La historia de los pescadores nayaritas rescatados en Oceanía, a 8 mil kilómetros de distancia de su puerto de embarque luego de más de 8 meses de travesía no deja de ser cada vez más fascinante.
Ya lo es el hecho de que hayan sobrevivido, durante tanto tiempo, comiendo sólo peces voladores y bebiendo agua de lluvia. Pero conforme pasa el tiempo y la gente está ávida de información al respecto, nos vamos enterando de detalles desconcertantes y, algunos, francamente macabros.
Primero las autoridades de Nayarit (donde se ubica el puerto de San Blas) afirman que los pescadores, qué caray, eran piratas. O sea, no tenían permiso para pescar. Por eso se alejaron tanto de la costa y, claro, por eso también no avisaron a las autoridades costeras ni su posición ni su actividad.
Se los llevó la corriente Nortecuatorial, desplazándolos 30 kilómetros diarios hacia Oceanía. Primero se dijo que eran tres (porque tres fueron los que encontró el pesquero taiwanés que los rescató) pero hoy, tres días después de conocida la hazaña, sabemos que originalmente no eran tres, sino cinco, los hombres que iban en la barca. Según declaró uno de los sobrevivientes, los otos dos murieron porque ¡se negaron a comer! Y, claro, arrojaron sus cadáveres al mar.
No cesan las preguntas: ¿Por qué los pescadores sobrevivientes declaran la existencia de sus dos compañeros de travesía 72 horas después de hecho público su salvamento? ¿Por qué cuando se les preguntó cuál fue el momento más difícil relataron cuando vieron una isla y no pudieron llegar a ella y no cuando murieron sus compañeros?
Ya hay versiones que hablan de peleas y discusiones entre los pescadores. Así nomás. Con todo lo que uno se puede imaginar. ¿Pelearon como "Está bien, compadre, a ver, le expongo mi razonamiento de por qué no se puede tomar esa agua..." o pelearon como de golpearse y resbalar uno al mar, los otros no poder rescatarlo, el otro acusar de asesinos, entrar en pánico, los otros aventarlo también?...
¿Pelearon?
Pasarán los días y conoceremos más detalles. Muchos, muchísimos, que sólo valdrán para ofrecer momentos Teletón al público televidente (ya se ve venir uno: el encuentro de uno de los pescadores con su hija de cuatro meses a la que, claro, no conoce). Ojalá también conozcamos los otros detalles. Ésos que nos hablarán, sin prejuicios morales, de cómo reaccionaron tres (o cinco) hombres comunes a la situación límite del naufragio. No se les podrá creer que todo en ocho meses juntos fue comer pescado y otear las nubes... pero tampoco, pienso, se les puede condenar apriori si hicieron algo deleznable.
Son héroes, claro, pero también pudieron haber sido villanos. Y eso sólo los hace más humanos.