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miércoles, marzo 25, 2015

HHhH



A Carmen Torres, con gratitud inmensa.

Hace algunos años tuve el gusto de viajar a Praga invitado por una amiga (la Carmen a quien dedico este post). Ella y su esposo (Pepe) han sido los mejores anfitriones que he tenido y uno de los lugares que me llevaron a visitar fue Lidice. Cuando me comunicaron su plan me dio un poco de grima. No me entusiasmó demasiado pasar medio día de los pocos que estuve en su hermoso país en un parque, por mucha historia que éste contara. 

A los pocos minutos de estar ahí, me di cuenta de lo tonto que había sido. Escribí:

"Hoy Lidice es un parque hermoso del que no se debe elogiar su belleza. Un lugar por el que no se puede caminar con la cabeza erguida. Hay una pesadez que obliga a bajar la mirada. Es vergüenza y compasión. No eran sólo nazis y checos. Fuimos todos.
Lo más terrible es cuando uno reflexiona sobre el asesinato sistemático de un pueblo, la orden de borrar un lugar del mapa y las personas que obedecieron con el gusto del deber cumplido.
Uno se pregunta por qué.

Y la única respuesta es el silencio". 

Para quienes no estén familiarizados con lo que ocurrió ahí, sepan que el 27 de mayo de 1942, dos rebeldes (uno checo y otro eslovaco) asesinaron en Praga a Reinhardt Heydrich, uno de los predilectos de Hitler, y a quien se había encargado la germanización de Bohemia y Moravia. Cuando el dictador se enteró, ordenó una investigación que arrojó, equivocadamente, la pista de que los asesinos eran oriundos de Lidice, un poblado a 25 minutos de la capital. Sin importar la poca veracidad de esa información, y urgido de dar un manotazo de autoridad, Hitler ordenó arrasar con el lugar hasta los cimientos. Las órdenes del führer se cumplieron con inhumana diligencia. Además de fusilar a todos los hombres y echar a las mujeres y niños a un tren que los enviará a campos de concentración, "se profana el cementerio, se asolan los huertos, se incendian los edificios y se vierte sal en la tierra para asegurarse de que nada crecerá en ella. Unas aplanadoras aplastan las ruinas. No debe quedar ningún rastro, ni siquiera el espacio que ocupó el pueblo". (Binet, 354) 

Mención aparte merecen los rebeldes asesinos de Heydrich, que se ocultan durante varios días en una iglesia y, cuando son delatados, resisten durante horas a más de 800 integrantes de las SS y la Gestapo, que deben intentar ahogarlos (literalmente: inundando el lugar en el que se esconden) para poder dominarlos. 

Esta historia la narra de manera formidable Laurent Binet en su libro HHhH, híbrido de novela, ensayo y cuaderno de notas, que le mereció en 2009 el Premio Goncourt de Primera Novela y los elogios más vehementes de público y crítica que leído en mucho tiempo. Muestra de ello es la reseña que Mario Vargas Llosa publicó en 2011 a propósito de esta obra que hoy les recomiendo sin ambigüedad alguna. Es —para decirlo pronto— un libro cuya lectura recordarán toda la vida.  

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Para saber más: Pueden ver aquí una entrevista que RTVE le hizo a Binet a propósito de la publicación de HHhH en España (2011).

lunes, junio 30, 2014

Jugamos como nunca...


Conocí a Rodrigo Castro hace más de veinte años, cuando estudiábamos la secundaria en el Colegio Williams. Desde entonces se ha constituido como uno de esos amigos que inician en la pubertad y se forjan con el paso del tiempo. Es, además, uno de los aficionados al fútbol más apasionados que he tratado. Él mismo se define como "mexicano hasta la médula. Apasionado, crítico y sin miedo a decir las cosas. Atlantista de cepa, de alto sufrimiento por consecuencia, anhela un mejor destino para nuestra raza de cobre. Y trabaja todos los días para poner muy en alto el nombre de México". Actualmente vive en Miami. 

