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jueves, mayo 31, 2018

La precariedad y el hartazgo

Genoveva Flores, profesora del Tec de Monterrey Campus Estado de México, reflexiona sobre las razones del ascenso de López Obrador en las encuestas más recientes. 

Delfina Gómez, a quien se refiere la profesora Flores en este texto, fue candidata de Morena al gobierno del Estado de México en 2017. Ahora es candidata al Senado. 

A todos los que se preguntan desde un lugar ominoso ¿por qué las tendencias de voto favorecen a AMLO? quiero darles una respuesta y para comenzar decirles que no me gusta el candidato puntero.

En México hay más de 40 millones de personas en condición de pobreza. La gran mayoría vive en los cinturones de miseria de las ciudades. Si vienes al Edomex sólo tienes que voltear a ver el Cerro del Chiquihuite y otros de la Sierra de Guadalupe, para, a lo lejos, ver la precariedad. Si vas por el circuito exterior mexiquense desde que sales de la autopista de Querétaro y hasta Ixtapaluca, puedes ver a tu derecha y a tu izquierda kilómetros y kilómetros de colonias y unidades habitacionales deterioradas, donde viven algunos de esos millones.

Los presupuestos de esos municipios acabaron en los bolsillos de la clase política mexiquense en el sexenio de Eruviel, en el del papá del Del Mazo... en el de todos los que vinieron de Atlacomulco.

Para derrotar a Delfina en las elecciones pasadas fue menester gastar dinero a carretadas para la compra de votos y aún así les costó mucho trabajo hacer este fraude, que para quienes enseñamos ciudadanía fue un delito mayor.

¿Qué les dijo a las miserables del Estado de México una profesora que no se expresaba correctamente, que no tenía estilo? Les dijo algo muy, muy importante, les dijo que una mujer que toma el camino de la movilidad social que permite la educación, puede tener una vida honrada y acceder al espacio público. Trascender a través de una labor importante: ser profesora. Eso es verse en un sueño, eso es tener esperanza cuando todo tu entorno te dice, por la vía de un atraco de policías, por un despido, por tu calle llena de baches, de basura y de pandilleros que son los hijos de tus vecinos: "Eres la basura social".

La disparidad social se acrecentó con el modelo neoliberal, se perdieron la década de los 80 y 90. Y llegó una nueva generación que no tuvo nada, nada. Los que crecimos en los 70 todavía tuvimos calles tranquilas, escuelas públicas con calidad. Nos defendimos con nuestras carreras en la UNAM.

Ese México ya no existe, la promesa de la redistribución del sistema republicano es papel mojado, la profundización de la disparidad social que generaron empresarios como los que ahora se pronuncian en el espacio público, es real. Es la piel de nuestro México. Cómo me gustaría que se conociera generalizadamente lo que hace un empresariado mucho más socialmente responsable, como el alemán, como los franceses, como los canadienses en su país. Aquí sólo por excepción tenemos hombres y mujeres corresponsables.

El escenario político actual lo hemos creado todos al no aceptar que somos corresponsables de la pobreza.

El discurso populista germina porque la base de la pirámide social es un resumidero de lo peor de nuestra política y de nuestra economía, y también de haber volteado hacia otra parte.

jueves, noviembre 10, 2016

Las razones de Trump


(Caricatura de David Rowe)

Hace algunos meses tuve la oportunidad de desayunar con Patricio Díaz, exalumno de la Preparatoria Esmeralda, y actual estudiante de Ciencias Políticas en el ITAM. Desde que lo conocí en el bachillerato lo he considerado un joven lúcido e inteligente. En el desayuno conversamos un poco sobre la elección presidencial en EU, y me di cuenta de que su ojo crítico se había aguzado. Por eso ayer le pedí que respondiera tres preguntas sobre la victoria de Trump. Aquí sus respuestas. 

¿Por qué ganó Trump?

Apeló al sector racial blanco de clase media que ha sido olvidado y excluido por las élites políticas y económicas que, en parte, representa Hillary. Otro acierto suyo fue mostrarse como un outsider: un candidato de esta naturaleza tiene la oportunidad de hacer y decir lo que quiera sin incurrir en un costo político al no tener que guardar apariencias con nadie.

