Hasta hace unos días había pensado que el sentido de la vida se encontraba en la búsqueda de la felicidad. No divagaré sobre el significado de esa palabra, pues no es la intención de este post. Lo que intento decir de entrada es que para mí siempre había sido obvia la respuesta a la pregunta: ¿Cuál es el sentido de la vida? Intentar ser felices, respondería. Siempre había pensado que ésa era la única opción. Que no ser feliz no era alternativa, y mucho menos una alternativa consciente.
Pero hace algunos días me topé con una idea absolutamente contrapuesta a ésa. Estaba viendo el primer capítulo de Gossip Girl, esa serie de televisión que relata la vida de un grupo de adolescentes millonarios en Nueva York. Habrá tiempo para comentar la serie en otro post. De momento me quedo con el diálogo de dos personajes. Recuerden que son: 1) adolescentes, 2) millonarios y, para el caso, 3) varones. Están en Central Park, fumando, y uno (Nate) está notablemente conflictuado. El otro (Chuck) le pregunta qué le pasa. El diálogo es más o menos como sigue (la traducción es mía):
Nate: ¿No sientes a veces que nuestras vidas están planeadas por otros? ¿Que vamos a terminar igual que nuestros papás?
Chuck: Wey, ése es un pensamiento espantoso.
Nate: ¿Y no tenemos derecho a elegir... ser felices?
Chuck: Tranquilo, Sócrates. A lo que nosotros tenemos derecho es a mucho dinero, quizá una casa en los Hamptons, un problema con drogas legales... Pero la felicidad no parece estar en el menú. Así que sigue fumando y asegura tu relación con Blair (su novia), porque tienes derecho a disfrutar de ese trasero.
Nunca hasta ahora había pensado que hay gente que renuncia a ser feliz de manera consciente. Que asume que sacar esa opción del menú es, simplemente, el precio que hay que pagar por lo que tiene o va a tener aunque ello implique que otros decidan qué estudiar y dónde, qué tipo de amigos convienen y cuáles no, e incluso de quién es pertinente ser novio o esposo a costa, desde luego, de sacar también del menú ese incómodo y errático concepto llamado "amor".
Así que al final se sacrifican la libertad, la felicidad y el amor por, siguiendo las palabras de Chuck, mucho dinero (mucho, en verdad), una casa de campo en un fraccionamiento de lujo, la oportunidad de evadirse con drogas, alcohol y otras "chucherías" por el estilo y, claro, poder disfrutar todos los traseros que el dinero pueda comprar (que, asumo, son también bastantes y de buena calidad).
Un par de días después me topé con este video en el que el filósofo británico Alan Watts reflexiona en torno a su experiencia con alumnos a los que asesoraba en su camino a la universidad:
No creo en verdades universales. Por eso no me atrevo a juzgar a las personas que, como Chuck de Gossip Girl, deciden hacer del dinero y el glamour su razón de ser. Lo que sí puedo decir es que no lo entiendo. Suscribo cada palabra del discurso de Watts y me parece desconcertante, por decir lo menos, que alguien renuncie conscientemente a los valores que desde mi perspectiva hacen que la vida tenga un poco de sentido. (Supongo que lo mismo pensarán de mí los Chucks que lean este post. Pero ésa es otra historia).
No creo en verdades universales. Por eso no me atrevo a juzgar a las personas que, como Chuck de Gossip Girl, deciden hacer del dinero y el glamour su razón de ser. Lo que sí puedo decir es que no lo entiendo. Suscribo cada palabra del discurso de Watts y me parece desconcertante, por decir lo menos, que alguien renuncie conscientemente a los valores que desde mi perspectiva hacen que la vida tenga un poco de sentido. (Supongo que lo mismo pensarán de mí los Chucks que lean este post. Pero ésa es otra historia).
Concluyo con algo que me dijo Arturo Pérez-Reverte cuando lo entrevisté a propósito de la publicación de La reina del Sur: "Hay dos cualidades que respeto mucho en la gente. No quiere decir que las tenga yo, pero sí que las respeto en los demás y trato de tenerlas para mí mismo. Son la dignidad y el valor. Ninguna la puedes comprar con dinero. Y mira que con dinero puedes comprar casi cualquier cosa: mujeres, amigos, fama... hasta felicidad. Porque con dinero puedes comprar momentos felices, pero no puedes hacerte de dignidad y valor. Pasé más de 20 años en guerras viendo lo mejor y lo peor de los seres humanos y puedo decirte que la vida se pasa más o menos bien si cuentas con esas dos cosas entre lo que llevas a mano: dignidad y valor".
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Aprovecho para desearles, sí, un feliz 2013... O que, al menos, éste los encuentre plenos de dignidad y valor. :-)
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Para saber más --> "Why Millennials Want To Be Rich", texto de Nona Willis Aronowitz publicado en el sitio web GOOD.
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