miércoles, agosto 30, 2006

En el hoyo


Excelente película de Juan Carlos Rulfo.
Muestra una parte del proceso de construcción del segundo piso del Periférico (quizá la más importante) la de los albañiles y obreros que, ganando 3 mil pesos al mes, arriesgan su vida para que la "mega obra" se lleve a cabo.
Hay humor, filosofía y mucho trabajo de esas centenas de personas anónimas que hacen posibles las calles por las que transitamos todos los días.
La música, compuesta por Leonardo Heiblum con base en sonidos recogidos de la obra, es realmente sobresaliente.
Quizá esté de más el rollo místico que intenta meter Rulfo a través de Natividad, un personaje que no se cansa de repetir que las obras grandes necesitan alma, y por eso es necesario que haya muertos en el transcurso de la construcción.
Todo lo demás, impecable.
No dejen de verla. Pese a a lo que pueda pensarse de un documental basado en el segundo piso, éste NO le hace propaganda al Peje, aunque a Paola y a mí sí nos tocó una viejita perredista que lanzó loas a AMLO durante la última secuencia (que, por otra parte, es francamente conmovedora... la secuencia, no la viejita, claro, jajaja).
(Calificación ergozoom: 90)

jueves, agosto 24, 2006

Se va, se va, se fue...

Este Blog se honra en presentar en ex-clu-si-va un texto enviado por viejo conocido y lector de este Blog: Josemaría Camacho. Filósofo, escritor y publicista indignado por la súbita expulsión de Plutón del Sistema Solar.
El autor indaga los motivos del Cosmos... y de los geniecillos con bata que tomaron esta decisión hoy en Praga. Sus conclusiones nos convencen a todos, claro, menos quizá a la SEP que tendrá que reimprimir millones de libros de Ciencias Naturales y a las decenas de museos en el mundo que tendrán que arrancar de sus muros y tirar a la basura la pequeña bola de unicel que representaba a ese planeta wannabe que era Plutón.

Que dice mi mamá que siempre no
Josemaría Camacho

Un gasto imprevisto surgió para quienes administran el presupuesto de la Secretaría de Educación Pública. Y es que 2500 tipos de todo el mundo, todos ellos con doctorado y bata, se reunieron recientemente en Suiza para decidir, por unanimidad, que nuestro Heroico Sistema Solar (y digo Heroico, porque todas las proezas que conocemos han sucedido dentro de él) reducía su cartera de socios de nueve a ocho.

Plutón, el más pequeño de los cuerpos protagonistas protegidos por la cobija solar, perdió su estatus de planeta después de adquirirlo injustamente allá por los años treinta con un criterio bastante confuso, que dio pie a mucha controversia el año pasado cuando se descubrió un cuerpo mayor que él dentro de los rangos de territorio del Sistema, que estética y nemotécnicamente recibió el nombre de Ubetrescientostrece.

La cuestión se planteó en la comunidad científica mundial en estos términos: o nuestro amigo Ubewhatever se convierte en el décimo planeta, o tendremos que expulsar del club a Plutón, que aunque es pequeño, ha servido muchísimo para que los niños se aprendan el nombre de los planetas mediante canciones, porque tiene nombre de cierre de canción (aunque hay que decir que también es fácilmente sustituible por una onomatopeya musical). Eso sin contar que quizá la película Brakefast in Pluto tendría que cambiar su nombre a Breakfast in some space rock.

En fin, seguramente pensando en la canción de Burbujas que ennumeraba los planetas, los científicos votaron por expulsar a Plutón al universo (literalmente) de los innombrables, allá donde dice Andrés López que habita Carlos Salinas. Y si Octavio Paz dice en El Arco y la Lira que “lo primero que hace el hombre ante una nueva realidad es nombrarla”, que “nombrarla es conocerla”, siguiendo su argumentación, tendríamos que decir que a Plutón ya no lo conocemos. Y a eso sólo se puede llegar de dos formas: o negamos categóricamente haberlo conocido como Andrés López desconoció a Salinas y millones de automovilistas desconocen a diario a las mujeres que mendigan dinero; o bien, nos obligamos a olvidarlo.

Entonces tiraron a Plutón a la basura y luego eligieron la opción Empty Trash en sus discos duros mentales. Y parece que la decisión fue muy atinada. Expondré dos razones por las que pienso que así fue:

a) Porque es imposible lograr una buena entonación de la canción de Burbujas si incluimos a nuestro amigo Ube en la letra. Imagínenlo, lean lo que sigue con la entonación de la cantaleta infantil: Mercuriovenustierramartejúpitersaturno /
uranoneptunoyplutónyubetresceintostrece. ¿Verdad que no suena bien?
b) Porque si no ponemos algo de exclusividad en el club solar, al rato cualquier roquilla espacial va a querer entrar, y una vez más el aprendizaje de los nombres de los planetas solares se complicaría demasiado para nuestros pequeños.