Transformó el odio al interior del país a un odio hacia los mexicanos. Guardando proporciones, esta estrategia podría equipararse a la de Hitler o Mussolini, al instrumentar una campaña basada en achacarle todos los males que aquejan a EEUU a un solo culpable (externo).

¿Por qué nadie lo vio venir?

Me parece que no fue que nadie lo viera venir, sino que se presentaron una combinación de hechos que le favorecieron rumbo al final de la campaña. Aquí jugaron un gran papel el FBI y los medios de comunicación al ser sumamente irresponsables con el manejo de la información con respecto a la segunda investigación de los correos de Hillary. Esto provocó que se acortaran distancias entre ambos candidatos. Por último, lo que terminó por inclinar la balanza a favor de Trump fue el famoso "voto oculto" que más bien llamaría como "la doble moral norteamericana".

¿Qué lección deja la victoria de Trump a políticos, periodistas y encuestadores respecto a la forma de leer a los votantes?

Pienso que hay una correlación entre baja participación ciudadana (provocada por el distanciamiento de la clase política de los ciudadanos) y resultados más volátiles y dañinos para la democracia. Esto dificulta sin duda el papel de los encuestadores y les resta un gran poder, al convertirlos en simples especuladores. Me parece que no puede haber una señal más clara de que es urgente un acercamiento entre la clase política y los ciudadanos.

jueves, julio 16, 2015

La política todavía importa



Podría pensarse que el México actual no representa ni el mejor lugar ni el mejor momento para recomendar un libro que lleve el título de Política. Según datos de un estudio realizado en agosto del año pasado por la Cámara de Diputados, el 75% de los mexicanos confiamos poco o nada en los partidos políticos. Imagino que a la luz de los acontecimientos recientes ese porcentaje aumentó. 

Y sin embargo aquí esto, recomendándoles un libro sobre esa ciencia a la que la mayoría de nosotros achacamos los males de este mundo (o al menos de este país). 

El autor es David Runciman, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Cambrige y parte de una premisa interesante: ¿Cuál es la diferencia entre vivir en Siria y hacerlo en Dinamarca? Siria, en guerra civil desde hace años, más de cien mil muertos y millones de desplazados; desempleo cercano al 60%. En Dinamarca, el 75% de sus ciudadanos confían en las instituciones públicas, 83.4% se sienten seguros caminando de noche y 89% considera que tiene más experiencias positivas que negativas al terminar el día. 

No es que los daneses sean mejores personas que los sirios. No son intrínsecamente más amables ni más inteligentes (...) A los daneses tampoco les han tocado en suerte más recursos naturales que a los demás. Al contrario: Siria forma parte del creciente fértil que fuera cuna de la civilización; Dinamarca en cambio es un inhóspito enclave nórdico con pocos recursos naturales propios (...) Lo que distingue a Dinamarca de Siria es la política. La política ha contribuido a que Dinamarca sea lo que es. Y también ha contribuido a que Siria sea lo que es. (Runciman, 12)

No piensen que la propuesta de Runciman es simplemente transplantar la política danesa al contexto sirio. Él sabe, y lo deja claro en el libro, que la solución es todo excepto sencilla. Su propuesta es precisamente que, "en los lugares en los que la política resulta más necesaria —ahí donde la necesidad de ayuda es más evidente— son aquellos en los que no suele dar frutos". (Runciman, 128) Es paradójico, pero es justamente donde la política ha fallado donde más se necesita de ella. La tecnología ayuda a paliar algunas de las fallas de los sistemas democráticos, pero no las resuelve de fondo. Y el otro recurso (la violencia) es justamente la razón por la que existe la política: baste recordar aquella idea de Clausewitz de que la política es la continuación de la guerra por otros medios.

Les recomiendo ampliamente este libro. Sobre todo si, como a mí antes de leerlo, la simple idea de toparse con un ensayo político les parece una absurda manera de perder el tiempo. Créanme: encontrarán razones para considerar que la buena política no es sólo importante, sino también urgente. Sobre todo aquí, y ahora. 

