viernes, octubre 28, 2005

Hola, abuelos...


Pese a mis peculiares creencias (o más bien: debido a la falta de ellas) me gusta la idea de que una vez al año, la noche que va del 1 al 2 de noviembre, los muertos vienen a este lado de la existencia y conviven con nosotros.
Yo, afortunadamente, no tengo muchos muertos que me visiten. De hecho, el altar que ven en la foto está dedicado a sólo dos de ellos: los más importantes: los padres de mi madre: mis abuelos. No los conocí (murieron cuando yo era híper chiquillo), pero me gusta, en la madrugada del 2 de noviembre, sentarme en la sala con ellos y platicarles lo que ha pasado en el año. Lo bueno, lo malo. Lo triste, lo feliz. Lo que me hace dudar. Lo que me da confianza. Hacerles saber que acá andamos, luchando por honrar su trabajo, su esfuerzo, sus dificultades y sus alegrías.
Me gusta pensar, también, que no les he fallado. Que soy un hombre del que se pueden sentir orgullosos. Que, cuando nos encontremos, me recibirán contentos, riendo, con los brazos abiertos. Que caminaremos mucho y platicaremos más. Como en los tiempos que no fueron, pero que yo sé habrían sido.
Esa noche les dejaré en la ofrenda un ejemplar de mi tesis (quizá dos, para que no haya conflictos por quién lee primero) y mi iPod con la pila cargada, para que escuchen el soundtrack de mi vida: reconocerán algunas cosas, se sorprenderán con la mayoría y -sin duda alguna- encontrarán algo para bailar largo y tendido durante esa noche en la que, una vez al año, les puedo decir: "Hola, abuelos..."
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jueves, octubre 27, 2005

Top 10, teatro en inglés

En medio de mi lectura de Pinter, e investigando un poco sobre sus obras, encontré la lista de las 10 obras de teatro más importantes del siglo XX según una encuesta levantada entre actores, autores, directores y periodistas de teatro por el Royal National Theatre en el Reino Unido. Esto, en el 2000. Va la lista:
1. Waiting for Godot, de Samuel Beckett.
2. Death of a Salesman, de Arthur Miller.
3. A Streetcar Named Desire, de Tennessee Williams.
4. Look Back in Anger, de John Osborne.
5. Long Day'sJ Journey Into Night, de Eugene O'Neil.
6. The Crucible, de Arthur Miller.
7 = Private Lives, de Noel Coward.
Rosencrantz and Guildensten are Dead, de Tom Stoppard.
9 = Angels in America, de Tony Kusher.
The Caretaker, de Harold Pinter.

domingo, octubre 23, 2005

Como alma que lleva el Diablo...


