domingo, septiembre 27, 2009

Cer's Night Sessions (playlist 01)

Sun Ra: "Lemuria".
Chet Baker: "Airegin".
Armstrong / Fitzgerald: "It ain't necessarily so".
Glen Miller: "In the Mood".
Charlie Parker: "Swedish Schnapps".
Soft Machine: "Virtually 4".
Krzysztof Komeda: "Kattorna".
Billie Holliday: "Strange Fruit".
Wynton Marsalis: "Oh, but on the third day (Happy Feet Blues)".
Herbie Hancock: "Cantilope Island".
Joshua Redman: "The Deserving Many".
Chick Corea & Gary Burton: "Post Script".
Tuxedomoon: "East/Jinx".
Chris Barber Jazz Band: "When I Move to the Sky".
Quincy Jones: "Birdland".
Jaga Jazzist: "Another Day".
Jaco Pastorius: "The Chicken".
Mark Santos: "Coisas".
Tower of Power: "Attitude Dance".
Joel Gray (from Cabaret): "Willkommen".
Paté de Fuá: "La canción del linyera".
Frank Zappa: "Blessed Relief" y "The Grand Wazoo".
John Coltrane: "Blue Train".

domingo, septiembre 20, 2009

El caniche de Cartsens o postal de domingo en Coyoacán

Esta mañana amanecí con antojo de una de las cazuelas que venden en La esquina de los milagros, en Coyoacán. Llegué pasadas las 10; desayuné leyendo un cuento de Carlos Fuentes y luego fui al Sótano. No compré nada. Luego decidí caminar al Sótano de Miguel Ángel de Quevedo. Media hora, más o menos. Me arrepentí de no haber dejado la chamarra en el coche. Compré dos libros (La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina y 10 ideas clave: el aprendizaje creativo). De regreso decidí caminar por Francisco Sosa y no por Quevedo, así que me quité la chamarra, la hice bola y la guardé bajo el brazo junto con mis libros.
Una o dos cuadras antes de llegar a la plaza de Santa Catarina una camioneta se paró enfrente de mí, impidiéndome el cruce de la calle. Malhumorado, le di vuelta al vehículo y seguí caminando. Me encontré de frente con un tipo con chamarra de cuero y un audífono en el oído izquierdo. Me miró fijamente a los ojos y luego observó el bulto que llevaba bajo el brazo. Dirigió su mirada al otro lado de la calle, donde iba caminando Agustín Carstens vestido con una sabánica camisa azul cielo y unos muy amplios pantalones grises. De la mano llevaba una correa a la que estaba atado un minúsculo perro con lengua de fuera.
Imaginé a Carstens haciendo jogging (!?), entrando a Topolino ("un banana split para mí... y agua para Penny, si me hace usté el favor") o hasta escuchando misa en Santa Catarina (con su perrito durmiendo en su regazo: "La paz sea contigo, Penny"). Me pareció osado de su parte salir así. Pero, bueno, todo es relativo. Llevaba cuatro guaruras (el que vi de frente era el más rezagado; había uno que caminaba a medio metro suyo) y finalmente no estaba caminando por una de las zonas más concurridas de Coyoacán: pocas cuadras más allá estaba un rebozante jardín Hidalgo, con todos esos progres de ocasión, pintas perredistas y hasta invitaciones a lanzar zapatos al nuevo titular de la PGR.
Pero todo eso estaba a espaldas de Carstens. Igual me parece arriesgado. En la empedrada Francisco Sosa un tobillo torcido en un hombre de le envergadura de Carstens puede significar un problema de seguridad nacional. Me da gusto que el Secretario de Hacienda pueda olvidarse del mundo un rato y sacar a pasear a su perro en un soleado domingo de septiembre. Algo bueno debe haber en eso.

jueves, septiembre 17, 2009

Na na na

Hace unas semanas fui a ver Gomorra, película italiana ganadora del Gran Premio del Festival de Cannes el año pasado. Decepción. El filme es insoportablemente aburrido (confieso haber cabeceado bastante más de un par de veces) y corrobora mi admiración por Los Soprano. En la película, en serio, no pasa absolutamente nada. Y dura más de dos horas.
Ayer fui a ver La clase (Entre les murs) ganadora ésta de la Palma de Oro del Festival de Cannes (¿cuál es la diferencia entre el "Gran Premio" y la "Palma de Oro"?). ¡Otra decepción! La película narra la historia de un profesor bastante anodino en una escuela pública en las afueras de París. Y ya. Sí. Y ya. Claro que el profe tiene problemas con sus alumnos adolescentes multiculturales, irreverentes y un montón de adjetivos más (adjudíquese el que más convenga a la juventud actual)... Al final (pero muuuy al final, y la película también dura más de dos horas) hay una especie de dilema ético que se le presenta a este grisáceo profesor, pero aún así no ocurre nada que se acerque siquiera a lo emocionante. Nada de intención poética... a menos que la escena final del profe jugando fútbol lo sea, en cuyo caso yo soy poeta de dimensiones épicas cada martes y jueves a las 9am (si el clima es buena onda y mi agenda lo permite, jeje).
Y no se me confundan: para mí las mejores películas no son las de Jerry Bruckheimer ni nada por el estilo pero de eso a no contar ¡nada!... A ni siquiera tener la decencia de proponer ALGO... lo que sea, digo yo, que la cámara se mueve chido, que la edición es superlativa, que los actores se comunican con las fosas nasales, que la música está hecha con cacharros de cocina, que el guión no es guión sino transcripción de una vieja leyenda letona... ¡lo que sea! Pero ser tan mezquino como para no proponer nada... Eso sí calienta. Y encima ganar premios... Bueh.