Ante dos argumentos de semejante calibre, lo mejor era desterrar a Plutón, olvidarlo en el olvido. Devolver a los niños del mundo la sonrisa, dejarlos cantar la canción de Burbujas sustituyendo con el vocablo (o exvocablo) Plutón con la palabra tantán

Y volviendo al principio, para terminar al verse, hay que decir que sólo hay una legión enfadada con el asunto planetario, que tan democráticamente fue resuelto (como todas las cosas importantes del mundo, excepto las elecciones presidenciales futuras en Venezuela). Y esta legión es la de los funcionarios encargados de dar cuentas al gobierno federal sobre el uso de los presupuestos en la SEP, porque ahora tendrán que imprimir de nuevo todos los libros gratuitos de Ciencias Naturales, para corregir el error científico de haber llamado a una roca atrapada en el campo gravitacional del Sistema Solar con el pomposo nombre de Planeta.

¡A jugar!

¡Mejor que Progol, mejor que Tris, mejor que Melate con Revancha!
Llegó la Quiniela ergozoom...
Que contiene: una quiniela semanal para todos los juegos del torneo mexicano, empezando desde la jornada cuatro.
Sólo tienen que entrar a www.mediotiempo.com, inscribirse en la sección 'quinielas' (gratis) y luego acceder a la quiniela de grupo que tiene como nombre 'ergozoom'. La clave de acceso es psczeg8c. Luego llenan su quiniela y están listos para hacerse millonarios. Bueno, no. Porque no hay nada en juego, salvo la dicha de ser el mejor quinielero de Blog y quizá cruzar alguna apuesta de vez en cuando. ¡Puro amor al arte!
Los resultados se cuentan a partir de la Jornada 4, que inicia el sábado a las 3pm. Pueden llenar su quiniela hasta 10 mins. antes de esa hora.
¡Lléguenle!

martes, agosto 22, 2006

Optudimoder, ja

Germán Dehesa, hoy en Reforma.
Por cierto, tiene un sitio web contra el bloqueo perredista:
www.despejalaciudad.org.mx

"Jamás estará en mí solicitar la represión, pero del mismo modo no están en mí el apocamiento y la sumisión y, la mera verdad, AMLO ya me tiene optudimoder con su creciente discurso derogatorio, ofensivo, falto de todo espíritu democrático, bravero y rijoso cuyo volumen aumenta precisamente porque nadie responde. Yo sí. Ya estuvo bueno de estar aguantando a un señor que ya le estorba hasta al partido que lo postuló. ¿Que vas a organizar una rebelión social?, ¡órale!, ¡bríncale, manito!, a ver de a cómo nos toca. ¿Que vas a sitiar al gobierno legalmente electo y, en la mejor escuela de Evo Morales, no lo dejarás gobernar?. ¡Éntrale!, pero ve viendo de qué lado pega el diurex, no vaya a ser que la autoridad que dinamites sea la tuya. Créenos, AMLO, ya no haces gracia y como decía mi abuela, más vale batirse en retirada que retirarse batido; todos sabemos de las ganas locas que tenías de ser Presidente, pero ten presente que, llegado el momento, los votantes recordaron tu condición peleonera y pueblerina, tu numerito de la chachalaca, tu inasistencia al primer debate, tu colusión con Ponce y Bejarano, tus aires de suficiencia cuando te supiste arriba en las encuestas, tu costosa ruptura con Cuauhtémoc y, sobre todo, tu permisividad para rodearte de puro desecho y puro detritus político. Me refiero a Camacho, a Bartlett, a Fernández Noroña, a Martí Batres, a Porfirio, a Durazo y a muchos otros infraseres que tú recogiste en tu seno como si no tuvieras suficiente con Bejarano. Todo esto que de manera incompleta he esbozado son piezas claves del complot contra AMLO instrumentadas por el propio AMLO. Olvídate de Fox y de los "poderes fácticos" que obviamente conspiraron contra ti; concéntrate en lo que tú hiciste para ganarte la derrota y con ella el camino del martirio que tanto parece fascinarte. En eso, mi buen, tienes que trabajar y mientras tanto, aplácate, Satanás, y guarda a tus animalitos. Se acerca la hora de recuperar la normalidad y de ponernos todos a trabajar en santa paz sin olvidar, éste es mi mejor deseo, de lo prioritario que es dar la batalla contra la pobreza".

lunes, agosto 21, 2006

Otra demoledora


Dirige: Sylvester Stallone. Actúa: Sylvester Stallone. Escribe: Sylvester Stallone. Produce... ¡adivinaron! Esta película es 150% Sylvester Stallone. Con todo lo bueno y malo que eso significa.