Maugham, retratado en 1934 por Carl Van Vechten (fuente: Wikipedia.org)
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Desde hace varios años, mantengo una innata tendencia a esquivar autores y libros considerados “clásicos”. La asumo como un rasgo juvenil, de “desmarcaje” personal, de toma de posición respecto a mi propia época.
Claro que esta tendencia se ha atemperado (mucho) con el paso del tiempo. Afortunadamente. Con el paso por la Universidad… y con la insistencia de mi papá, que no puede creer que haya estudiado Letras y no haya leído el Cid.
Pero cuando Paola me invitó a leer a W. Somerset Maugham y, despejando mi ignorancia al respecto, me lo presentó como un gran autor (creo que no mencionó la palabra “clásico”) que había vendido su alma al Diablo a cambio de convertirse en uno de los mejores escritores del siglo XX, esa vieja desconfianza adolescente volvió. Eso de vender el alma al Diablo me suena tan anticuado (tan cursi, diría). Y, sobre todo, me parece una estrategia comercial tan facilota, que recibí con escepticismo el ejemplar de El temblar de una hoja que ella me obsequió.
Les diré, grosso modo, que la colección de cuentos me sorprendió muy agradablemente. Inicia con un hermoso epígrafe de Saint-Beuve que advierte sobre la extrema delicadeza (d’une feuille tremblante) que separa la felicidad de la desdicha. Luego, las primeras letras de Somerset son de una belleza contundente:
“El Pacífico es inconstante como el alma humana. A veces es gris como el Canal Inglés en Beachy Head, con un gran oleaje, y a veces es bravo, cubierto por crestas blancas, y bullicioso. No muy a menudo es calmo y azul. Cuando lo es, en verdad el azul es arrogante”.
Somerset nos ubica así en el escenario de los seis relatos que siguen: los Mares del Sur donde, como en América pero dos siglos y medio después, Europa se topó de frente con otra civilización. Y la dominó, con las ya conocidas consecuencias de las colonias europeas y americanas en esos lares del Pacífico.
La prosa de Maugham es impecable. Es clara, sin recovecos, pero en absoluto complaciente. Muestra gran maestría al desarrollar sus personajes y dibujarlos nítidamente con trazos breves y firmes. Su línea anecdótica va casi siempre (al menos en este volumen) hacia la exploración del carácter de sus personajes, que otros llaman “la condición humana”, aunque yo no entiendo muy bien lo que quieren decir quienes hablan de ese concepto etéreo como si la condición humana fuera en efecto asible.
Dos defectos de Somerset Maugham, aunque quizá no entren en lo literario: el tipo es claramente misógino y racista. En “Honolulu”, se refiere a un personaje femenino como “una chica que tenía una sabiduría inusual para su sexo”. En sus relatos las mujeres son personajes débiles, sumisos, poco inteligentes y a menudo golpeados por los hombres.
Sobre el racismo, en otro texto, “La piscina”, se refiere a los niños “nativos” como “de apariencia insalubre, amarillentos y pálidos, odiosamente precoces”. Los nativos son siempre seres inferiores, semisalvajes, que se hacen “más morenos” con el tiempo, o envejecen “más rápidamente” que los blancos.
Y un último apunte, también metaliterario. En algunos de sus relatos (“La caída de Edward Barnard”, por ejemplo) subyace una especie de “anti moraleja”, por llamarla de algún modo. El narrador se explaya casi hasta el didactismo sobre las bondades de la vida “natural” en las islas del Pacífico (siempre que no se viva, claro, como los nativos). Uno de sus personajes exalta la tranquilidad, el ocio, la amabilidad de la gente, sus “felices y sonrientes rostros”. El mismo personaje sentencia, en la misma perorata: “No sabía que tenía un alma hasta que llegué aquí. Si hubiera seguido siendo rico podría haberlo perdido todo para siempre”.
Para entender (o no) estas notas disonantes en los textos de Maugham (misoginia, racismo y un romántico llamado a la vida natural, supuestamente no occidental) habría que tener en cuenta que nuestro autor era bisexual (u homosexual casado y con hijos, que no es lo mismo) y que, además de vender su alma al Diablo, también fue de los primeros escritores que, desde los años ’20, empezó a vender a precio de oro los derechos de autor de sus obras para que éstas fueran producidas en Hollywood. Así pudo comprarse, en 1926, una villa en Niza, donde vivió hasta su muerte, en 1965.
Pero sé que la honestidad y la congruencia de un autor con su obra no son valores literarios. Así que, vale, mi recomendación se mantiene. El libro vale mucho la pena, en verdad.
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El temblar de una hoja (The Trembling of a Leaf, 1921), de W. Somerset Maugham, está recién editado en México por Sexto Piso Editorial. La traducción es de Eduardo Rabasa y la calificación ergozoom, de 80.
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domingo, octubre 16, 2005

Poem, 1981

The lights glow.
What will happen next?

Night has fallen.
The rain stops.
What will happen next?

Night will deepen.
He does not know
What I will say to him.

When he has gone
I'll have a word in his ear
And say what I was about to say
At the meeting about to happen
Which has now taken place.

But he said nothing
At the meeting about to take place.
It is only now that he turns and smiles
And whispers:
'I do not know
What will happen next.'