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Política, de David Runciman (2014), está editado en español por Turner. Su precio en librerías es de 270 pesos. La edición digital está disponible en 80.33 pesos. 

martes, junio 25, 2013

Mandela


Ayer, dos días después de que se informara el “estado crítico” de Nelson Mandela, empecé a leer el libro La buena y la mala educación, de Inger Enkvist. En él, la autora inicia desarrollando el concepto de crisis alrededor del cual se ha construido el discurso de los indignados (sobre todo en Europa, pero actualmente lo vemos en Brasil y Turquía). “Es verdad, dice Enkvist, que la plutocracia es responsable, y mucho, de la situación en la que nos encontramos. Pero no es verdad que no existan otras razones por las que la crisis se haya agravado.” Y apunta: “Lo que nos falta es un ideal que se eleve por encima del terreno baldío de la mera compra-venta, de las estrictas leyes del intercambio y del tanto vales”. Cuando leí estas últimas palabras me vino de inmediato a la mente la imagen de Mandela.
¿Saben qué es lo que más me desconcierta? Que muchos de nosotros no sabemos quién es. Y desde luego –supuesta esa ignorancia– aún menos entendemos por qué debería interesarnos saber quién es. Posiblemente hace unos días, sin el buzz mediático de su delicada salud (próximo a cumplir 95 años), pocos podríamos afirmar si estaba vivo o muerto.
No es este el espacio para repasar la vida y obra de este magnífico ser humano (hay libros y películas que cumplen bastante mejor esa función), pero sí me gustaría reflexionar en torno a la relevancia que tiene (o debería tener) una figura como la de Mandela en nuestros tiempos. Es importante conocerlo porque la suya es la historia de un hombre bueno que triunfó. En un país que hasta 1989 reservaba zonas de la playa para uso exclusivo de los blancos, Mandela se rebeló y en 1962 fue encarcelado acusado de sabotaje (en realidad, simplemente, luchaba contra el apartheid). Pasó 27 años en prisión, sufriendo todo tipo de vejaciones durante su encierro. Fue liberado en 1990 en medio de una turbulencia política que desmadejó al apartheid y amenazó con una guerra civil. En ese contexto Mandela se erigió como factor de unidad social y encauzó a Sudáfrica hacia el desarrollo económico. Su genio político fue reconocido mediante la concesión del Premio Nobel de la Paz en 1993 y la presidencia del país entre 1994 y 1999.
Y logró todo esto siendo bueno. Después de 27 años de injusta reclusión no se dejó dominar por el deseo de venganza (aún cuando pudo haber incendiado Sudáfrica con un par de decisiones que nadie habría podido reprocharle) y en vez de ello se dedicó a reconstruir un país que hoy despunta entre los llamados “en vías de desarrollo”. 
Triunfó porque prefirió ver el bien en las personas a las que el 99% de la gente habría de considerado imposibles de redimir. Si Naciones Unidas decretó que el apartheid era un crimen contra la humanidad, ¿qué mayores criminales que el ministro de Justicia del apartheid, el jefe militar supremo del apartheid, el jefe de Estado del apartheid? Sin embargo, Mandela apuntó directamente a la semilla oculta que albergaba a sus “ángeles buenos” y supo sacar la bondad que yace en el fondo de todas las personas. (…) Con su empeño en despertar e incitar lo que había de mejor en ellos y en todos los sudafricanos blancos, les ofreció un regalo de valor incalculable: hizo que pudieran sentirse mejores personas. (Carlin 316-17)      
Mandela morirá pronto y se levantará mucho polvo. Esta nota de El País da cuenta de su familia dividida, peleando incluso por las vajillas de la casa de Madiba (nombre de tribu de Mandela). El escándalo será mayúsculo. No nos dejemos distraer y recuperemos el valor de este hombre inigualable; recordemos que los buenos también existen… y ganan. Ganan contundentemente. Cuando el periodista inglés John Carlin le preguntó a Desmond Tutu cuál era el valor más perdurable de Mandela, el reverendo respondió: “Es fácil. Un amigo me dio la respuesta cuando me dijo: ‘Lo mejor de todo lo bueno que ha ocurrido es que puede volver a ocurrir’”.
Que así sea. 
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Para saber más: Muy recomendable entrada en el blog "África no es un país", del diario español El País. Se titula "Mandela, profundamente humano" y la firma José Naranjo. 
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Carlin, J. (2009). El factor humano. Nelson Mandela y el partido que salvó a una nación. México: Seix Barral.
Enkvist, I. (2011). La buena y la mala educación. Ejemplos internacionales. Madrid: Encuentro.