Para Navidad, su estreno en EU. En México no la esperamos mucho más tarde.

Vuelo 93


Acabo de ver Vuelo 93, una de las varias películas sobre el 11 de septiembre que veremos este año. Ésta trata del vuelo 93 de United, el único de los cuatro secuestrados que no alcanzó su objetivo dada la valentía de algunos pasajeros... y la manifiesta incompetencia de los secuestradores.
Dudo mucho que esté realmente basada en hechos reales.
Empecemos con los secuestradores. ¿Es posible que de los cuatro sólo uno hablara inglés? ¿Y que ese uno fuera el encargado de pilotear el avión? Es decir, ¿cómo secuestras un avión en EU y no te preocupas de que al menos uno de los que van a tener contacto con los rehenes hable su idioma, para entender qué dicen, qué traman, qué piden? En la película los secuestradores están "barbarizados". Pocas veces se subtitula lo que dicen y los espectadores quedamos con la impresión de que eran poco menos que animales incapaces de lenguaje, que sólo farfullaban rezos y, a veces, maldiciones...
Otra: ¿Cómo es posible que tantos pasajeros pudieran llamar por teléfono? Los secuestradores ven que la gente llama ¡y no hacen nada! Les gritan "¡barbarbarbar!" pero nunca les quitan los teléfonos ni les piden lo más elemental en un asalto o secuestro (según nos ha enseñado Hollywood, claro): ¡manos arriba y donde pueda verlas todo el tiempo!
Una más: los pasajeros empezaron a sublevarse cuando, según la película, faltaban 20 minutos para llegar a su objetivo (nunca especificado). Y, bueno, en vez de ganar tiempo simulando una negociación, uno de los secuestradores gritó "¡Gerónimo!" (o su equivalente en árabe) y se lanzó sobre los pasajeros con el carrito de las azafatas... (sin comentarios)
Y tampoco entiendo cómo en este mundo de Internet, donde con una webcam de 30 dólares nos podemos ver en tiempo real en cualquier parte del mundo, nadie pueda saber a ciencia cierta, en una emergencia como ésta, quién está en la cabina de un avión comercial. Los únicos indicios de los secuestros llegan a las autoridades, según la pelicula, a través de grabaciones con calidad de audio inferior a la que debe haber en la Zona del Silencio. Y las rutas de los aviones se ven en pantallas monocromáticas que al parecer tardan bastante más que este blog en actualizarse.
En fin. Nunca sabremos lo que realmente pasó en ese avión. Se valen las conjeturas. Pero una cosa es elucubrar con base en hechos reales y otra tratar de verle la cara a la gente con argumentos inverosímiles so pretexto de la falta de datos para llenar huecos en el guión..
Esperemos que Oliver Stone haya filmado una mejor historia que ésta. Ya viene World Trade Center. Pronto en un cine cerca de usted.

jueves, agosto 17, 2006

De villanos a héroes... ¿a villanos?

La historia de los pescadores nayaritas rescatados en Oceanía, a 8 mil kilómetros de distancia de su puerto de embarque luego de más de 8 meses de travesía no deja de ser cada vez más fascinante.
Ya lo es el hecho de que hayan sobrevivido, durante tanto tiempo, comiendo sólo peces voladores y bebiendo agua de lluvia. Pero conforme pasa el tiempo y la gente está ávida de información al respecto, nos vamos enterando de detalles desconcertantes y, algunos, francamente macabros.
Primero las autoridades de Nayarit (donde se ubica el puerto de San Blas) afirman que los pescadores, qué caray, eran piratas. O sea, no tenían permiso para pescar. Por eso se alejaron tanto de la costa y, claro, por eso también no avisaron a las autoridades costeras ni su posición ni su actividad.
Se los llevó la corriente Nortecuatorial, desplazándolos 30 kilómetros diarios hacia Oceanía. Primero se dijo que eran tres (porque tres fueron los que encontró el pesquero taiwanés que los rescató) pero hoy, tres días después de conocida la hazaña, sabemos que originalmente no eran tres, sino cinco, los hombres que iban en la barca. Según declaró uno de los sobrevivientes, los otos dos murieron porque ¡se negaron a comer! Y, claro, arrojaron sus cadáveres al mar.
No cesan las preguntas: ¿Por qué los pescadores sobrevivientes declaran la existencia de sus dos compañeros de travesía 72 horas después de hecho público su salvamento? ¿Por qué cuando se les preguntó cuál fue el momento más difícil relataron cuando vieron una isla y no pudieron llegar a ella y no cuando murieron sus compañeros?
Ya hay versiones que hablan de peleas y discusiones entre los pescadores. Así nomás. Con todo lo que uno se puede imaginar. ¿Pelearon como "Está bien, compadre, a ver, le expongo mi razonamiento de por qué no se puede tomar esa agua..." o pelearon como de golpearse y resbalar uno al mar, los otros no poder rescatarlo, el otro acusar de asesinos, entrar en pánico, los otros aventarlo también?...
¿Pelearon?
Pasarán los días y conoceremos más detalles. Muchos, muchísimos, que sólo valdrán para ofrecer momentos Teletón al público televidente (ya se ve venir uno: el encuentro de uno de los pescadores con su hija de cuatro meses a la que, claro, no conoce). Ojalá también conozcamos los otros detalles. Ésos que nos hablarán, sin prejuicios morales, de cómo reaccionaron tres (o cinco) hombres comunes a la situación límite del naufragio. No se les podrá creer que todo en ocho meses juntos fue comer pescado y otear las nubes... pero tampoco, pienso, se les puede condenar apriori si hicieron algo deleznable.
Son héroes, claro, pero también pudieron haber sido villanos. Y eso sólo los hace más humanos.

