1993 editaron su segundo disco. Me pareció epifánico. En plena pubertad escuché una canción ("Return to Innocence") que decía: "Don't be afraid to be weak / Don't be too proud to be strong." Aparte tenía fuerza, la canija canción, con una especie de grito tribal repitiéndose como karma... Ése fue el sencillo más popular, pero hubo otra canción de la cual no dudo afirmar que contribuyó en buena medida a definir mi vocación no-religiosa. Hablo de "Silent warrior", referida a la conquista europea de América. Me recuerdo escuchando mi Walk-Man a todo volumen en la oscuridad de mi habitación que en ese entonces tenía vista directa al Ajusco.

Les cuento todo esto porque la semana pasada me topé con el disco en un MixUp. Originalmente yo escuchaba a Enigma, hace más de 15 años, a través de cassettes que perdí hace años. Pienso que tenía no menos de 10 años sin escuchar ese disco completo. Ha sido una experiencia casi religiosa. Me recuerdo a los 13 años escuchando esa música, queriendo "regresar a la inocencia".