(Harold Pinter)
www.haroldpinter.org

jueves, octubre 13, 2005

La pinta de Pinter


Conozcámoslo. Es el Premio Nobel de Literatura 2005.
De la nota de Lourdes Gómez en El País del 14 de octubre:
Harold Pinter declaró ayer, tras ser distinguido con el Nobel de Literatura, que estaba encantado y se preguntó si el galardón recompensa también su compromiso político. Dijo que su primera celebración fue con su esposa, con quien brindó con champán mientras llegaban ramos de flores a su casa londinense de Holland Park. El dramaturgo contó que no piensa escribir más teatro, pero sí poesía. El escritor se reafirmó en su compromiso con el arte y la política: "Estoy profundamente comprometido con ambos y en ocasiones arte y política se encuentran y en otras no". Sobre sus planes de futuro, insistió en que piensa centrarse en la poesía y en su compromiso político.
(...)
Hace unos años, al lanzar su página de Internet, recuperó una conclusión a la que había llegado en 1958: "No hay grandes diferencias entre lo que es real y lo que no es real, tampoco entre lo que es cierto y lo que es falso". Y añade en la portada de la web: "Creo que estas afirmaciones aún tienen sentido y todavía se aplican a la exploración de la realidad a través del arte. De esta forma, como escritor, las mantengo, pero como ciudadano no puedo hacerlo. Como ciudadano debo preguntarme: ¿Qué es verdad? ¿Qué es falso?".
Su voz comprometida resuena siempre con fuerza. En 2003, ya aquejado por un cáncer de esófago, retornó una vez más a la arena pública en protesta contra la guerra de Irak. Al término de las masivas manifestaciones que hubo en todo el mundo, y que en Londres concentraron a más de un millón de personas, Harold Pinter subió al estrado levantado en Hyde Park para pedir la dimisión del primer ministro británico Tony Blair. Desde entonces acusa a Blair y a Bush de "criminales de guerra" y denuncia sus acordes "posturas morales" de "insulto contra todos nosotros". "Lo que encuentro absolutamente detestable", señaló en una reciente entrevista con su biógrafo, Mark Batty, "es la posición moral de Blair y Bush". "Piensan que tienen la autoridad moral y que lo que están haciendo es moralmente correcto, cuando es pura basura". Su protesta contra la guerra tomó forma creativa en unas colecciones de poemas, entre ellos War, publicado este año.
Harold Pinter nació en el barrio de Hackney, en el popular Este de Londres, el 10 de octubre de 1930. De padres judíos, conoció de cerca el racismo que pregonaban los fascistas de su barrio. Objetor de conciencia a los 19 años, comenzó entonces a escribir sus primeras poesías y actuar en obras de teatro. La habitación y Tiempo de fiesta, que se llevaron a escena a finales de los cincuenta, culminaron en El cuidador, una sublime exploración del racismo y probablemente su gran obra maestra. Se estrenó en 1964, fue llevada al cine, y aún sigue representándose en salas de todo el mundo.
Pinter ha escrito 29 obras de teatro; 21 guiones, incluidos La mujer del teniente francés y Betrayal, candidatos a los Oscar; la novela Los enanos; decenas de relatos cortos y cientos de poemas. Pero, ante todo, es el más relevante e importante dramaturgo inglés vivo.
¡A leerlo, entonces!
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miércoles, octubre 12, 2005

El Código Drácula


(En la foto: Yo, defendiéndome de Vlad Dracul, el pasado fin de semana)
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Sí, como sugieren algunos críticos estadounidenses, llamémosle El Código Drácula.
Su autora, Elizabeth Kostova, afirma que el libro (¡de 698 páginas, nomás!) le costó 10 años de investigación. En las librerías españolas lo ofrecen ya como el nuevo Código Da Vinci. Pero el libro de Dan Brown es, al menos, entretenido. La historiadora (Umbriel, 2005) es, incluso en ese sentido, irregular. No voy a negar que el manejo del suspenso es adecuado casi todo el tiempo, pero llega un momento (al menos a mí me llegó) en el que se desea seguir leyendo ya no por el interés de la trama, sino por la necesidad de terminar un libro del que nos queda la sensación de que, desde hace varias decenas de páginas, dura demasiado.
¿De qué trata? Una chica de 16 años encuentra en la biblioteca de su padre un libro con un dragón impreso en el centro y un paquete de cartas que escribiera el mentor de su padre (el profesor Rossi), desaparecido en busca de Vlad Tepes El Empalador. ¡Drácula, pues! Poco más tarde, es el padre de la chica el que desaparece, y la chica decide ir en su búsqueda. Se intercalan en el relato, entonces, tres fuentes de información, en tres tiempos distintos: las cartas de Rossi, el relato del padre a su hija, y lo que cuenta la chica.
No está mal, les digo: es entretenido. Hay mucho turismo: las aventuras de los personajes nos llevan igual de Inglaterra a Turquía que de Amsterdam a Rumanía; hay mucha acción (en la que se involucran estacas clavadas en el corazón, balas de plata y ajos en los bolsillos, desde luego); hay un par de historias de amor y las suficientes vueltas de tuerca como para mantenernos cerca del libro.
Peeero... no pienso que la cualidad de entretenida sea, por sí misma, un valor literario. No basta con que una historia esté aceptablemente contada (y escrita, claro) para poder considerarla literatura. Y, sobra decirlo, pero a nivel formal no hay un mínimo atisbo de riesgo por parte de Kostova: la estructura, bien manejada, no va más allá de los tres planos ya mencionados; el lenguaje es muy limitado (los personajes hablan todos igual) y, en general, los recursos de los que se vale la autora para mantener nuestra atención no rivalizan con (sino más bien abrevan de) la maestría de otros autores del género.
Cristina Rivera Garza dice que, para ella, un buen libro es aquél que -una vez leído- te ofrece más preguntas que respuestas. Yo estoy completamente de acuerdo. Y La historiadora no deja una sola pregunta por responder al final. Está correctamente escrito, pero no es un buen libro.
No creo que sea el próximo Código Da Vinci por una razón: Brown tuvo la agudeza de crear un libro polémico al lanzarse, literalmente, a la yugular del catolicismo. Kostova, por su parte, hace de Drácula un tipo simpaticón a lado de los numerarios del Opus que encontramos en el Código.
La historiadora es un libro entretenido, pero no montado en la ola del escándalo. Una razón menos para leerlo, creo. Igual échenle un ojo, porque dicen que va a ser la sensación editorial de los próximos meses.
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La historiadora, escrito por Elizabeth Kostova, está recién publicado en español por Ediciones Urano, bajo su sello Umbriel. Calificación ergozoom: 30.
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lunes, octubre 10, 2005