El buen Günter

Retomo el editorial “Günter-44”, de El País hoy a propósito de la alharaca luego de que Grass confesara haber pertenecido a la SS de Hitler. Por cierto que hoy se agotó, en su primer día de venta, la primera edición alemana del libro en el que Grass confiesa ese secreto.

"A los 15 años, Günter Grass intentó enrolarse voluntariamente en los submarinos del Ejército alemán, pero fue rechazado por su corta edad. No obstante, en septiembre de 1944, semanas antes de cumplir los 17 años, el futuro escritor fue llamado a filas. Al borde del colapso, la Alemania nazi reclutaba desesperadamente a casi cualquier varón de entre 16 y 60 años. Grass fue incorporado a una unidad de las Waffen-SS -el brazo militar de la organización nazi dirigida por Himmler-, herido y capturado luego por soldados norteamericanos. Estos hechos son comunes a las biografías de cientos de miles de alemanes de la generación de Grass. Grass no era un nazi y no se incorporó voluntariamente a las SS, e incluso aunque hubiera sido así, no es posible ignorar que era un adolescente.

El problema empieza por el hecho de que Grass sólo haya revelado esta parte de su biografía este verano, como anticipo de la publicación de su libro de memorias Pelando la cebolla. Puesto que no hay mayor gravedad en estos hechos de adolescencia, ¿por qué el premio Nobel de literatura no los ha contado con naturalidad en el más de medio siglo transcurrido desde entonces? ¿Por qué no ha aprovechado para hacerlo en sus cientos de libros, entrevistas en prensa y televisión y conferencias? ¿Por qué no se lo dijo a su biógrafo, Michael Jürg? Alguien podría argüir que quizá Grass pensara que estos hechos no eran relevantes, pero es algo difícil de aceptar para un autor que, desde la publicación de El tambor de hojalata en los años cincuenta, ha destinado buena parte de su obra literaria y de su actividad ciudadana a reflexionar sobre la Alemania nazi y las complicidades de las que se benefició.

Durante décadas, Grass ha denunciado con vehemencia que millones de alemanes, por interés, seducción o cobardía, apoyaran a Hitler o cerraran los ojos ante sus tropelías. Es eso lo que hace difícil de entender su largo silencio y lo que provoca malestar entre sus muchos admiradores dentro y fuera de Alemania. Simpatizante de las políticas socialdemócratas y las causas pacifistas, Grass ha venido siendo considerado una autoridad moral cada vez que opinaba sobre asuntos controvertidos, como la reunificación alemana, la situación en Cuba, la globalización y un largo etcétera. Hubiera sido deseable que alguien con esa autoridad fuera un poco más transparente sobre aspectos de su pasado claramente relacionados con el tipo de personaje público que se ha construido.

Más vale tarde que nunca, y el propio Grass admite que este asunto le provocaba un "sentimiento de culpa" y le pesaba como "una ignominia". En cualquier caso, su tardanza en desvelar un hecho biográfico relevante no invalida la calidad de su obra literaria ni la justicia de las causas que ha defendido y defiende. Esa tardanza sólo confirma que nadie es perfecto, que todos somos humanos; a veces, demasiado humanos".

