El Remate Anual del Libros en el Auditorio Nacional me
produce sentimientos encontrados. Por una parte me da mucho gusto que decenas
de miles de personas acudan al Auditorio a comprar libros y revistas en buen
estado a precios asequibles; por otro me causa escozor pensar que en realidad
se va a comprar basura: son libros que las editoriales no pudieron vender y
ahora, con el lastimero pretexto de “salvarlos”, se ponen a la venta a precios
reducidos en un recinto que al menos hoy fue desbordado por los miles que nos
dimos cita en el cuarto de siete días de venta (cifras del propio Auditorio
indican que solo hoy estuvimos ahí 26,900 personas).
En un país en el que se leen 2.9 libros por persona al año, ésta debe ser una imagen halagüeña
(Foto: Tomada del Facebook del 7º Remate)
Desde mi perspectiva como lector y comprador de libros (que
no siempre son lo mismo) un requisito indispensable para realizar ambas
actividades es la calma. En el segundo caso (la compra) hay que poder
detenerse, hojear el contenido, leer las solapas, consultar el índice (escudriñar
el paratexto, diría Genette) y, al menos en mi caso, guardar los libros que
interesen para al final decidir cuáles son dignos de ser llevados a la caja.
Nada de esto puede hacerse en el Remate.
Sobre todo en los stands de
las editoriales grandes (Alfaguara, Anagrama, Random House, UNAM) hay que
pasarse la billetera a alguna bolsa delantera del pantalón y prepararse para
recibir y propinar dos o tres codazos y alguna impúdica caricia seguida de un
“Perdón-comper-gracias-pásele” para
recorrer en fila india los estrechos pasillos rodeados de libros, a la mayoría
de los cuáles sólo se les puede pasar la mirada encima, pero no las manos.
¿Detenerse a ver algo con atención? Sólo si estás dispuesto a que algún
desconocido te respire en la nuca y/o te pida que avances espoleándote con un
llegue a los talones.
Los precios, cumplidores. Raro ver libros caros. La calidad
del material, variable: hay muchos libros nuevos (la mayoría) pero hay algunas
editoriales (Limusa) que parece haber llevado libros de texto recogidos a niños
de primaria y secundaria. Otras (Paidós, CONACULTA) decepcionan por su escasísima
oferta. Con mucha paciencia y algo de suerte se pueden encontrar excelentes
títulos a precios inmejorables, pero hay que saber buscar y sobre todo,
insisto, no desesperarse con las filas o los empujones.
El Remate es una buena oportunidad si se sabe lo que se
desea: ir sólo a ver qué se pesca (como fui hoy) puede terminar siendo
frustrante porque el entorno no se presta para la exquisitez de comparar ediciones
o la finura de sentarse a leer algunas páginas de esa novela que te recomendaron
pero no estás seguro de si comprar o no.
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El 7º Remate de Libros del Auditorio Nacional termina el
domingo 31 de marzo a las 7pm. El viernes 29 hay venta nocturna de 7 a 11pm: se
anuncian rebajas de hasta el 80% en libros de las editoriales participantes. La
entrada es gratuita.
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