domingo, septiembre 13, 2009

Noche de Bax

Creo que la lección más importante que he aprendido en la vida surgió de un discurso cursilón que dio una ex alumna del Williams en un día de visita al colegio. Nos llevaron al auditorio a escuchar testimonios de compañeros que estaban en la universidad para reencontrarse con su alma mater de bachillerato.
Escuché a una chica decir que en clase de Historia había aprendido que la felicidad no consistía en la búsqueda de un estado de dicha permanente. Consiste, dijo, en momentos memorables que vas atesorando conforme va pasando el tiempo. Suena muy elemental, quizá. Pero es más difícil de lo que parece asimilar una verdad tan redonda... y tan simple.
Desde hace algunos años, entonces, me dedico a coleccionar momentos. Como el personaje de Joe Pesci en Con honores (el vagabundo cuyo mayor tesoro es una bolsita llena de piedras que le recuerdan cosas).
Anoche estuve en el Centro Nacional de las Artes para presenciar el recital que ofreció Alessio Bax en el marco del Festival Internacional de Piano. Desde la indigesta comida china (¿china?) en un centro comercial, el trayecto con camioneta sobrecargada, la música del camino (Pavarotti con U2, destazado por los críticos a bordo), la caminata por el Cenart bajo una lluvia impenitente, el recital que lo desencadenó todo (pianista Steinway con potencial Armani), el remache en Sanborns... Y el exquisito desenfado de una noche a la que no queremos ver los ojos, porque no desamos que termine. Y sin embargo el momento es valioso, precisamente, porque termina...
Lo he dicho ya de muchas maneras y a propósito de muy diversos motivos. Lo reitero ahora: vivo por noches como la de anoche. Me recuerdan las razones por las que estoy aquí, por las que quiero seguir estando.
Y lo fácil que es ser feliz, al menos de vez en cuando, si uno se entrega con sosiego a cualquier pretexto que permita una charla cálida y risa franca en dosis generosas.

miércoles, septiembre 09, 2009

"¿Quiénes son sus cómplices?"

MEXICO (AP) - El gobierno federal responsabilizó el miércoles a un boliviano supuesto pastor religioso del secuestro de un avión de Aeroméxico con 103 pasajeros, y quien dijo haber sido motivado por una revelación divina.

Flores Pereira dijo a la policía que como el miércoles era el día 9 del mes 9 del año 09, eso representaba el 999, que si era visto al revés implicaba el número 666, una referencia bíblica al anticristo.

Al preguntarle quiénes eran sus cómplices, respondió: "el padre, el hijo y el espíritu santo".

En declaraciones posteriores a la prensa, Flores Pereira dijo que el artefacto con el que amenazó hacer volar el avión "era una lata de Jumex (marca mexicana de jugos), que le puse unas lucecitas".

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Se me ocurren muchas cosas... pero... ¡no puedo dejar de reírme!

El libro huele bien

domingo, septiembre 06, 2009

¡Oh, Dioses!

Saben que soy fan de Vargas Llosa, ¿no?

Chequen esta columna que publicó hoy en El País.

¡Escándalo! Se rinde ("sin ninguna vergüenza", dice) ante una novela que él mismo reconoce mal escrita. ¡¿Qué?!

Saben lo que voy a hacer, ¿no?... Al rato que sea de día voy a ir a Gandhi a comprarme el primer volumen de esta trilogía con nombre de tarjeta de crédito platino-diamante: Millenium... 348 pesos ya con descuento. Más vale que sea "fantástica" como dices, Vargas...

Yo te creo.

miércoles, septiembre 02, 2009

The Rainmaker

En algún momento del verano del '92 mi padre me invitó a ver una película de la que no tenía absolutamente ninguna referencia. Se llamaba La fuerza de uno y narra la historia de un niño que crece en la Sudáfrica del apartheid en los años de la Segunda Guerra Mundial.
La impresión que me provocó la película fue tan fuerte que no la he vuelto a ver.
Algo me hace recordarla frecuentemente, sin embargo. El soundtrack. Recuerdo que en ese tiempo les pasaba a mis amigos un cassette con la banda sonora de Hans Zimmer y les preguntaba qué les parecía. Obtuve varias caras de what y quizá algún comentario solidario.
Ya no voy con mi Walkman de amigo en amigo. Ahora tengo un blog y existe YouTube.
He aquí "The Rainmaker", indiscutible integrante del soundtrack de mi vida.