Megaplantón, día 18

Leyendo El Sha, de Ryszard Kapuściński, me topé con estas líneas que me hicieron pensar en el momento que vivimos en México. Ai les van:
"Atendiendo a las técnicas de lucha, las historia conoce dos tipos de revolución. El primero es la revolución por asalto y el segundo, la revolución por asedio. En el caso de la revolución por asalto, lo que determina su ulterior destino y su éxito es la profundidad del primer golpe. ¡Atacar y ocupar la mayor cantidad de terreno posible! He ahí lo importante, pues una revolución de este tipo, con ser la más violenta, es también, la más superficial. El adversario ha sido derrotado pero, al ceder, ha conservado parte de sus fuerzas. Contraatacará y forzará a retroceder a los vencedores. Por eso, cuanto más lejos lleve el ataque inicial más terreno retendrá la revolución a pesar de los retrocesos ulteriores. En una revolución por asalto la primera etapa es la más radical. Las siguientes son un retroceso, lento pero constante, hasta un punto en que ambas fuerzas, la rebelde y la conservadora, llegan a un compromiso definitivo. Es distinto el caso de la revolución por asedio: en ésta el primer golpe es, por lo genral, débil; resulta difícil advertir que anuncia un cataclismo. Pero los acontecimientos, que no tardan en sucederse, cobran vida y dramatismo. Participa en ellos un número de gente cada vez mayor. Los muros tras los cuales se refugia el poder se agrietan y rompen. El éxito de la revolución por asedio depende de la determinación de los sublevados, de su feurza de voluntad y de su aguante. ¡Un día más! ¡Un esfuerzo más! Al final las puertas acaban cediendo. La muchedumbre irrumpe en el interior y celebra su triunfo".

miércoles, agosto 09, 2006

Carta abierta a AMLO

Señor Andrés Manuel López Obrador:

Como otros catorce millones de ciudadanos mexicanos, yo voté por usted en las pasadas elecciones para la presidencia de la República. Aunque en estos momentos de polarización ya no parecen importar los motivos que llevaron a decantarse entre usted y el candidato del Partido Acción Nacional, quisiera exponerle los argumentos que decidieron mi sufragio (los mismos que he tenido que defender, una y otra vez, frente a buena parte de mis amigos).

La primera razón fue que, si bien muchas de sus propuestas no me convencían, debido a su naturaleza abstracta o su ambigüedad —por no referirme a su desenvolvimiento público, marcado por cierto dogmatismo—, estaba convencido de que su diagnóstico sobre la situación de nuestro país era correcto: tras siete décadas de gobiernos autoritarios y seis años de fallida transición a la democracia, la situación económica de la mayor parte de la población permanece atascada y, mientras unos pocos se han beneficiado de las políticas neoliberales y el crecimiento macroeconómico, cuarenta millones de mexicanos se mantienen en la pobreza.

El solo hecho de que el diez por ciento de la población concentre más del cuarenta por ciento de la riqueza me hacía imposible votar por alguien —Felipe Calderón— que no se cansó de celebrar los avances de los últimos años, que nunca se identificó con los pobres y que siempre se plegó a los dictados de los grupos más conservadores (su apoyo a la llamada Ley Televisa es el mejor ejemplo). En segundo lugar, voté por usted para demostrar mi repudio hacia los ardides judiciales y la campaña negativa desatados en contra suya por el PAN.

En su momento fui un ardoroso enemigo del desafuero y, cuando Manuel Espino y los suyos se dieron cuenta de que la única forma que el PAN tenía de ganar era creando una epidemia de miedo, mostré mi desprecio hacia esta táctica (aunque sin sugerir que debiese ser censurada, pues en mi opinión debía prevalecer la libertad de expresión).

Tras conocer los resultados de las elecciones, sin embargo, resulta necesario constatar que la “campaña del miedo” fue sumamente efectiva. Grandes franjas de la población, en especial en el norte del país, se convencieron de que usted era un peligro para México.

Durante las semanas previas al 2 de julio escuché los mismos rumores: que usted era un populista semejante a Hugo Chávez, que usted quebrantaría la estabilidad económica, que usted nos llevaría a la anarquía, que usted nos haría retroceder al echeverrismo, incluso que usted establecería un régimen comunista. Semejantes disparates, justificados incluso por prominentes intelectuales, contribuyeron a crear un clima de desconfianza.

Con esta estrategia, los jerarcas del PAN empezaron a jugar con fuego. Buena parte de la culpa de lo que sucede ahora es de ellos, al impulsar el temor y el odio. A estas alturas, Felipe Calderón debería lamentar que su triunfo no se haya debido a sus propuestas o a su carisma, sino a esta burda estrategia que tanto daño nos ha hecho. Insisto, señor López Obrador: si voté por usted fue, en buena medida, para desmentir a quienes lo acusaban de ser un monstruo o un dictador.

Dicho esto, también es justo señalar que, por más sucia y despreciable que haya sido la campaña panista —similar, por otro lado, a las empleadas en otras democracias del mundo—, no hubiese sido tan eficaz de no ser por los gigantescos errores cometidos por usted y sus estrategas. Justo cuando la estrategia del miedo se hallaba en su apogeo, usted no sólo no supo reaccionar ante ella —hubiese sido fácil demostrar que el verdadero peligro para México provenía de las facciones más retrógradas del país—, sino que, dominado por la soberbia, no asistió al primer debate, desapareció durante semanas de los medios, se enfrentó a numerosos grupos y se conformó con desestimar las encuestas.

