viernes, mayo 22, 2015

Vine, vi y voté



Por Laura Pezina Cázares

Imagina que estás en una carrera, y es vital para tu familia que ganes. Ya cerca del final te das cuenta de que otros han tomado la delantera porque tienen apoyo adicional (qué se yo: instrumentos, patrocinios, mejores condiciones en la pista) y de pronto uno de esos competidores voltea y te ofrece que corran juntos porque tiene mejor posición (o, metafóricamente, mejor condición física)... Sabes que llegar a la meta es vital para tu familia. ¿Qué harías? ¿Te arriesgabas con ése que quiere que te unas a él para ganarle a los demás? ¿O te quedarías solo a echarle todas las ganas?

Si se tratara de mi gente, seguro yo tomaba la decisión de unir fuerzas. Que es cuestionable quién me echa la mano o con quién alcanzo a hacer equipo, es cuestionable. Que es una opción para hacer lo que pueda por mi gente, lo es, y la tomo. 

Algunos alumnos (o ex-alumnos) podrán votar por primera vez el 7 de junio, y de pronto se escuchan apáticos o desesperanzados. Quiero decirles que votar por convicción puede dar la sorpresa. Votar por quien quieres, sin importar las tendencias o lo que dicen los medios (de comunicación o en nuestros círculos) es lo más gratificante que puede haber.

La primera elección en la que ejercí mi voto fue cuando Natividad contendía por el PRI y Canales por el PAN... Y aunque muchos me decían que siempre era lo mismo (me tocó la derrota de Canales allá en los '80), que el voto no funcionaba, que el PRI siempre ganaba, voté por convicción: el resultado fue, aunque suene romántico, esperanzador. Creí en el poder del voto.

No sé quién vaya a ganar, ni por quién vayan a votar. Sólo, por favor, voten. Que si alguien queda en el poder que sea porque genuinamente votaron (votamos) por él (si ese voto fue comprado, condicionado o coercionado, está más allá de nuestras posibilidades de resolución). Y será una manera de demostrar que el voto cuenta, y será misión de todos que cada vez seamos más los informados y preocupados por quiénes nos gobiernan. Que nos quede claro que ya no debe ser cosa de partidos, es cosa de las competencias que el candidato debe tener para gobernar, y de lo que su gabinete es capaz de hacer.

Si revisan las páginas de los candidatos a gobernador, ninguno tiene un plan de trabajo qué ofrecernos. Sólo frases y lugares comunes, videos bien planeados: tanto, que a veces llegan a la manipulación. ¿Entonces votaremos por simpatía o antipatía? Si no tienen planes concretos, vayámonos las evidencias y las competencias; revisemos los currículos, logros, pros y contras. ¿Cómo se han desenvuelto bajo presión cada uno de los candidatos? ¿Qué resultados dieron a los municipios que han gobernado? ¿Qué gente traen con ellos?

Por amor a Nuevo León, voten. No anulen, e inviten a votar. Que por cada foto que un pulgar con tinta indeleble contemos un voto pensado y un ciudadano que propició el voto entre sus familiares y amigos.

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La autora es Directora de Español de la Prepa Tec Valle Alto en Monterrey y Coordinadora de Literatura del Bachillerato Internacional en el mismo plantel. 

domingo, mayo 17, 2015

El efecto Mozart (según Amazon)



Hay algo atractivo en el programa Mozart in the Jungle. Para empezar, claro, el título que lleva el nombre de un músico genial situado en un contexto completamente antimozartiano. Pero también que trata de una producción de Amazon Studios, muy agresivo en su modelo de negocios, y cuya audacia creativa debía ser un buen augurio. Asimismo, están los productores ejecutivos de la serie: Roman Coppola y Jason Schwartzman (el primero hijo de Francis Ford Coppola, productor y escritor de la estrambótica Viaje a Darjeeling; el segundo, sobrino de Coppola —Francis Ford— también conocido como el Luis XVI de Marie Antoinette, dirigida por Sofia Coppola, hija de...). Concluyamos este rosario de cualidades mencionando que en el elenco se encuentran dos actores talentosos: Gael García Bernal y Malcolm McDowell y una actriz que yo no conocía pero resultó muy convincente y guapa (Lola Kirke). 

La pregunta importante: ¿Vale la pena verla? Pienso que sí, pero que el producto final queda por debajo de las expectativas planteadas. La trama gira en torno a una joven oboísta (Kirke) intentando entrar a la Filarmónica de Nueva York. Sus desavenencias nos permiten satisfacer la curiosidad morbosa de lo que ocurre tras bambalinas en una institución tan prestigiada como la New York Philharmonic. Y, por lo que cuenta Blair Tindall (autora del libro que dio origen a la serie), la vida íntima de una gran orquesta es bastante, digamos, poco glamorosa. Salarios bajos, un sindicato incómodo, competencia feroz (y no siempre honesta), juegos de poder, politiquería... en fin, mucho sexo, mucha droga y mucho rock n' roll entre estos excelsos músicos. Hasta ahí, todo bien. Divertido e ilustrador. 

