domingo, abril 29, 2007
¡Qué MACO!
miércoles, abril 25, 2007
De Wilde
domingo, abril 22, 2007
Rear Window (reloaded)
Kale (Shia LaBeouf) es obligado a pasar tres meses encerrado en su casa. Luego de construir una pirámide de twinkys y de que su mamá le cancelara sus suscripciones a X-Box Live e iTunes, Kale encuentra el pasatiempo perfecto: espiar a sus vecinos. Así descubre a una pareja de infieles, a un hombre que poda su césped todos los días a la misma hora y, sobre todo, a Ashley (Sara Roemer), una nueva vecina a la que le encanta asolearse y hacer yoga con muy poca ropa. Todo va miel sobre hojuelas hasta que Kale descubre (o eso cree) una conducta atípica de su vecino el podador... una conducta a-se-si-na...
Disturbia (D.J. Caruso, 2007) es Rear Window (Hitchcock, 1954) para la nueva generación. Sólo que ahora el teenager que hace de personaje principal tiene Internet, teléfono celular, cámara digital y binoculares...
Aunque empieza bastante bien, la película no escapa del cliché hollywoodense: los últimos 20 minutos son muy predecibles, pero en general el guión está bien escrito: me gustó sobremanera la escena en la que Ronnie --amigo de Kale-- juega con el doble sentido de la palabra "quizás" --traducida fonéticamente al inglés-- en su clase de español. El soundtrack es notable.
De los actores baste decir que LaBeouf es sin duda uno de los más prometedores de su generación... y Roemer una de las más bellas. A él lo volveremos a ver de nuevo este año en Transformers. Y más adelante como el hijo de Indiana Jones. A ella síganle la pista en Asylum, a estrenarse el próximo año.
viernes, abril 20, 2007
La verdadera edad de los países
Una lectora sagaz me dice en el comentario 227 del artículo llamado España, decí alpiste, que 'Argentina no es mejor ni peor que España, sólo más joven'. Me gustó esa teoría y entonces inventé un truco para descubrir la edad de los países basándome en el sistema perro. Desde chicos nos explicaron que para saber si un perro es joven o viejo había que multiplicar su edad biológica por 7. Con los países, entonces, hay que dividir su edad por 14 para saber su correspondencia humana. ¿Confuso? En este artículo pongo algunos ejemplos reveladores.
Argentina nació en 1816. Tiene ciento ochenta y nueve años. Si lo dividimos por 14, Argentina tiene trece años y cuatro meses. O sea, está en la edad del pavo. Argentina es rebelde, es pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena de acné. Por eso le dicen el granero del mundo.
Casi todos los países de América Latina tienen la misma edad y, como pasa siempre en esos casos, hay pandillas. La pandilla del Mercosur son cuatro adolescentes que tienen un conjunto de rock. Ensayan en un garage: hacen mucho ruido y jamás sacaron un disco. Venezuela, que ya tiene tetitas, está a punto de unirse para hacer los coros. En realidad quiere coger con Brasil, que tiene catorce y la poronga grande. Son chicos; un día van a crecer.
México también es adolescente, pero con ascendente indio. Por eso se ríe poco y no fuma inofensivo porro como el resto de sus amiguitos. Fuma peyote y se junta con Estados Unidos, que es un retrasado mental de 17 que se dedica a matar a chicos hambrientos de seis añitos en otros continentes.
En el otro extremo, por ejemplo, está la China milenaria: si dividimos sus 1.200 años entre 14, nos da una señora de ochenta y cinco, conservadora, con olor a pis de gato, que se la pasa comiendo arroz porque no tiene para comprarse la dentadura postiza. Tiene un nieto de ocho, Taiwán, que le hace la vida imposible. Está divorciada hace rato de Japón, que es un viejo cascarrabias al que todavía se le para la chota. Japón se juntó con Filipinas, que es jovencita, es boluda y siempre está dispuesta a cualquier aberración a cambio de dinero.
Después están los países que acaban de cumplir la mayoría de edad y salen a pasear en el BMW del padre. Por ejemplo Australia y Canadá. Estos son típicos países que crecieron al amparo papá Inglaterra y de mamá Francia, con una educación estricta y concheta, y ahora se hacen los locos. Australia es una pendeja de 18 años y dos meses que hace topless y coge con Sudáfrica; Canadá es un chico gay emancipado que en cualquier momento adopta al bebé Groenlandia y forman una de estas familias alternativas que están de moda.
Francia es una separada de 36 años, más puta que las gallinas, pero muy respetada en el ámbito profesional. Es amante esporádica de Alemania, un camionero rico que está casado con Austria. Austria sabe que es cornuda, pero no le importa. Francia tiene un hijo, Mónaco, que tiene seis años y va camino de ser puto o bailarín, o las dos cosas.