Cuando por fin reaccionó, fue demasiado tarde. En este momento no es posible afirmar que usted perdió las elecciones —le corresponderá definirlo al Tribunal Federal Electoral—, pero sí que en esas semanas de pasmo y arrogancia usted mismo minó el éxito de su candidatura. Es su deber reconocerlo: su campaña fue un fracaso. Y debido a ello nos encontramos ante el aparente triunfo de Felipe Calderón por menos de un punto porcentual.

Es natural que usted cuestione la elección. Para ello, la ley marca los pasos a seguir. Su protesta es legítima y necesaria. En cambio, usted no puede poner en duda la validez de toda la elección. Si hubo irregularidades, le corresponde probarlas.

Su idea de llevar al cabo un recuento “voto por voto, casilla por casilla” también me parece prudente dado el escaso margen de triunfo, pero, otra vez, corresponde al Tribunal y sólo al Tribunal decidirlo.

La movilización que usted fomenta, y en especial los llamados a la “resistencia civil”, sólo sirven para encender los ánimos y enrarecer aún más nuestro clima político. El PAN ya jugó con fuego al atizar el odio y la desconfianza, y usted no debe seguir el mismo camino.

Resulta inadmisible su insinuación de que, dado el caso, podría repudiar las resoluciones del Tribunal. Basta ya, señor López Obrador, de tanta irresponsabilidad. Tal vez consiga movilizar a dos millones de personas, pero buena parte de los catorce millones de ciudadanos que sufragamos por usted lo hicimos convencidos de que usted no era —ni es— un peligro para México.

No ceda ante la injusticia, pero tampoco ponga en riesgo nuestra democracia. Aún queda mucho por hacer. Si al final el Tribunal le diese la razón y usted se convirtiera en el nuevo presidente de México, lo que menos necesita es una nación dividida y enconada; si el Tribunal anulase las elecciones, usted necesita demostrar su apego a la ley y a las instituciones para tener alguna posibilidad de triunfo; y, si se confirma la victoria de Felipe Calderón, México lo necesita a usted como un sólido, responsable y prudente líder de la oposición. Millones de ciudadanos esperamos que no nos defraude.

Jorge Volpi
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Publicada hoy en El País

martes, agosto 08, 2006

En la 'Asamblea Permanente'

Acabo de regresar del megaplantón perredista en Paseo de la Reforma.
¿Se acuerdan de cuando a Pinocho lo llevaban a la isla de la diversión, donde todo está permitido y él se la pasa bombísima?
Pues más o menos así es el megaplantón. Es, de hecho, el sueño de cualquier niño o adulto hecho realidad. Puedes hacer lo que quieras... jugar ajedrez, echarte una cascarita de fút, pasar por un elote, dormir, leer, echar pasión con tu novia en alguna tienda de campaña desocupada, ver Betty la Fea, tomar el micrófono y leer poesía o hablar de tu experiencia revolucionaria (o, mejor, hablar poéticamente de tu experiencia revolucionaria), ver una película (en mi recorrido vi tres cine clubes), sentarte a ver alguna de las cuatro partes del documental de Mandoki sobre la vida de SS López Obrador (¡ya viene la quinta!), inscribirte en el diplomado "Historia de los Movimientos Sociales del Siglo XX", cursar un taller de pintura, subirte a un juego mecánico, pintar una manta de protesta o acompañar a los maestros de Oaxaca a recorrer Reforma exigiendo la renuncia de Ulises Ruiz... Es como un Club Med para rebeldes con o sin causa: el hospedaje, los alimentos y, sobre todo, la diversión, está incluida...
Claro que se siente un dejo de que eso no va a durar para siempre. De que esa isla de la felicidad es a fin de cuentas una ilusión verosímil, pero que en algún momento los coches volverán a las calles y la gente a las banquetas...
Igual se siente un movimiento fuerte. Eso hay que decirlo. La gente ahí se ve motivada y dispuesta si no todo, sí a muchas cosas. Deben ser entre 5 y 10 mil, a lo mucho. Y esto no nos habla de lo que pueda pasar en otras partes del país, donde el PRD no es tan fuerte, pero pocos políticos mexicanos tienen en este momento la fuerza como para mover así a la gente, y sería un error subestimar a este líder y a esta gente. Están convendidos, perdón, convencidos de que tienen razón y dispuestos a que esta vez no les quiten el triunfo...
Como dicen los españoles, se requerirá mucha mano izquierda para salir bien de este trance... Que así sea.