La trama empieza a torcerse (demasiado pronto) cuando entra en escena Rodrigo, el nuevo y joven director de la orquesta (Gael García), que sucede al viejo y exitoso Thomas (Malcolm McDowell). He leído que el personaje de Rodrigo es una parodia de Gustavo Dudamel, el prodigio venezolano de la dirección musical (actual director de la Filarmónica de Los Angeles). Y, aunque al principio su presencia resulta refrescante, conforme el personaje se desarrolla, se convierte en un pastiche cultural extraño y, al menos para mí, enfadoso: en aras de representar tooodo lo latino, los guionistas hacen que Rodrigo hable español con acento indiscernible, beba mate y maldiga diciendo "¡No mames, wey!". De cliché en cliché hasta que lo encontramos cantando rancheras en un restaurancito mexicano del Bajo Manhattan. 

Así las cosas, Rodrigo debe preparar el concierto inaugural de la orquesta y para ello lo vemos enzarzarse en un proceso creativo que incluye jogging en Central Park, una visita a la biblioteca (donde alucina charlar con Mozart), una experiencia psico-mística con un pianista, y sobre todo un conflicto emocional fortísimo con su ex-esposa Ana María (Nora Arnezeder), una violinista prodigiosa, dominatrix performancera que vive mentando madres a su público después de haberles ejecutado un concierto de Brahms. 

Cuando pregunté a Lázaro Azar (crítico musical del Reforma) si había visto la serie me respondió que no, porque le repelía la chairés (sic) de García Bernal: "Su hipsterismo va más allá de mi capacidad de resistencia", me dijo. Estoy de acuerdo, aunque lo que más me molestó de la serie no fue el hipsterismo de Gael sino la incapacidad de sus autores de entregar un producto mejor cuajado: no me cabe duda de que la vida de los músicos tiene muchos aspectos dignos de ser contados. Precisamente por eso un producto que se regodea en el lugar común de la excentricidad solipsista como principal detonante creativo me parece un desperdicio de tiempo y talento. Una joven ejecutante que se integra a una gran orquesta; un nuevo director que busca su identidad creativa; o uno viejo que requiere encontrar sentido a los nuevos tiempos... Todas son historias interesantes e intensas, susceptibles de un desarrollo audaz e inteligente. Pero Mozart in the Jungle las deja en anécdotas que sólo refuerzan los clichés del genio debrayante, del creativo "apasionado", de los artistas cachondos y sus musas marihuanas (y viceversa). Lo que empieza siendo un retrato realista sobre el mundo de la música, deriva en un hatajo de estereotipos ramplones. Una lástima. 

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Amazon Studios confirmó ya una segunda temporada de Mozart in the Jungle para 2016. La primera puede verse en México a través de Clarovideo.  

domingo, mayo 03, 2015

Leer a Galeano, leer a Grass


Por Alicia Barrientos MacGregor

Entrar a la universidad significó muchos cambios, más de los que yo creía. Venía de un contexto tradicional, pequeñoburgués, dirían los marxistas. No tenía idea de que en el Cono Sur se libraba una guerra sucia, donde los jóvenes desaparecían de un día para otro y se desintegraban las familias. Esas circunstancias, que ignoraba,  vinieron a marcarme desde el primer semestre de la carrera. Profesores exiliados de sus países sudamericanos me hicieron comprender que el mundo no era tan color de rosa. Recuerdo especialmente a Óscar Zapata de Teoría pedagógica y a Hugo Gramajo de Seminario de Teatro, los dos argentinos, así como a Enrique Fierro de Literatura Latinoamericana, uruguayo bastante soberbio por su amistad con Paz (sí, con Octavio) que no me enseñó mucho. Fue Óscar Zapata quien nos dejó leer Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano. Le urgía que nos concientizáramos para tener una perspectiva crítica y revolucionaria. La mayoría de mis profesores fueron de izquierda, algunos bastante marxistas, pero lo que siempre agradeceré de ellos fue su rigor metodológico, la enorme cantidad de lecturas que me obligaron a leer y la disciplina de dudar de todo aquello que no estuviera bien fundamentado. No he leído mucho más de ese tipo de lecturas, pero debo aceptar que me marcaron y que fueron muy formativas en ese momento.

Mi madre, que leía de todo a pesar de tener una formación inconclusa de química farmacobióloga, me dio a conocer a Günter Grass. Ella venía de una familia de ocho hermanos, donde por lo menos cinco eran lectores voraces. Los abuelos también lo fueron. En la casa de mis padres siempre hubo libros, más que juguetes. Supongo que el gusto de mi madre por Grass vino por la referencia a la II Guerra Mundial y la convivencia en la escuela con judíos askenazi, sobre todo polacos. Uno de mis tíos coleccionó todos los periódicos que hablaban de la guerra, hasta que que un día la abuela no pudo más y se los tiró. Pero no sólo el referente histórico fue importante, sino también el humor, el terrible humor de Grass, negro, ácido; la pérdida de la inocencia para convertirse en algo burlón, transgresor. Hay partes en las novelas de Grass que son políticamente incorrectas en extremo, por lo cual ha causado más de una polémica. Es el encontrar los sabores fuertes de una Europa no edulcorada por Estados Unidos, donde todo pretende ser light, suave, anodino, insípido. Aunque a veces se llegue a "degustar" un caldo de inmundicias como tuvo que hacerlo el increíble Oskar Matzerath, la literatura de Grass no es para gustos delicados, pero lleva a profundizar en el carácter más hondo del ser humano.
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La autora es licenciada en Lengua y Literatura Españolas por la UNAM, profesora de Literatura y coordinadora académica del programa del Bachillerato Internacional en la Prepa del Tec de Monterrey Campus Estado de México.