Mamadas

Empieza con una mamada, literalmente. Y termina igual, también literalmente.
En sentido figurado, no sé a ciencia cierta si la película toda fue una gran mamada, o si fue una gran pieza de cine contemporáneo.
Carlos Reygadas, el director, ha dicho que cuando la película abrió Cannes este año, el influyente diario francés Libération la declaró su favorita para ganar la Palma de Oro. Que Kusturica, presidente del jurado, se molestó por ese respaldo irrestricto del periódico a la película y declaró que no concedería el premio mayor del Festival a la prensa, por lo que descartó de facto la posibilidad de que Batalla en el cielo resultara premiada.
En fin, más alla de lo anecdótico, Batalla... es una película digna de ser vista. Visualmente, sobre todo. Reygadas sabe muy bien dónde poner la cámara, y qué hacer con ella después de empezar a grabar. También aprovecha hábilmente la banda sonora.
No sabe tan bien contar una historia. Quizá no le interese, tampoco, y por eso hay momentos de una morosidad pasmosa, que definitivamente rompen con el timing visual al que los espectadores promedio estamos acostumbrados. Y la dirección de los actores. Jum. Qué difícil ejercer un juicio sobre esto. Hay que decir, primero, que no son actores. Son personas comunes a las que Reygadas invitó a decir unas líneas y hacer de sí mismos ante la cámara. El resultado es fallido, desde mi punto de vista. Si buscó naturalidad al no contratar actores profesionales, la artificialidad de los amateurs dio al traste con su intención. Si lo que pretendió fue, al contrario, mostrar personajes tiesos, falsos, con diálogos híper forzados e incluso en algunos momentos ininteligibles (por el pésimo fraseo de los "actores"; no por la densidad del guión), entonces sí que logró su objetivo. Objetivo, en dado caso, absolutamente incomprensible para mí.
Hay también algunas escenas muy provocadoras. Entre ellas la felación inicial (y la final) y el encuentro sexual entre dos personajes obesos que uno imaginaría ad hoc en una película de John Waters, pero que en un film como Batalla... se antoja una provocación pueril de un director que no la necesita para llamar la atención o definir su estilo.
En fin. Éste es el otro cine que se está haciendo en México. Y miren que es interesante. Puede que Batalla en el cielo sea un producto fallido, pero también muestra el talento innegable de un director joven que va por su tercera película.
Vayan al cine antes del semanazo. De las poco más de 30 personas que conté (en una sala donde caben por lo menos 100), cuatro se salieron a la mitad. Tomen sus precauciones, pero vayan a verla.
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Batalla en el cielo, dirigida y escrita por Carlos Reygadas (Japón, 2002), se estrenó en México el viernes. Actúan Marcos Hernández y Anapola Mushkadiz, entre otros. Calificación ergozoom: 70.

Zagreb en el corazón

Hay algo mágico en los conciertos de música clásica: la certeza de que la música se está realizando, materialmente, en esos momentos. Claro que en otros conciertos la certeza es la misma, pero cuando hay una filarmónica en el escenario la fuerza de esa certeza es incomparable. Ves al director entretejiendo notas, hilando silencios, ordenando sonidos... a la arpista que viajó 6 mil kilómetros para interpretar dos minutos de arpa que a Bartók le parecieron imprescindibles hace 80 años... al flautista perfeccionista que niega con la cabeza una nota equivocada (¿o un pensamiento distractor?)... a la violinista que se seca el sudor de las manos en su vestido de gala... a los contrabajistas que se guiñan cómplices, como celebrando una buena jugada.
Y todo dura lo mismo que un partido de fútbol, con medio tiempo incluido. Y se hace con los chillones violines del mariachi; el arpa de los sones jarochos y el mágico contrabajo del jazz. Es música que humaniza; que confirma que vale la pena estar aquí si de vez en cuando podemos ver a tres o cuatro decenas de personas que vienen del otro lado del mundo para hacer música frente a nuestros ojos y recordarnos que no importa cuántas personas observen: lo importante es que esto ocurra. Y que nosotros estemos ahí.
Esta noche la Filarmónica de Zagreb se ganó un lugar en mi corazón.