Ayer después del partido contra Holanda le escribí para solicitarle su opinión sobre el resultado. Aquí lo que me respondió: 

¿Jugamos como nunca y perdimos como siempre, Rodrigo? ¿Qué le faltó o le sobró a México para poder ganar este partido?

¿Jugamos como nunca y perdimos como siempre? Desafortunadamente sí. 24 años, 6 mundiales con una maldita frase que ha definido nuestras más grandes ilusiones y nuestras más profundas decepciones.

¿Que le faltó? Huevos. Huevos de creérsela, de no tener miedo al éxito, de saber que podemos ser mejores y que tuvimos todo para ganar el partido. Es lamentable cómo la forma en que, después del gol de Dos Santos, el equipo se echa para atrás. Increíblemente el mexicano tiene miedo al éxito y sigue teniendo pavor a ser mejor que el otro. 

Tú has sido sumamente crítico con este equipo mexicano desde la eliminatoria para Brasil, que fue desastrosa. ¿Consideras que después de su buen papel en este Mundial el Tri ha pagado sus deudas con los aficionados mexicanos? ¿Por qué?

¿Paga sus deudas? En absoluto. México no hace nada diferente que no haya hecho desde hace 24 años. El resultado no es bueno. Hay mucho que cambiar y solucionar, empezando por los intereses de terceros que casi merman el pase al mundial de Brasil.

¿Qué viene para México después de esto? ¿Dejarías al Piojo en la banca para iniciar el camino a Rusia?

¿Que viene? Lamentablemente nada nuevo. Hoy que se termina el proceso mundialista se rendirán cuentas. Al final, los ingresos de la federación son muy altos y el susto de perder los ingresos por no asistir al evento quedó solo en eso, en un susto. Miguel Herrera fue un afortunado accidente, pero no fue parte de una planeación. Miguel Herrera se va a quedar, va a ser el ungido de la federación, y a la mitad del proceso se va a terminar cansando. El hartazgo y la crisis de resultados va a volver a truncar un proceso. 4 años más y serán 28 años de fracasos. Pero todos (yo incluido) compraremos la nueva playera del equipo.

Con tristeza y mucha negación, te mando un abrazo desde acá. ¡Saludos!

domingo, febrero 02, 2014

Cerámica mágica en Antropología




(Fotos: Pepe González para ergozoom)

Breve post para recomendarles asistir a la exposición Keramiká, materia divina de la antigua Grecia, inaugurada esta semana para iniciar los festejos del 50 aniversario del Museo de Antropología. 

Es la primera vez que el Museo de Louvre (abierto en 1793) presenta una exposición en México, ¡y vaya manera de iniciar!: el Louvre ha prestado casi 100 piezas de inestimable valor artístico e histórico a través de las cuales puede revisarse el panteón griego y la influencia de la religión en la vida pública y privada de la antigua Grecia. 

Las piezas (estupendamente conservadas) van desde el estilo geométrico (hacia el siglo IX a.C.) hasta el de figuras rojas (hacia el siglo V a.C.). Cada una cuenta una historia distinta: a saber cuál más fascinante.  

Recomendaciones ergozoom
  • Vayan con tiempo: yo estuve dos horas completas y me faltó ver bien la última sala.
  • Sean pacientes: algunas piezas (sobre todo las grandes) acaparan la atención de los visitantes, que se muestran inmisericordes al momento de fotografiarlas. 
  • Para evitar pelear a codazos con los críos que llegan a copiar o fotografíar las fichas museográficas, prefieran las audioguías: están bien documentadas e integran imágenes que complementan la información de cada pieza: cuesta 80 pesos la renta; hay que dejar una identificación vigente. 
  • Hay tres salas de audiovisuales: están bien logradas, pero la información que ofrecen es muy básica. A los niños les gustará (para ellos, por cierto, hay un área lúdica donde pueden quedarse en caso de que "los vasitos ésos" agoten su paciencia). 
La exposición está abierta hasta el 27 de abril de martes a domingo de 9 a 5. La entrada es gratuita. Se pueden tomar fotos sin flash. 