domingo, agosto 06, 2006

Crimen y castigo

(Now listening: "Fotografía", de Jumbo)
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Acabo de terminar Crimen y castigo. Uno de esos libros tan gordos (686 páginas en mi edición "de bolsillo") que muy pocas veces se atreve uno a empezar y que, ya iniciada la lectura, parece que nunca va a terminar.
Y sin embargo es un libro que todos deberíamos leer al menos una vez en la vida. Es una de esas lecturas que te ubican: redimensionan tu perspectiva del mundo y te hacen ver lo pequeño que eres. Sin connotaciones negativas esto último. No se trata de acabar el libro sintiéndose insignificante, sino humilde. Reconociendo que hay muchas cosas que escapan a nuestra voluntad (y que influyen en nuestras vidas) y que en ocasiones las grandes almas habitan cuerpos pequeños y débiles, "insignificantes", que nuestra soberbia no nos permite reconocer.
Terminaré este post antes de ponerme místico.
Pienso que todos llevamos un pequeño Rodion Románovich dentro. Todos pensamos a veces (o siempre) que estamos destinados a grandes cosas, que los demás son tan cortos de miras que no alcanzan a ver lo importante que es nuestra presencia entre ellos y, en fin, que casi cualquier cosa que hagamos se justifica ante la naturalmente sublime idea de nosotros como seres superiores.
La historia de Raskólnikov nos enfrenta a la cuestión de qué ocurre cuando la realidad nos para en seco y nos demuestra que, pese a lo que creamos o queramos, somos como los demás (y a veces un poco menos)... La respuesta a esa interrogante no es ni fácil ni única. Pero se adivina necesaria si, como dice el libro de su personaje principal, "en algún modo desea estar tranquilo"

Vo-to-por-vo-to...

Un hecho absolutamente trascendente, pero del cual la mayoría parece no hacer caso es que el Tribunal no podía, jurídicamente hablando, ordenar el recuento total de votos. No porque no quisieran sino porque la Coalición NO SOLICITÓ ese recuento total. Solicitó únicamente el recuento en 231 de 300 distritos. O sea que, aunque el Tribunal hubiera querido, jurídicamente era imposible ordenar el recuento "voto por voto y casilla por casilla".
Claro que AMLO y sus allegados alegan que los magistrados niegan ese recuento porque están coludidos con la gente del poder y "el candidato de la derecha". Su estrategia iba parelela: por la vía política, pedir el voto por voto; por la vía jurídica, solicitar el recuento sólo en los distritos donde supuestamente hubo irregularidades. Un discurso premeditadamente incompatible, pero muy efectivo para enardecer a muchos desinformados que siguen creyendo en la "perversión" del Tribunal Electoral.
Ahora bien: el tribunal decidió que a partir del miércoles se recuenten los votos en 149 distritos de los 231 en lo que el PRD solicitó el recuento. Son más o menos cuatro millones de votos. En una elección donde la diferencia es de 250 mil votos, cuatro millones bien pueden ser definitorios.
Pero -al menos desde mi punto de vista- es claro que AMLO sabe que NO HUBO FRAUDE y que, aún después del recuento, se mantendrá la diferencia a favor de Calderón. López sabe que perdió la elección y ha decidido radicalizar su discurso porque, como escribió Denise Dresser el lunes pasado, decidió ya ser una piedra en el zapato del próximo gobierno: se está haciendo fuerte para ser la oposición con la cual habrá de negociarse todo (o, parafraseándolo, lo mero principal) durante los proximos años. Se victimiza y se hace fuerte. La estrategia es sobremanera inteligente porque en el momento en el que se le intente poner un alto lo único que se logrará será seguirle el juego y victimizarlo de veras. Es un arma de dos filos, claro, porque mientras no se le detiene él sigue bloqueando Reforma y amagando con más protestas, teniendo a millones de personas como sus rehenes políticos...
Hay que ser racionales (y razonables): para hablar de fraude (fraude, no irregularidades), es necesario pensar en una conjura de cientos de miles de personas que actuaron bajo la misma consigna el 2 de julio desde las mesas de votación hasta la Sala Superior del Tribunal Electoral... pasando por el multimentado algoritmo en el sistema de cómputo del IFE... instancias en todas las cuales el PRD tuvo representantes acreditados (que, claro, habrían sido corrompidos o amenazados). Es creer en esa conspiración o confiar en que la jornada electoral fue razonablemente limpia. Con irregularidades, sí, por las cuales el Tribunal ha decidido recontar más del 10% de los votos y basada en un sistema recargado de candados que hacen materialmente imposible la comisión de un fraude como tal.
En este contexto los discursos de AMLO me parecen increíblemente cínicos. Él sabe que no ganó y aún asi alienta a la gente con frases hechas y palabras efectistas. Como un rock star se agarra los testículos para enardecer a su público, AMLO repite -en cada presentación- su "Me doblo, pero no me quebro". Si todo quedara en el blofeo de un tipo que se alimenta de la ilusión de la gente, no habría problema.
Pero cuando el tipo empieza a fanfarronear cerrando avenidas principales, llevando a decenas de miles de personas frente al Tribunal Electoral y afectando la vida cotidiana de millones puede que valga la pena repensar la idea de darle una bofetada y recordarle que su trabajo de showman inicia y termina sobre el escenario... y que abajo, sobre el piso, es otra ley la que se sigue: la de la razón y el bien común.
Por cierto: el 2 de julio yo voté por López Obrador.