Italia es viuda desde hace mucho tiempo. Vive cuidando a San Marino y a Vaticano, dos hijos católicos idénticos a los mellizos de los Flanders. Italia estuvo casada en segundas nupcias con Alemania (duraron poco: tuvieron a Suiza) pero ahora no quiere saber nada con los hombres. A Italia le gustaría ser una mujer como Bélgica, abogada, independiente, que usa pantalón y habla de tú a tú de política con los hombres. (Bélgica también fantasea a veces con saber preparar spaghettis.)
España es la mujer más linda de Europa (posiblemente Francia le haga sombra, pero pierde en espontaneidad por usar tanto perfume). España anda mucho en tetas y va casi siempre borracha. Generalmente se deja coger por Inglaterra y después hace la denuncia. España tiene hijos por todas partes (casi todos de trece años) que viven lejos. Los quiere mucho, pero le molesta que los hijos, cuando tienen hambre, pasen alguna temporada en su casa y le abran la heladera.
Otro que tiene hijos desperdigados es Inglaterra. Gran Bretaña sale en barco a la noche, se culea pendejas y a los nueve meses aparece una isla nueva en alguna parte del mundo. Pero no se desentiende: en general las islas vivien con la madre, pero Inglaterra les da de comer. Escocia e Irlanda, los hermanos de Inglaterra que viven en el piso de arriba, se pasan la vida borrachos, y ni siquiera saben jugar al fútbol. Son la vergüenza de la familia.
Suecia y Noruega son dos lesbianas de 39, casi 40, que están buenas de cuerpo a pesar de la edad y no le dan bola a nadie. Cogen y laburan: son licenciadas en algo. A veces hacen trío con Holanda (cuando necesitan porro), y a veces le histeriquean a Finlandia, que es un tipo de 30 años medio andrógino que vive solo en un ático sin amueblar, y se la pasa hablando por el móvil con Corea.
Corea (la del sur) vive pendiente de su hermana esquizoide. Son mellizas, pero la del norte tomó líquido amniótico cuando salió del útero y quedó estúpida. Se pasó la infancia usando pistolas y ahora, que vive sola, es capaz de cualquier cosa. Estados Unidos, el retrasadito de 17, la vigila mucho, no por miedo, sino porque quiere sus pistolas.
Israel es un intelectual de sesenta y dos años que tuvo una vida de mierda. Hace unos años, el camionero Alemania (que iba por la ruta mientras Austria le chupaba la pija) no vio que pasaba Israel y se lo llevó por delante. Desde ese día, Israel se puso como loco. Ahora, en vez de leer libros, se la pasa en la terraza tirándole cascotes a Palestina, que es una chica que está lavando la ropa en la casa de al lado.
Irán e Irak eran dos primos de 16 que robaban motos y vendían los repuestos, hasta que un día le robaron un respuesto a la motoneta de Estados Unidos, y se les acabó el negocio. Ahora se están comiendo los mocos.
El mundo estaba bien así, es decir, como estaba. Hasta que un día Rusia se juntó (sin casarse) con la Perestroika y tuvieron docena y media de hijos. Todos raros, algunos mogólicos, otros esquizofrénicos.
Hace una semana, y gracias a un despelote con tiros y muertos, los habitantes serios del mundo descubrimos que hay un país que se llama Kabardino-Balkaria. Un país con bandera, presidente, himno, flora, fauna, ¡y hasta gente!
A mí me da un poco de miedo que nos aparezcan países de corta edad, así, de repente. Que nos enteremos de costado, y que incluso tengamos que poner cara de que ya sabíamos, para no quedar como ignorantes. ¿Por qué siguen naciendo países nuevos —me pregunto yo— si los que hay todavía no funcionan?
martes, abril 17, 2007
Virginia
La gente se lanza a sacar conclusiones fáciles y aparentemente satisfactorias.
En el curso de las últimas horas he escuchado a varios analistas con discursos que por apresurados (así quiero pensarlo) me parecen imprecisos y ramplones, por decir lo menos.
Ayer entrevisté a Jaime Aljure, director del semanario Vértigo. Se preguntaba qué había pasado con la seguridad en Virginia Tech, suponiendo que lo de ayer era evitable. Le recordé que el la universidad tiene un equipo de seguridad propio (el Corps of Cadets), integrado por alumnos con entrenamiento militar, amén de un cuerpo de policía en forma que patrulla (armado) la universidad. Además todas las puertas de la universidad están electrónicamente controladas. Esto sin mencionar el circuito cerrado de TV.
Mi punto: el Virginia Tech estaba bien vigilado. Lo que pasó ayer no podía evitarse. A menos, claro, que se montara un estado de sitio. Lo cual es literalmente imposible hacer de manera permanente en las centenas de universidades y preparatorias del país.
