domingo, marzo 20, 2016

'Cinco esquinas'



Soy fan de Mario Vargas Llosa desde la primera vez que leí La ciudad y los perros, una novela que empezó a escribir a los 23 años y que rezuma una potencia narrativa que no le he vuelto a leer. Disto de haber leído su obra completa, pero sí lo he hecho con más de media docena de sus novelas, varias de las cuales me han parecido sobresalientes (La tía Julia y el escribidor me divierte mucho y La fiesta del Chivo me parece un tour de force muy bien logrado). Me dicen que Conversación en la catedral y La casa verde, dos obras suyas que no he leído, son superiores. La primera novela que publicó después del Nobel, El héroe discreto (2013) me pareció buena a secas, se deja leer. Pero Cinco esquinas no llega ni siquiera a ese punto. 

La trama inicia muy bien, con una impetuosa escena lésbica entre dos mujeres de la alta sociedad limeña. Marisa, esposa de un prominente minero, y Chabela, mujer de un acaudalado abogado, amanecen juntas en la cama. Mientras se despereza, Marisa recuerda lo ocurrido la noche anterior y un narrador omnisciente nos da detalles del affaire que estas dos mujeres concreteron. En el segundo capítulo Quique, esposo de Marisa, recibe en su oficina unas fotografías escandalosas que el director de una revista amarilla amenaza con publicar. El lector imagina que son imágenes de Marisa y Chabela, pero la sorpresa es que no, que es Quique quien aparece en esas fotos.

Hasta ahí todo bien. La mesa está puesta para un thriller periodístico-político de altos vuelos. Más aún si consideramos el escenario en el que Vargas Llosa sitúa la trama: los últimos meses del Fujimorato. Pero después de esos dos buenos capítulos (la novela tiene 22) Vargas Llosa se enreda en describirnos personajes menores, aunque importantes para el desarrollo de la acción: el director de la revista amarilla, su redactora estrella, un recitador de poemas venido a menos... Y así va intercalando capítulos hasta que hacia el final los junta a todos en "un remolino" (así titula el capítulo) y resuelve el problema de una manera apenas verosímil y totalmente anticlimática. 

Una decepción. Porque otro Vargas Llosa (ya no el veinteañero de La ciudad y los perros, pero sin duda el adulto mayor de La fiesta del Chivo) hubiera aprovechado esta materia para producir una obra puntillosa y audaz. No es el caso de Cinco esquinas, a la que uno puede fácilmente imaginar que Vargas Llosa no le dedicó tiempo ni empeño. Se le nota a leguas la dejadez, la abulia, la falta de ambición y curiosidad literarias. Recomiendo no pasarse por ahí y revisitar alguno de sus trabajos mejor logrados.
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Cinco esquinas
Mario Vargas Llosa
Alfaguara, 2016
$299 impresa / $159 digital 

jueves, marzo 10, 2016

'Las criadas', de Genet


Las criadas, de Jean Genet, nunca me ha decepcionado al intentar sorprender a mis alumnos. Para eso fue escrita: procurando evadir el teatro como espectáculo burgués y aprovecharlo como terapia en el re-conocimiento de lo que somos, aunque nos duela. 

Para quienes no conocen el texto, simplifico diciendo que aborda el juego de las criadas del título al salir su señora de la casa: se ponen su ropa, la imitan, se burlan de ella, la humillan... pero todo lo hacen ellas (las criadas) en un juego de espejos cuyos reflejos nos alcanzan aunque no queramos (al fin todos somos "criados" de alguien).

Nunca he visto la puesta en escena, y ha poco me enteré de que se presenta en el Foro Cultural Chapultepec. Como deseaba saber si valdría la pena recomendarla a mis alumnos, pedí su opinión a un viejo conocido del Claustro. Esto es lo que generosamente me envió ayer.

Pablo Iván García, quien firma la reseña, es autor del libro Micro dermo abrasión, por el cual recibió el Premio Bellas Artes de Dramaturgia 2010. Es egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica. Ha colaborado como creador de contenidos en las dos principales televisoras del país, así como en medios y plataformas digitales. Actualmente es profesor de literatura en el Tecnológico de Monterrey campus Ciudad de México y cursa la maestría en Guionismo de Cine y Televisión en la Universidad Intercontinental (UIC). Conduce el programa de radio “¡Mucha mierda!” en Puentes


Las criadas, según Salvador Garcini

¿Por qué montar Las criadas, de Jean Genet, con actores y no con actrices? Un espectador con cierta avidez consideraría la biografía del autor francés y la temática de su obra narrativa. Sin embargo, la puesta en escena de Salvador Garcini no genera un discurso sobre la homosexualidad. Aunque el libreto de Genet sí hace alusiones a la probable relación lésbica -e incestuosa- entre las protagonistas -Clara y Solange-, en realidad el montaje que se presenta actualmente en el Foro Chapultepec busca exponer, principalmente, la condición social de las empleadas domésticas y su relación con los patrones.
         ¿Para qué ver un texto clásico -montado hace ya varias décadas en México- con un renovado elenco de actores? Cabe aclarar que el ejercicio histriónico es loable. Mauricio Islas y Alex Sirvent interpretan correcta, decentemente a las criadas, mientras que Alejandro Camacho -un actor con muchas tablas- hace una verosímil ejecución de una señora de clase alta. Empero, trasladar un texto escrito en 1947 al contexto actual supone un reto enorme, sobre todo para que el espectador no piense que el lenguaje anquilosado es el único lenguaje posible para el teatro contemporáneo. Y no me refiero solamente al lenguaje verbal, sino el teatral: la escenografía, la iluminación, los trazos de los actores; todo se vuelve anticuado porque el director asume que solo hay una forma de contar esta anécdota y esa única alternativa es un realismo exacerbado, con flores en todos los rincones del escenario, muebles finos por aquí y por allá, vestidos estrafalarios… una producción deslumbrante, una atmósfera reluciente, donde el único elemento perturbador son los cuerpos de Sirvent e Islas enfundados en vestimentas propias de mujeres jóvenes.
¿Aporta algo que no sean actrices, sino actores -cual Antigua Grecia, cual teatro Kabuki- quienes interpretan a los personajes femeninos? En lo absoluto. Y bien dicen que lo que no aporta, estorba. Sin embargo, la razón principal por la que no recomendaría este montaje es la ausencia total de una propuesta creativa en términos de iluminación (los cambios de luces son nulos), el uso innecesario de micrófonos (rasgo propio del teatro comercial, aunque nunca me había tocado presenciar la falla constante de un micrófono en plena función), además de la escenografía, fastuosa, hiperrealista, como si ésta sirviera para justificar los elevados precios de un espectáculo que trata de mostrar un discurso inteligente, crítico, contestatario. 
Las criadas, bajo la batuta de Salvador Garcini, es viable para el público que quiere apreciar en vivo a sus artistas televisivos, sin importar el tema o la anécdota. Genet plantea un discurso sobresaliente, que es tratado de forma anticuada por un director experimentado en el terreno comercial, pero sin méritos en el teatro de búsqueda. Resultado: una obra fumable, pero sin sustancia. El espectador hará una mejor inversión -intelectual y monetaria- si, en vez de desembolsar el dinero del boleto, lo gasta en las obras completas del controvertido escritor francés.  

Las criadas
Dramaturgia: Jean Genet
Dirección: Salvador Garcini
Elenco: Alejandro Camacho, Mauricio Islas y Alex Sirvent
Foro Chapultepec
Mariano Escobedo 665, Anzures. Ciudad de México.