Para un plano completo de la sala y más datos sobre la exposición, acudan al micrositio que le diseñó el Museo Nacional de Antropología e Historia. 

domingo, abril 28, 2013

Nosotros los Nobles


Hace unos días tuve la oportunidad de ver Nosotros los Nobles. Tenía muchas ganas de hacerlo, pues varias personas cercanas a mí me la habían recomendado: desde quien me dijo –mesuradamente– que la película “funciona bien” y “entretiene” hasta quienes me comentaron que les había dado gusto poder ver “otro rostro” del cine mexicano. A ello se añadió al menos un crítico que respeto mucho (Leonardo García Tsao) que despedazó la película sin miramientos: “Tal pareciera que el público mexicano, conservador y complaciente, está interesado primordialmente en un cine aleccionador y condescendiente.”
A todo este jaleo se sumó la noticia de que Nosotros los Nobles se había convertido en la película no animada más taquillera en la historia del cine mexicano. No es poca cosa si consideramos que estas son las tierras que dieron vida en pantalla grande a ídolos como Cantinflas y Pedro Infante, así que hace unos días saliendo del trabajo me acomodé en un Cinépolis para ver esta tan cacareada película.
Lamentablemente no es mucho lo que puedo decirles. ¿Me divirtió? Sí. ¿Pasé un buen rato viéndola? También. ¿Vi algunos de mis alumnos y ex-alumnos entre los Nobles? Obviooo, papaww. ¿Me sorprendió? Ni un poquito. ¿Me parece buena? Más o menos. Creo que las mejores escenas están en el trailer  ("¿Me puedes explicar por qué nos están quitando todo como si estuviéramos en Venezuela", "¿Y si nos entregamos?", "Esta no es porra de los Pumas, así que córtate el cabello y rasúrate", etcétera) y que salvo excepciones los chistes y gags están basados en estereotipos que no se trascienden, y que incluso se justifican. Es el caso de Lucho cuando le dice a Barbie, después de que la hacen llorar en la cantina donde trabaja: "¿A poco no te lo mereces ni un poquito?" Al final, desde luego, todo vuelve al orden y los ricos siguen siendo (muy) ricos y los pobres muy pobres... Nomás que los ricos trabajaron un rato y... pues nada más. 

Personalmente no me dice mucho que esta sea la película mexicana no animada más taquillera de la historia. La más vista es Una película de huevos (2006) y tampoco me parece que diga algo más allá de la conclusión facilona de que solemos ir al cine a pasar un buen rato y no a filosofar (como dato, en EU la reina de la taquilla es Avatar, que no he visto). 

Tanto a seguidores como detractores de los Nobles, les interesará saber que el director Gary Alazraki ya piensa en una secuela. Lo confirmó hace unos días Luis Gerardo Méndez (Javi Noble) en Twitter:
Me imagino a Bárbara, Javi y Cha de vacaciones o cambiando sus roles con la servidumbre para darles chance a los pobres de ser ricos durante unos cuantos días. Ustedes los Proles o algo así. 

No suena mal, pero me parece que ni es el cine que México espera (¿cuál sí lo es?) ni la cinematografía "retrógada" que acusa García Tsao. Es una comedia palomera bien hecha en México y nada más. Pero nada menos. Habría que recordar dónde estaban las comedias del cine mexicano hace 20 o 30 años para ponderar esta última afirmación: la última de ocho secuelas de La risa en vacaciones se estrenó en 1996. Eso eran las comedias ligeras en el México de fines del siglo XX. Prefiero a los Nobles.   

sábado, marzo 16, 2013

¿Artistas éticos?