sábado, agosto 05, 2006

Soy guarín...

Amo el capitalismo. Bueno. No sé si "lo amo". Pero sí pienso que, como la democracia en lo político, en lo económico es la menos mala de las opciones. Claro que de un tiempo acá es la única opción. El caso es que trato de quejarme lo menos posible y a veces hasta lo defiendo. Pero hay cosas que nomás no se valen.
Urgido de una camisa blanca ante la inminencia de una boda, voy a un centro comercial y entro a la primera tienda de ropa que encuentro. Pido una camisa blanca. Me preguntan mis medidas. No tengo idea. Me las toman. Buscan la camisa. Me dicen que es 100% algodón y que es justo de mi talla. Se ve bien. Pregunto cuánto cuesta. 999 pesos. Pongo ojos de plato. Pienso ¿mil pesos por una camisa? No lo puedo creer. Tengo el dinero, pero ni de chiste pagaría tanto por una prenda de ropa que, si tiene suerte, sólo usaré una o dos veces al año. El vendedor parece leer mi mente y, con esa sonrisa tan propia de vendedores de camisas finas, me dice Le sale en 300 pesos ya con el descuento. La camisa urge, el tiempo apremia y todavía debo comprar zapatos. Pago. Pero no dejo de pensar en el timo: una camisa de mil pesos que terminan ofertando en 300 nunca costó mil pesos. Lo peor es que sí las venden en mil pesos, y hay gente que las paga a ese precio. Los descuentos increíbles no son descuentos. Son burlas. El sistema simula hacerte un favor cuando en realidad sólo te ve la cara. Porque una cosa es ganar dinero y otra muy diferente exprimir al cliente hasta la grosería, rayando en lo inmoral. Me repatea eso. Por eso, como decia el personaje de Luis de Alba: Soy guarín... ¡pero me fijo!

miércoles, agosto 02, 2006

Carta a López Obrador

Estimado Andrés Manuel López Obrador:

El plantón emprendido por la coalición Por el Bien de Todos, declarado por usted, es una protesta justa, pero no puede ni debe convertirse en un agravio para la ciudad de México al transformarse en un bloqueo de vialidades públicas y afectar a tantos. El bloqueo, no el plantón, es un hecho de insensibilidad profunda que lastima una causa que es de muchísimos. ¿Cómo se puede presionar a los poderosos con algo que en primera y última instancia perjudica a las clases populares? ¿Cuál es la lógica de estos campamentos sobre el arroyo vehicular que provocan tanta indignación?

Como dice muy bien el editorial de La Jornada, "esta forma de lucha sería inobjetable y legítima si la presencia de los manifestantes se limitara a aceras, camellones y áreas no vehiculares, y no impidieran el libre tránsito a los ciudadanos. Pero la colocación de los campamentos en las vialidades constituye, además de un error político que dará munición a los críticos del movimiento y les enajenará voluntades y simpatías ciudadanas, un atropello a los derechos de terceros que deben ser tutelados y garantizados por el gobierno capitalino".

Si no quieren desvirtuarse, las causas legítimas y legales no deben imponerse sobre una ciudad y sus habitantes, y es injusto lastimar primero a los capitalinos, y sus autoridades, y dejar para más tarde la confrontación con los responsables de ese magno fraude que se inició con el desafuero. No le hallamos sentido a esta agresión deliberada a los derechos de trabajadores, automovilistas, pasajeros y choferes de autobuses y taxis. No vemos de qué modo se avanza en la justicia electoral si en el camino se ofende sin razón a una sociedad. No se puede reducir un movimiento nacional a un problema grave de vialidad. No se puede dejar en segundo plano la marcha más grande de la historia de la ciudad de México.

Insistimos: el plantón no es la afrenta, sino el estrangulamiento de calles y avenidas.

Atentamente:

Rolando Cordera, Carlos Monsiváis, Adolfo Sánchez Rebolledo y Jenaro Villamil
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(Publicada ayer en La Jornada)