lunes, marzo 30, 2015

La escuela en 2025, según Salman Khan


Salman Khan (1976) es el fundador de la Khan Academyorganización sin fines de lucro que ofrece una herramienta de educación personalizada en línea; recursos están disponibles en su totalidad de forma gratuita. Las siguientes líneas forman parte del libro ¡Crear o morir!, de Andrés Oppenheimer (Debate, 2014).

Me imagino que el aula de 2020 o 2025 (y espero que pase antes que eso, porque yo tengo dos niños, uno de cuatro y uno de dos años) definitivamente será un aula física. Ese espacio va a ser el eje del aprendizaje. Espero que el aula en sí sea diferente de lo que nosotros recordamos, que era como un museo. En vez de tener 30 niños en un aula con un maestro, y otros 30 niños con otro maestro en el aula de al lado, espero que podamos empezar a romper las paredes. La única razón por la que se necesitaban esas paredes antes era porque la escuela estaba basada en lecciones, en las clases. Todos los escritorios estaban apuntados hacia adelante y los niños debían observar y tomar notas. Ahora tendremos un ámbito escolar interactivo. Estarás teniendo conversaciones, estarás aprendiendo a tu propio ritmo, estarás haciendo trabajos prácticos. Entonces, ahora podremos romper esas paredes y tener un espacio de trabajo común, amplio y vibrante: un lugar de trabajo silencioso, tan inspirador como una biblioteca. Y los niños podrán aprender a su propio ritmo.
¿Y qué harán los maestros?
Los niños tendrán mentores. Algunos de los mentores podrán ser alumnos más grandes, que estarán monitoreando a los más pequeños, y también habrá maestros formales que guiarán a los alumnos y les ayudarán a lograr sus metas.
¿Habrá calificaciones, como en las escuelas actuales?
Los alumnos no serán evaluados solamente por los resultados de sus exámenes. Los exámenes seguirán siendo importantes, pero los estudiantes también serán evaluados de dos maneras adicionales que a mi criterio son aún más importantes. La primera es lo que piensan sus pares sobre ellos. Si estoy contratando a alguien, eso es lo que a mí me importa: qué tan bueno eres enseñando, qué tan bueno eres comunicando. Y la segunda será tu creatividad, el portafolios de cosas que has creado. Está bien que hayas sacado una calificación sobresaliente en un examen de álgebra, ¿pero puedes aplicar ese conocimiento? ¿Puedes hacer cosas con eso? 

miércoles, marzo 25, 2015

HHhH



A Carmen Torres, con gratitud inmensa.

Hace algunos años tuve el gusto de viajar a Praga invitado por una amiga (la Carmen a quien dedico este post). Ella y su esposo (Pepe) han sido los mejores anfitriones que he tenido y uno de los lugares que me llevaron a visitar fue Lidice. Cuando me comunicaron su plan me dio un poco de grima. No me entusiasmó demasiado pasar medio día de los pocos que estuve en su hermoso país en un parque, por mucha historia que éste contara. 

A los pocos minutos de estar ahí, me di cuenta de lo tonto que había sido. Escribí:

"Hoy Lidice es un parque hermoso del que no se debe elogiar su belleza. Un lugar por el que no se puede caminar con la cabeza erguida. Hay una pesadez que obliga a bajar la mirada. Es vergüenza y compasión. No eran sólo nazis y checos. Fuimos todos.
Lo más terrible es cuando uno reflexiona sobre el asesinato sistemático de un pueblo, la orden de borrar un lugar del mapa y las personas que obedecieron con el gusto del deber cumplido.
Uno se pregunta por qué.

Y la única respuesta es el silencio". 

Para quienes no estén familiarizados con lo que ocurrió ahí, sepan que el 27 de mayo de 1942, dos rebeldes (uno checo y otro eslovaco) asesinaron en Praga a Reinhardt Heydrich, uno de los predilectos de Hitler, y a quien se había encargado la germanización de Bohemia y Moravia. Cuando el dictador se enteró, ordenó una investigación que arrojó, equivocadamente, la pista de que los asesinos eran oriundos de Lidice, un poblado a 25 minutos de la capital. Sin importar la poca veracidad de esa información, y urgido de dar un manotazo de autoridad, Hitler ordenó arrasar con el lugar hasta los cimientos. Las órdenes del führer se cumplieron con inhumana diligencia. Además de fusilar a todos los hombres y echar a las mujeres y niños a un tren que los enviará a campos de concentración, "se profana el cementerio, se asolan los huertos, se incendian los edificios y se vierte sal en la tierra para asegurarse de que nada crecerá en ella. Unas aplanadoras aplastan las ruinas. No debe quedar ningún rastro, ni siquiera el espacio que ocupó el pueblo". (Binet, 354) 

Mención aparte merecen los rebeldes asesinos de Heydrich, que se ocultan durante varios días en una iglesia y, cuando son delatados, resisten durante horas a más de 800 integrantes de las SS y la Gestapo, que deben intentar ahogarlos (literalmente: inundando el lugar en el que se esconden) para poder dominarlos. 

