Imagen de Néstor Alonso en el blog de Domingo Méndez
(1ª de dos partes)
En semanas recientes he tenido el privilegio de participar en
algunas reuniones en las que se ha empezado a discutir el modelo
Tec 21, la estrategia que presenta el Tec de Monterrey a los retos de los próximos años. Deseo compartir con ustedes algunas
reflexiones generadas a raíz de lo visto y escuchado en estos días.
1. Hay que aceptar que el sistema
está en crisis (o lo estará muy pronto)
Sobre todo a nivel medio superior y superior, nunca como
ahora se había cuestionado tan fuertemente la pertinencia de formar parte del
sistema educativo. Todavía entre la mayoría de quienes estudian (y sobre todo
de quienes financian esos estudios: los padres de familia) persiste la idea de
que vale la pena invertir tiempo y
(si se puede) dinero para inscribir a los hijos en preparatorias y
universidades privadas. En estas últimas una carrera profesional implica por lo
menos cuatro años y medio de vida y algo así como un millón de pesos entre
colegiaturas y materiales de trabajo a lo largo de ese lapso. Muchas veces esa
convicción se traduce en una deuda de varias decenas de miles de pesos que el alumno
se compromete apenas tenga su título de ingeniero o licenciado. Es mucho tiempo
y mucho dinero, pero todo sea por adquirir los conocimientos y desarrollar las
habilidades necesarias para sustentar una carrera profesional exitosa (“ser
alguien en la vida”, como rezaba el slogan
de una universidad hace años).
Pero en años recientes, con el boom de las tecnologías que permiten el intercambio de información
a una velocidad antes impensable, el sistema educativo ha sido puesto en jaque.
Ahí está el caso de los MOOCs: cursos masivos en línea, gratuitos, facilitados
por las mejores universidades del mundo (Yale, Harvard, MIT…). La palabra clave
es “gratis”. De momento, los MOOCs se ofrecen sin costo, convirtiéndose en una
fuente de conocimiento confiable, profesional y prestigiada que sólo exige del
alumno tiempo y conexión a internet. La siguiente jugada es que esas
universidades confirmen la equivalencia de esos cursos con los que se imparten
en sus aulas, cobrando una cuota significativamente más baja que la que implica
tomar clases en modalidad presencial. La pregunta que se plantea entonces es:
si el alumno puede tomar un curso gratis (o a un precio relativamente bajo),
facilitado por un profesor de universidad Ivy
League y recibe al final un certificado que avala ese conocimiento, ¿qué
sentido tiene pagar decenas de miles de pesos al semestre para aprender lo
mismo?
Desde hace varios años la enseñanza está basada en las competencias que el sistema escolarizado
ofrece a sus alumnos: qué saben hacer y cómo lo hacen. Aunque no es una idea
nueva, ahora queda claro que para desarrollar esas competencias no es
indispensable enrolarse en una universidad… ni pagar la colegiatura.
Cierto: pasarán varios años para que la crisis se acentúe,
para que los alumnos (y sobre todo sus padres) asuman como real la posibilidad
de no estudiar en una universidad y encontrar vías alternas para adquirir
conocimientos y desarrollar competencias que les permitan (en menos tiempo y a
un precio menor) ser competitivos en el mercado laboral. Pero el hecho de que
el punto más álgido de esta crisis no se prevea hasta dentro de unos años, no
quiere decir que no ocurrirá: hace tres lustros era impensable la consulta en línea
de información confiable en la red; hoy tenemos Wikipedia, a quien
prácticamente nadie regatea el rol de enciclopedia de nuestros tiempos.
2. Conviene reconocer que la
tecnología no es la respuesta (completa)
Me gustaría hacer una aclaración en este sentido: no soy tecnófobo. Todo lo contrario. Me gusta
estar al tanto de las novedades tecnológicas y soy usuario competente de varias
de ellas. Considero que la tecnología me permite (como a millones más) realizar
mejor y más rápidamente algunas de mis actividades cotidianas. Sin embargo pienso
que en el ámbito educativo hemos hecho una lectura al menos incompleta y a
veces francamente equivocada del lugar que la tecnología está llamada a ocupar
en el futuro. Proporcionamos o financiamos tablets a
nuestros profesores, ofrecemos capacitación para usar redes sociales y apps, les conminamos a usar clickers [1]y a
diseñar páginas web… Pero en medio de esta amplísima oferta de recursos no nos
damos cuenta de que el foco no ha de estar exclusivamente en el uso de la
tecnología sino sobre todo en su uso desde una perspectiva pedagógicamente
innovadora. No se trata, como me decía un profesor recientemente, de migrar del
pizarrón a los acetatos a las diapositivas en Power Point a las presentaciones
en Prezi[2]:
¿dónde está la innovación ahí? ¿De qué sirve usar clickers si las preguntas que se hacen son las mismas de hace 10,
15 o 20 años?
Sólo daremos un salto cualitativo cuando aprendamos a
utilizar técnicas didácticas auténticamente retadoras que, complementadas con
tecnología de punta, pueden resultar un combo muy eficaz para enseñar a las
nuevas generaciones. Ni duda cabe de que técnicas como el Aprendizaje Basado en
Problemas o el Aprendizaje Colaborativo, que no son nuevas, podrían relanzarse
con mucha potencia utilizando la tecnología de última generación. En este
contexto, dotar al profe de una laptop
o una tablet es sólo el primer paso
para ello. Si nos quedamos ahí el salto no será completo y nos quedaremos a
medias en el intento de conectar con
una generación que hoy exige mucho más que un profesor que comparta sus documentos
por Facebook.
[1] Un clicker es un sistema de respuesta
remota. A fines de los ’90 se usaba en aulas con controles que se asignaban a
los alumnos; ahora se responde a través de dispositivos móviles como teléfonos
celulares o tablets.
[2] Prezi es una
aplicación multimedia para la creación de presentaciones. Es similar a PowerPoint
pero de manera más dinámica. La versión gratuita funciona sólo conectado a
internet y con un límite de almacenamiento.
2 comentarios:
Muy buena tu reflexión. En cuanto al deseo de los padres de poner sus hijos en escuelas privadas, se reduce a una cuestion social, cuando PISA demostró que las privadas tienen el mismo nivel que las publicas!
En realidad Prezi es bastante diferente de PowerPoint porque permite establecer niveles de profundidad de la información. Pero la verdad es que el 99% de las personas no saben usarlo y se transforma en un PowerPoint en linea, muchas veces aun menos eficiente que el original.
Querida Jocelyne: Un gusto verte por acá. :-) Yo creo que, precisamente, el prestigio de las universidades privadas está en juego si no ofrecen algo más que lo que vienen dando hasta ahora: me parece que ése es el gran reto de nuestro querido Tec. Y que lo está afrontando con dignidad y gallardía.
Sobre Prezi, me confieso totalmente ignorante. Lo he visto usado por otros profesores, pero no me ha parecido la gran cosa. Personalmente prefiero impartir clase sin presentaciones del estilo Power Point, pero es una manía mía. Supongo que sigue siendo útil en muchos casos. ¡Saludos!
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