jueves, julio 16, 2015

La política todavía importa



Podría pensarse que el México actual no representa ni el mejor lugar ni el mejor momento para recomendar un libro que lleve el título de Política. Según datos de un estudio realizado en agosto del año pasado por la Cámara de Diputados, el 75% de los mexicanos confiamos poco o nada en los partidos políticos. Imagino que a la luz de los acontecimientos recientes ese porcentaje aumentó. 

Y sin embargo aquí esto, recomendándoles un libro sobre esa ciencia a la que la mayoría de nosotros achacamos los males de este mundo (o al menos de este país). 

El autor es David Runciman, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Cambrige y parte de una premisa interesante: ¿Cuál es la diferencia entre vivir en Siria y hacerlo en Dinamarca? Siria, en guerra civil desde hace años, más de cien mil muertos y millones de desplazados; desempleo cercano al 60%. En Dinamarca, el 75% de sus ciudadanos confían en las instituciones públicas, 83.4% se sienten seguros caminando de noche y 89% considera que tiene más experiencias positivas que negativas al terminar el día. 

No es que los daneses sean mejores personas que los sirios. No son intrínsecamente más amables ni más inteligentes (...) A los daneses tampoco les han tocado en suerte más recursos naturales que a los demás. Al contrario: Siria forma parte del creciente fértil que fuera cuna de la civilización; Dinamarca en cambio es un inhóspito enclave nórdico con pocos recursos naturales propios (...) Lo que distingue a Dinamarca de Siria es la política. La política ha contribuido a que Dinamarca sea lo que es. Y también ha contribuido a que Siria sea lo que es. (Runciman, 12)

No piensen que la propuesta de Runciman es simplemente transplantar la política danesa al contexto sirio. Él sabe, y lo deja claro en el libro, que la solución es todo excepto sencilla. Su propuesta es precisamente que, "en los lugares en los que la política resulta más necesaria —ahí donde la necesidad de ayuda es más evidente— son aquellos en los que no suele dar frutos". (Runciman, 128) Es paradójico, pero es justamente donde la política ha fallado donde más se necesita de ella. La tecnología ayuda a paliar algunas de las fallas de los sistemas democráticos, pero no las resuelve de fondo. Y el otro recurso (la violencia) es justamente la razón por la que existe la política: baste recordar aquella idea de Clausewitz de que la política es la continuación de la guerra por otros medios.

Les recomiendo ampliamente este libro. Sobre todo si, como a mí antes de leerlo, la simple idea de toparse con un ensayo político les parece una absurda manera de perder el tiempo. Créanme: encontrarán razones para considerar que la buena política no es sólo importante, sino también urgente. Sobre todo aquí, y ahora. 

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Política, de David Runciman (2014), está editado en español por Turner. Su precio en librerías es de 270 pesos. La edición digital está disponible en 80.33 pesos. 

lunes, julio 13, 2015

De la absurda "Guerra contra las drogas"

Hace unos meses tuve la oportunidad de ver en Puebla esta conferencia de Ethan Nadelmann, fundador y director de la Drug Policy Alliance, dedicada a poner fin a la "Guerra contra las drogas". Sus palabras me parecieron reveladoras en el sentido de que es un estadounidense hablando contra la guerra que se libra en México (presumiblemente debido a la presión del gobierno estadounidense). 

Es un discurso honesto que refuta puntualmente cada uno de los argumentos a favor de una guerra que cada vez se muestra más absurda y, por la misma razón, perversa. Ahora, con la segunda fuga de El Chapo entre los asuntos públicos, pienso que vale la pena poner el verdadero debate sobre la mesa. 

domingo, julio 12, 2015

Cada alumno toca su instrumento...



Cada alumno toca su instrumento, no vale la pena ir contra eso. Lo delicado es conocer bien a nuestros músicos y encontrar la armonía. Una buena clase no es un regimiento marcando el paso, es una orquesta que trabaja la misma sinfonía. Y si has heredado el pequeño triángulo que sólo sabe hacer ting ting, o el birimbao que sólo hace bloing bloing, todo estriba en que lo hagan en el momento adecuado, lo mejor posible, que se conviertan en un triángulo excelente, un birimbao irreprochable, y que estén orgullosos de la calidad que su contribución confiere al conjunto. Puesto que el gusto por la armonía les hace progresar a todos, el del triángulo acabará también sabiendo música, tal vez no con tanta brillantez como el primer violín, pero conocerá la misma música.
Hizo una mueca fatalista:
—El problema es que queremos hacerles creer en un mundo donde sólo cuentan los primeros violines. 
Una pausa:
—Y que algunos colegas se creen unos Karajan que no soportan dirigir el orfeón municipal. Todos sueñan con la Filarmónica de Berlín, lo que es comprensible... 

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Del libro Mal de escuela, de Daniel Pennac (DeBolsillo, 2010)