Is this the world we created?

Datos de un mundo cruel:
- Cada año, el mundo gasta 18 mil millones de dólares en maquillaje; se necesitarían 12 mil millones más para iniciar un programa global de salud reproductiva entre todas las mujeres del planeta.
- Cada año, EU y Canadá gastan 17 mil millones de dólares en alimento para mascotas; se necesitarían 19 mil millones más para eliminar el hambre y la malnutrición en el mundo.
- Cada año, el mundo gasta 15 mil millones de dólares en perfumes; con 5 mil millones más, se erradicaría el analfabetismo.
- Cada año, el mundo gasta 14 mil millones de dólares en cruceros de lujo; con 10 mil millones de dólares más, se proporcionaría agua potable a todo el mundo.
- Cada año, Europa gasta 11 mil millones de dólares en helados; con 1.3 mil millones más, se aplicarían vacunas a todos los niños del planeta.
(Fuente: datos del World Watch Institute, citados por Hiroshi Takahashi en el reportaje Los maharajás mexicanos, publicado hoy en la revista de El Universal)

viernes, octubre 07, 2005

Excelsa música, ¡gratis!

¡Hey! Tengo algunos boletos para el concierto que ofrecerá la Orquesta Filarmónica de Zagreb en Bellas Artes el próximo lunes en el marco del 33 Festival Internacional Cervantino.
Es a las 8 pm. Lunes. Bellas Artes.
Si les interesa, mándenme un mail o llámenme y acordamos la entrega. ¡Aprovechen!

jueves, octubre 06, 2005

Zapatos en Retiro


Siempre he pensado (me parece que parafraseando a un poeta que ahora no recuerdo) que una de las cosas que más orgulloso me hacen sentir son mis zapatos gastados.
Y, bueno, en ese contexto no podía faltar la foto de mis zapatos (conmigo acompañándolos, claro) a bordo de una barca en el Retiro. Hace casi tres semanas ya. ¡Saludos! Posted by Picasa

Novísimo Nobel, pronto

Próximo martes, Premio Nobel de Literatura 2005.
Entre los favoritos, según las agencias AP y DPA:
- Ryszard Kapuscinski (Polonia).
- Philip Roth (EU).
- Joyce Carol Oates (EU).
- Amos Oz (Israel).
- Tomas Transtroemer (Suecia).
- Assia Djebar (Argelia).
- Margaret Atwood (Canadá).

miércoles, octubre 05, 2005

Pretextos

En agosto pasado, la empresa careerbuilding.com hizo una encuesta sobre las causas del ausentismo laboral en Estados Unidos. Previsiblemente, la excusa más socorrida por los "trabajadores" para faltar al trabajo era estar enfermo. Pero hay otras la mar de buenas. Algunas:
- "Olvidé que me casaba hoy".
- "Estoy demasiado gordo y no entro en los pantalones de trabajo".
- "La serpiente de mi novio escapó de su caja y me da miedo salir del dormitorio".
Y la más divina de todas: "Dios no me despertó hoy".
(Fuente: elmundo.es)

lunes, octubre 03, 2005

Join the Joyride


Dios ríe de buena gana.
(Foto: El País, durante el eclipse anular de Sol que se vio hoy en España) Posted by Picasa

domingo, octubre 02, 2005

Ever, de limón la ever...


Ahhh. ¡Tantas cosas qué decir! Me quedo con una, sabiendo que el Blog hará cobertura total del Campeonato Mundial Sub 17 que México ganó ayer en Lima.
3 - 0 a Brasil, ¡ni más ni menos!
Me quedo con el tercer gol, el de Ever Guzmán. A pocos minutos del final, el mexicano busca un balón en el área, encara al portero, que toca el balón y lo desvía. Ever, con un defensa brasileño encima, tropieza y cae. Pudo haber terminado la jugada ahí, el partido ya estaba decidido. Pero Guzmán se levantó. Hizo por el balón, se quitó la marca del zaguero (Felipe, el cancerbero amarillo, ya se había entregado) y, con un zurdazo cojonudo, metió el balón en la portería rival. Es su actitud la que define a los campeones mexicanos. Luego, su talento y trabajo. México es Campeón del Mundo. Los jóvenes han puesto el ejemplo en Perú. Sigámoslos. Posted by Picasa