lunes, noviembre 26, 2018

Sobreviviendo a la pubertad


Dicen Bárbara Tamborini y Alberto Pellai (La edad del tsunami, 2018) que la preadolescencia es la edad del tsunami: cuando entra en una familia, lo arrolla todo. Desde luego, y a diferencia del maremoto, la pubertad no tiene por qué ser desastrosa. Mucho menos si se cuenta con herramientas para lidiar con ella. 

Con esa intención, un par de jóvenes psicólogas han desarrollado un taller de supervivencia especialmente para preadolescentes (niños y niñas de entre 11 y 14 años). Se abordarán temas de comunicación, relaciones interpersonales y conductas de riesgo, entre otros. 

Tania Santamaría, una de las cabezas del proyecto, es exalumna mía y accedió a responder estas preguntas para ofrecer más detalles sobre el taller, del que habrá una versión para padres y madres de familia en febrero próximo. 

¿Cuáles son los retos más importantes que padres y profesores tienen al momento de educar preadolescentes?
En la preadolescencia se viven muchos cambios, así que hay bastantes retos. Entre los más importantes se encuentran la comunicación, establecimiento de límites, protección del autoestima y relaciones con pares.
Considero que el más difícil es la comunicación. Los preadolescentes ven las  figuras de padres y profesores como una autoridad, y en esa etapa se encuentran desafiándola. Es normal y es parte del desarrollo, pero es importante establecer límites claros y amorosos.
Por otro lado, como comento, los límites son esenciales en esta etapa y en cualquier otra. Los preadolescentes se encuentran explorando y experimentando, así que es necesario dejarlos revisar y conocer el mundo; pero siempre teniendo claro que hay reglas y éstas se deben respetar.

Hay papás y profesores de preadolescentes que asumen que en esta etapa deben ser amigos de sus hijos o alumnos. ¿Hasta qué punto es esto o no recomendable y por qué?
No lo considero recomendable. Como mencioné previamente, la comunicación es uno de los temas más difíciles de llevar con los preadolescentes, pero el establecimiento de límites y reglas es necesario para un buen desarrollo.
Hay una diferencia entre tener un rol de padre o madre amorosa y uno de amigo o amiga. En el primero, se educa, se escucha, aprende y entiende lo que el o la adolescente está viviendo; en el segundo, por otro lado, los límites quedan olvidados y se divierten haciendo cosas “de grandes”.
Puede ser muy perjudicial para los niños que se están convirtiendo en adolescentes no tener una figura constante y amable. Sin embargo, es peor mostrar una actitud de libertinaje que solape las actitudes del menor. Esto lo o la puede llevar a no respetar más adelante los acuerdos que se viven en el día a día.

Cuéntanos un poco acerca de la metodología del taller. ¿Cómo harán para que los asistentes no asuman las sesiones como "clases" normales?
Se llevarán a cabo actividades lúdicas donde los preadolescentes no sientan que están aprendiendo. Al ser un taller psicoeducativo, vienen muchos elementos de conocimiento, pero en este caso, haremos que los y las chavas tengan una idea divertida de aprender.
Se emplearán elementos tecnológicos, actividades en equipo, reflexivas, competencias, chistes y expresión corporal y creativa.
Buscamos que sea un espacio donde los jóvenes puedan crear un círculo social para así tener redes de apoyo, las cuales son importantísimas para todos.
El lenguaje también será esencial. No pretendemos hablar como maestras. Buscaremos ser una figura de aprendizaje que sea amable y confiable.

¿Por qué decidieron iniciar con el taller para los chicos y no con el de los papás?
Nos pareció importante entender qué están viviendo los preadolescentes de hoy en día antes de dar un taller para padres y madres. Es cierto que nosotras desarrollamos el taller investigando y revisando tendencias actuales, pero nada como tener a los jóvenes frente a frente y tratar con ellos.
Al final entregaremos resultados personalizados para revisar las áreas de oportunidad, problemáticas y motivaciones de los y las adolescentes. Esto a los padres les brindará una mejor perspectiva y conocimiento de sus hijos e hijas.
Tenemos planeado, en febrero, desarrollar un taller para los padres y madres interesadas tomando como base la información que hayamos podido observar en esta primera experiencia. De esta manera garantizamos un taller hecho a la medida del preadolescente actual y no un taller de libro, como hay muchos.