Fue en mi primer semestre de Filosofía (carrera que dejé trunca) cuando escuché hablar por primera vez de la condición trágica de los humanistas. No recuerdo muy bien el contexto, pero sí el mensaje que subyacía en la conversación: los filósofos somos (bueno, son) seres incomprendidos que realizan su labor a pesar de y contra el estigma social que les es intrínseco.
Un par de años después, cuando estudiaba Literatura, un compañero informó al grupo su decisión de abandonar la carrera. Otro lo justificó diciendo: “Es que él sí es hombre de acción”... ¿O sea que los otros, los que nos quedábamos no éramos hombres de acción?
Recientemente vi Réquiem por un imperio (Taking Sides, 2001) película que desgrana una parte de la vida del excéntrico y genial director de orquesta Wilhelm Furtwängler, específicamente el periodo posterior a la guerra, en el que fue acusado de apoyar al régimen nazi. (Furtwängler fue director de la Berliner Philarmoniker entre 1922 y 1945 y luego entre 1952 y 1954.) 
En la cinta se suceden tres largas entrevistas con un Mayor Arnold, estadounidense de ignorancia galopante pero también muy inteligente cuya explícita misión es hacer caer a Furtwängler en contradicciones suficientes como para probar su apoyo al nacionalsocialismo.
Contra lo que podría pensarse, no se trata de una película a favor de la música y, en general, de la actividad artística. Sorprendentemente es un trabajo en el que Furtwängler no sólo es asediado por el militar astuto sino que resulta literalmente vapuleado por ese personaje que inquiere una y otra vez por qué no abandonó Alemania cuando tuvo oportunidad, por qué condujo la Filarmónica de Berlín en un cumpleaños de Hitler, por qué aceptó las prebendas del régimen, etc. Furtwängler suda, llora y balbucea algunas respuestas muy honestas pero completamente desdibujadas entre sollozos y estertores…
Su más noble argumento es decir: “Como músico soy más que un ciudadano. Sé que la interpretación de una pieza maestra es una negación más fuerte y vital del espíritu de Buchenwald y Auschwitz que las palabras”. Suficiente para levantarse y aplaudir (suena el adagio de la séptima de Bruckner, además)… pero el Mayor le responde con una retahíla demoledora: “¿Ha olido la carne quemándose? Yo puedo olerla a seis kilómetros de distancia… ¡seis kilómetros! ¿Me habla de arte y cultura? ¿Pone cultura, arte y música contra los millones que sus amigos mataron? ¡Tenían orquestas en los campos de concentración! ¡Tocaban a Beethoven y a Wagner! ¡Lo acuso por su cobardía!… ¡Mire a la gente con verdadero valor, que tomó riesgos y ofreció su vida!”.
Furtwängler sale derrotado de la escena (la última de la película), diciendo que no quiere quedarse en el país, que quiere irse. Y se va, en efecto, con la cabeza gacha y el paso lerdo.
Le pregunté al amigo que me recomendó la película porqué le había gustado la película si el finar resultaba tan humillante para Furtwängler. Me dijo que le parecía que Furtwängler había ganado el combate contra el Mayor. Que había sido superior al militar porque no había necesitado ponerse a su nivel. Recordé el argumento de la condición trágica de los humanistas, que tan cercano me parece al de la otra mejilla: me maltrata, sí, pero yo sé que soy mejor que él… (¿y por eso no me defiendo?)
La superioridad moral de los artistas es discutible. Pero suponiéndola sin concederla, ¿no sería deseable que aparte de saberse moralmente superiores a veces defendieran esos valores que predican? Defenderlos, digo, más allá de las galerías impolutas donde trabajan. Más allá de salas de conciertos subvencionadas por el gobierno o cafetines en colonias de moda.
Hace unos días se dio a conocer un informe en el que la Orquesta Filarmónica de Viena, dirigida por Furtwängler entre 1927 y 1930, reconoce una asociación voluntaria con el gobierno alemán nacionalsocialista de la tercera década del siglo XX. La cuestión se mantiene vigente: ¿Hasta qué punto es pertinente exigir a los artistas un compromiso ético además del estético? ¿Es justo pedir a los intelectuales que como parte de su trabajo contemplen el impacto social del mismo?
Personalmente me gustaría que los artistas fueran más parecidos a las agallas de Tyler Durden en Fight Club y menos a la pusalinimdad del Furtwängler en Requiem por un imperio. Probablemente el arte perdería caché, pero ganaría respeto.