Esta historia la narra de manera formidable Laurent Binet en su libro HHhH, híbrido de novela, ensayo y cuaderno de notas, que le mereció en 2009 el Premio Goncourt de Primera Novela y los elogios más vehementes de público y crítica que leído en mucho tiempo. Muestra de ello es la reseña que Mario Vargas Llosa publicó en 2011 a propósito de esta obra que hoy les recomiendo sin ambigüedad alguna. Es —para decirlo pronto— un libro cuya lectura recordarán toda la vida.  

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Para saber más: Pueden ver aquí una entrevista que RTVE le hizo a Binet a propósito de la publicación de HHhH en España (2011).

lunes, marzo 23, 2015

Nancie Atwell, "Premio Nobel" de Educación.


A Nancie Atwell sus más de 40 años de experiencia como profesora no le han «quemado» ni sus energías ni su ilusión. «Me encantan los desafíos y me encanta mi vida como profesora. Espero poder transmitir a los jóvenes que la educación es un privilegio», asegura esta maestra estadounidense que ha sido galardonada con el primer Global Teacher Prize, el premio dotado con un millón de dólares que quiere convertirse en el «Nobel de la enseñanza».
La Fundación Varkey, impulsora de este premio al que se presentaron 5.000 aspirantes de todo el mundo, cree que Atwell «representa todo lo que hace a alguien ser un excelente maestro» por su «constante innovación en sus más de 40 años de enseñanza, tratando de formar ciudadanos del mundo en el aula» y por ser «un líder en el campo de la educación». Su trabajo, subraya la fundación, beneficia «no sólo a sus estudiantes, sino también a otros maestros, a su comunidad y al mundo».
«He aprendido y sigo aprendiendo cómo hacer que una escuela sea un lugar de felicidad y sabiduría para mis estudiantes y para mí», dijo Atwell durante su discurso de aceptación del premio.
Profesora desde 1973, Atwell fundó en 1990 el Centro para la Enseñanza y el Aprendizaje (CTL) en Edgecomb (Maine), donde lleva a la práctica y comparte sus ideas para mejorar la enseñanza de la lectura y la escritura. Atwell, que descubrió su pasión por la lectura cuando una fiebre reumática la postró en la cama siendo niña, presume con orgullo de que sus alumnos leen unos 40 libros al año, frente a los seis u ocho que leen la mayoría de los estudiantes de séptimo y octavo grado. ¿Cómo lo consigue? El secreto, dice, es dejar que el niño elija los libros que quiere leer y los temas sobre los que quiere escribir.
«Cada año, mis alumnos de séptimo y octavo grado eligen y leen entre 30 y 100 títulos. Devoran los libros porque la biblioteca de la clase está llena de historias interesantes de escritores serios, porque tienen tiempo para leer en el colegio, porque esperan poder leer cada noche en su casa y porque 35 años de experiencia me han enseñado que mi trabajo es leer, disfrutar y recomendar literatura para jóvenes a los jóvenes a los que enseño», explicaba la propia Nancie en un artículo en 2010.
Un niño sentado en una habitación tranquila con un buen libro «no es un método de enseñanza llamativo o comercial», pero es la manera de que alguien se convierta en un lector, destaca Atwell, aunque avisa de que tampoco el taller de lectura es una sala de lectura silenciosa prolongada. Hay lectura en voz alta, explicaciones sobre lo que se lee, se explica el significado de palabras desconocidas, la entonación de las frases... «El taller de lectura es una de las cosas más simples y más difíciles que hacemos. Es también el más valioso», añade.
Su meta es que los estudiantes se conviertan en «apasionados, habituales y críticos lectores» y que la lectura les convierta en personas «más inteligentes, más felices, más justas, y más compasivas, debido a los mundos que experimentan dentro de esos cientos de miles de líneas de impresión».
Leer es también el camino para escribir bien, todo un arte que requiere de tiempo, según defiende la fundadora de esta innovadora escuela a la que han acudido más de 600 profesores a lo largo de estos años para aprender métodos de enseñanza más eficaces. En sus talleres de escritura, los estudiantes pueden desarrollar sus propios temas, escribir en distintos géneros, consultar sus borradores con sus maestros y compartir sus ideas. Algunas de las reseñas de los libros que han leído los alumnos del taller se publican en la web del centro y los propios niños confeccionan sus listas de recomendaciones.
La propia Atwell es una autora consagrada, con nueve libros publicados sobre educación. Del más conocido, «In the Middle», ha vendido medio millón de ejemplares y va por su tercera edición. Obra de referencia para los profesores anglosajones, contiene procedimientos detallados, mini lecciones reproducibles, técnicas y estrategias para inculcar la pasión por los libros.
«Estoy convencida de que la enseñanza de las artes del lenguaje es una de las grandes carreras: exige tiempo y energía, pero está llena de significado, vale la pena y es interesante. (...) ¿Qué trabajo podría ser más satisfactorio?», dice Nancie Atwell.
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Esta nota, firmada por M. Arrizabalaga, fue escrita para y publicada en el diario español ABC. Pueden encontrar la nota completa dando clic aquí. Su publicación en este blog obedece a objetivos estrictamente informativos. 