Háblanos acerca de quienes impartirán el taller. ¿Qué formación tienen? ¿Con qué experiencia cuentan en el área?
Somos dos psicólogas. Llevamos siendo amigas mucho tiempo y comenzamos a ver necesidades a lo largo de nuestra formación, con esa idea, surgió PANORAMA, nuestra organización, donde estamos comenzando a trabajar con psicoeducación experiencial que contribuya a un mejor desarrollo del individuo en la sociedad actual.
Las dos somos jóvenes y buscamos integrar todos los cambios que hay en el mundo en un espacio seguro donde se puedan desarrollar habilidades y obtener herramientas.
Karen, mi socia, y yo, estudiamos la Licenciatura en Psicología en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Tenemos cuatro años de experiencia, pues el sistema de la UIA exige prácticas desde el primer semestre. Las dos hemos trabajado con poblaciones infantiles, adolescentes y adultas, todo esto en diferentes escenarios, algunos de ellos centros de internamiento para adolescentes en conflicto con la ley, clínicas para personas con trastornos de la conducta alimentaria, personas migrantes, madres y padres de familia, estudiantes, personas que viven con VIH, entre otros.
Tenemos una visión bastante completa de la estructura del ser humano y buscamos integrarla para que cada quien, desde su individualidad, enriquezca PANORAMA.
Tenemos la idea de compartir nuestra pasión con las personas que decidan inscribirse a nuestros programas y conocer sobre ellos o ellas para integrar nuevos modelos o formas de pensar. Es un ejercicio colaborativo que va acompañado de mucha investigación para poder brindar los mejores talleres.
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El taller Las cosas que no te dijeron de crecer, para niños de 11 a 14 años, se impartirá los próximos 13, 14 y 18 de diciembre de las 4 a las 7 P.M. en las oficinas de PANORAMA (Cd. Satélite, Edomex). El costo es de $1,500 e incluye materiales didácticos. Habrá una sesión informativa el 29 de noviembre a las 5 P.M. Pueden solicitar más información escribiendo a panoramaworkshops@gmail.com o llamando a los teléfonos 55 4135 2219 o 55 2332 9814.   

jueves, noviembre 22, 2018

Elogio del valemadrismo


Hasta hace relativamente poco tiempo, siempre había considerado "importantes" a las personas demasiado ocupadas. Aquellas que se tardan mucho tiempo en responder un mensaje (y te contestan disculpándose de haber estado tan ocupados), que siempre tienen prisa (y casi siempre llegan tarde) y tienen que revisar su agenda para confirmar si pueden tomar café alguna tarde. En nuestros tiempos, no tener tiempo libre o tenerlo poco, parece un símbolo de estatus: "Si está tan ocupado seguro es porque le va bien, porque es exitoso, y (obviamente) gana mucho dinero".

No sé cómo sea en otros ámbitos, pero al menos en los que me muevo, lo "ideal" (ojo con las comillas) parece ser tener agenda llena, y no terminar algo cuando ya tienes en tu lista de pendientes otra pila de tareas que urgen. Sólo este año tres compañeros de trabajo han sido diagnosticados con problemas de salud por estrés laboral y al menos dos más (incluido yo) dejaron sus puestos directivos agobiados por una carga de trabajo que hace tiempo dejó de ser exigente y se convirtió en absurda (la evaluación de mi desempeño en el actual ciclo escolar se hará sobre la base de, al menos, 27 rubros). Byung-Chul Han ha escrito bastante al respecto (sobre todo en La sociedad del cansancio, 2010) donde establece: "Lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino el rendimiento como nuevo mandato de la sociedad de trabajo".

Sin tanta densidad filosófica presenta Mark Manson su primer libro, El sutil arte de que te importe un carajo (HarperCollins, 2017), en el que reflexiona sobre la importancia de reducir, no aumentar, la cantidad de cosas que importan. "El problema de la gente que anda por la vida dándole importancia a todo y a todos es que llega un punto en que se comieron toda la bolsa de palomitas y no les queda nada realmente valioso a qué darle importancia". Aderezado con algunas anécdotas personales y algo de budismo elemental, Manson logra dar en el clavo de la reflexiones necesarias pero tan frecuentemente evadidas en nuestros tiempos: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Para agradar a quién? ¿De quién fue la idea original de estudiar esto o trabajar en aquello? ¿A quién conviene que tengamos tanto miedo de equivocarnos, y que prefiramos "malo conocido que bueno por conocer"? ¿Por qué nos da tanto miedo decir "no" a algún trabajo, proyecto o persona? 

La conclusión de Manson es también obvia, pero no sencilla. En realidad no invita a que todo nos importe un carajo, sino a redefinir los valores de nuestra vida, que seamos nosotros los que elijamos qué problemas enfrentar, y mientras menos mejor. Asignarse problemas verdaderamente importantes (desde nuestro punto de vista) y que lo demás valga --como dice mi abuela-- una pura y dos con sal (o sea, nada). Desde esta perspectiva lo aberrante no es tener "demasiado tiempo libre" sino una agenda tan saturada que no se cuente con tiempo para hacer lo que realmente nos satisface. Y asumir (sin culpa) que muchas veces eso es profundamente "improductivo" y prácticamente imposible de medir cuantitativamente: salir con los amigos, correr un maratón, armar un rompecabezas, volver a escribir en su blog... Lo que ustedes decidan. 
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El sutil arte de que te importe un carajo, de Mark Manson, está editado por HarperCollins México. La edición impresa cuesta $234 (en Gandhi), la digital (en Kindle), $89.