Por Laura Pezina Cázares
Imagina que estás en una carrera, y es vital para tu familia que ganes. Ya cerca del final te das cuenta de que otros han tomado la delantera porque tienen apoyo adicional (qué se yo: instrumentos, patrocinios, mejores condiciones en la pista) y de pronto uno de esos competidores voltea y te ofrece que corran juntos porque tiene mejor posición (o, metafóricamente, mejor condición física)... Sabes que llegar a la meta es vital para tu familia. ¿Qué harías? ¿Te arriesgabas con ése que quiere que te unas a él para ganarle a los demás? ¿O te quedarías solo a echarle todas las ganas?
Si se tratara de mi gente, seguro yo tomaba la decisión de unir fuerzas. Que es cuestionable quién me echa la mano o con quién alcanzo a hacer equipo, es cuestionable. Que es una opción para hacer lo que pueda por mi gente, lo es, y la tomo.
Algunos alumnos (o ex-alumnos) podrán votar por primera vez el 7 de junio, y de pronto se escuchan apáticos o desesperanzados. Quiero decirles que votar por convicción puede dar la sorpresa. Votar por quien quieres, sin importar las tendencias o lo que dicen los medios (de comunicación o en nuestros círculos) es lo más gratificante que puede haber.
La primera elección en la que ejercí mi voto fue cuando Natividad contendía por el PRI y Canales por el PAN... Y aunque muchos me decían que siempre era lo mismo (me tocó la derrota de Canales allá en los '80), que el voto no funcionaba, que el PRI siempre ganaba, voté por convicción: el resultado fue, aunque suene romántico, esperanzador. Creí en el poder del voto.
No sé quién vaya a ganar, ni por quién vayan a votar. Sólo, por favor, voten. Que si alguien queda en el poder que sea porque genuinamente votaron (votamos) por él (si ese voto fue comprado, condicionado o coercionado, está más allá de nuestras posibilidades de resolución). Y será una manera de demostrar que el voto cuenta, y será misión de todos que cada vez seamos más los informados y preocupados por quiénes nos gobiernan. Que nos quede claro que ya no debe ser cosa de partidos, es cosa de las competencias que el candidato debe tener para gobernar, y de lo que su gabinete es capaz de hacer.
Si revisan las páginas de los candidatos a gobernador, ninguno tiene un plan de trabajo qué ofrecernos. Sólo frases y lugares comunes, videos bien planeados: tanto, que a veces llegan a la manipulación. ¿Entonces votaremos por simpatía o antipatía? Si no tienen planes concretos, vayámonos las evidencias y las competencias; revisemos los currículos, logros, pros y contras. ¿Cómo se han desenvuelto bajo presión cada uno de los candidatos? ¿Qué resultados dieron a los municipios que han gobernado? ¿Qué gente traen con ellos?
Por amor a Nuevo León, voten. No anulen, e inviten a votar. Que por cada foto que un pulgar con tinta indeleble contemos un voto pensado y un ciudadano que propició el voto entre sus familiares y amigos.
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La autora es Directora de Español de la Prepa Tec Valle Alto en Monterrey y Coordinadora de Literatura del Bachillerato Internacional en el mismo plantel.
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