Por la tarde Rafael Cardona, en el noticiario de Pepe Cárdenas, despotricó contra la cultura de guerra predominante en los EU e, irónico, se preguntaba cómo los estadounidenses se lamentaban de 30 muertos en una universidad cuando “ellos hacen lo mismo todos los días en Irak”. ¿Hay que pensar entonces, siguiendo el argumento de Cardona, que en estos casos hay quienes merecen la muerte y quienes no? ¿Los alumnos de Virginia, sus padres, amigos y familiares, tienen menos derecho a lamentarse porque sus líderes políticos hacen la guerra?
Del otro lado también hay locos sueltos. Lorenzo Meyer refería esta mañana en el noticiario de Carmen Aristegui que un lector de noticias de CNN dijo, en medio del shock ayer, que lo ocurrido en Virginia Tech dejaba clara la necesidad de facilitar el acceso de los estadounidenses a las armas de fuego… porque si los alumnos o profesores afectados hubieran estado armados muchas vidas se habrían salvado.
La estupidez humana, está claro, no conoce límites.
viernes, abril 13, 2007
ABORTO, voto a favor
lunes, abril 09, 2007
La belleza pasa desapercibida
El experto Leonard Slatkin, director de la Orquesta Sinfónica Nacional de EE UU, había previsto que el músico recaudaría unos 150 dólares y que, de mil personas, unas 35 se detendrían haciendo un corrillo, absortas por la belleza. Hasta un centenar, según Slatkin, echaría dinero en la funda del violín. Pero eso no fue lo que ocurrió.
Joshua Bell, el violinista, fue un niño prodigio que, a sus 39 años, no ha dudado en quitarse el aura de virtuoso intocable. Ha llegado a aparecer en la versión estadounidense de Barrio Sésamo. También interpretó la banda sonora de la película El violín rojo, que fue galardonada con un Oscar. Bell no sólo respondió encantado al reto de tocar en el metro, sino que además insistió en llevar su valioso Stradivarius.
El músico arrancó con la chacona de la Partita número 2 en Re menor de Johann Sebastian Bach. A los tres minutos, un hombre desvió su mirada para fijarse en el músico. Fue su primer contacto con el público del metro.
32 dólares
A los 43 minutos habían pasado ante él 1.070 personas. Sólo 27 le dieron dinero, la mayoría sin pararse. En total, ganó 32 dólares. No hubo corrillos y nadie le reconoció.
"Era una sensación extraña, la gente me estaba... ignorando", declara Bell al Post. El virtuoso asegura que habitualmente le molesta que la gente tosa en sus recitales, o que suene un teléfono móvil; sin embargo, en la estación de metro se sentía "extrañamente agradecido" cuando alguien le tiraba a la funda del violín unos centavos.
Expertos citados por el diario aseguran que el contexto importa, y que una estación de metro en hora punta no permite que la gente aprecie la belleza. Mientras, Bell recuerda con amargura los peores momentos: cuando acababa una pieza, nadie aplaudía.
Sólo una persona se detuvo seis minutos a escucharle. El treintañero John David Mortensen, funcionario del Departamento de Energía de EEUU, quien declara al periódico que la única música clásica que conoce son los clásicos del rock. "Fuera lo que fuera" lo que estaba tocando el virtuoso, declara Mortensen, "me hacía sentir en paz".
domingo, abril 08, 2007
Sunshine
La nueva película de Danny Boyle (Trainspotting, 28 Days Later) llegó en preestreno mundial a la Cineteca Nacional, hasta ahora sólo vista en festivales.
La peli sigue la travesía de 8 astronautas que se dirigen al Sol para lanzar una "bomba estelar" que lo reactive, luego de que empezara a extinguirse con obvias consecuencias fatales para la Tierra y sus habitantes.
Después de un viaje de 16 meses, están cerca de concluir su misión cuando empiezan a aflorar problemas atribuibles a la naturaleza humana: miedo, obsesiones, coraje, desesperación, etc, que no tardan en poner en peligro el éxito de su tarea. A la estabilidad emocional y física de los tripulantes no ayuda el encuentro que tienen con otra nave, lanzada desde la Tierra siete años antes, extraviada sin dejar rastro.
Danny Boyle ha hecho una buena película retomando lo mejor del género (de Odisea 2001 a Alien) y descartando mamarrachadas como Armageddon y similares. Las actuaciones son muy buenas por parte del elenco encabezado por Cillian Murphy, sobresaliente como siempre, y Chris Evans, quien demuestra que puede ser mucho más que el chirigotero Johnny Storm de Los 4 Fantásticos. El filme es además visualmente impecable y lleva banda sonora de Underworld.
Eso sí: no vayan con ojo demasiado aguzado en el aspecto científico porque el guión de Alex Garland (La Playa, 28 Days Later) se toma bastantes licencias en ese sentido, empezando por el hecho de que al Sol le hacen falta varios miles de millones de años para iniciar su decadencia... Más allá de esas salvedades, la película es recomendable.