Las condiciones de la actitud creativa, según Erich Fromm



1. Capacidad de asombro

Los niños conservan todavía esta aptitud. Todos sus afanes consisten en intentar orientarse en un mundo nuevo, en captar las cosas siempre nuevas que aprenden a experimentar. Se asombran, se sorprenden, se maravillan y, gracias a ello, su reacción es creativa. Sin embargo, en cuanto se incorporan al proceso educativo, suelen perder esa capacidad. Sienten que deben saberlo todo y que, por lo tanto, es un signo de ignorancia sorprenderse o asombrarse ante algo.

2. Capacidad de concentración.

Una rara cualidad en la cultura occidental. Estamos permanentemente ocupados, pero sin concentración. Mientras desarrollamos una determinada actividad, ya estamos pensando en lo que haremos a continuación. Si es posible nos dedicamos simultáneamente a varias actividades. Hacemos cinco cosas a la vez, lo cual significa que no hacemos nada, puesto que no desarrollamos ninguna actividad con todas nuestras capacidades. 

3. La experiencia del yo.

La palabra yo y demás formas de primera persona forman parte de las últimas expresiones que aprende el niño en el desarrollo de su capacidad lingüística, pero en cuanto las adquiere las utiliza sin parar. Al expresar una opinión, por ejemplo, decimos: "Creo" en esto o aquello. Si se analiza la opinión, sin embargo, se descubre que la persona sólo expresa lo que le enseñaron sus padres cuando era niño. Está sujeto a la ilusión de que es él quien piensa eso, cuando en realidad sería más correcto decir: "Esto se piensa en mí". Es la misma fantasía que tendría el tocadiscos si dijera: "Estoy tocando una sinfonía de Mozart", cuando sabemos que somos nosotros quienes ponemos el disco en el tocadiscos y que éste se limita a reproducir lo que está grabado ahí. 

4. Capacidad de aceptar el conflicto.

Esta idea contrasta con el clima de opinión actual, en el que se intenta evitar el conflicto en la medida de lo posible. Toda la educación moderna tiende a evitar al niño la experiencia del conflicto. Existe una superstición general de que los conflictos son dañinos y de que, por tanto, es mejor evitarlos. Lo verdadero es justamente lo contrario. Los conflictos son el origen del sentimiento de asombro, del desarrollo de la fortaleza, de lo que antes se denominaba "carácter". Si se evitan los conflictos, uno se convierte en una máquina bien engrasada, donde todo afecto se nivela de inmediato, donde se automatizan todos los deseos, donde se homogenizan todos los sentimientos. 

5. La voluntad de nacer todos los días.

Todo acto de nacimiento requiere la valentía de renunciar a algo, de salir del útero, de abandonar el pecho, de separarse del regazo, de soltar la mano, de perder todas las certezas y apoyarse en una única cosa: la capacidad de ser consciente y reaccionar, es decir, la propia creatividad. Ser creativo significa considerar la trayectoria vital como un proceso de nacimiento constante, sin concebir ninguna fase de la vida como final. Lo más común es morir sin haber nacido plenamente. La creatividad significa nacer antes de morir. 

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Fromm, E. (2007). La vida auténtica. Barcelona: Paidós.