jueves, agosto 29, 2013

¡Nueve años!

(http://wallpapersus.com/beer/)
La propuesta surgió de un amigo, Jorge Pedro Uribe, con quien comentaba los mensajes que solía enviar con cierta regularidad a mi lista de contactos de correo electrónico. Algunos recordarán fotografías, enlaces a páginas web o comentarios sobre temas variados que enviaba con el disclaimer de que me avisaran si les incomodaban esos mensajes no solicitados. “Sería mucho más práctico que tuvieras un blog”, me dijo. “Llegarías a más gente y te evitarías la disculpa: cada quien te leería cuando quisiera”. Al principio desconfié, pero después de unos días empecé a hacer pruebas en Blogger y quedé maravillado con la facilidad del manejo de un blog, y con las posibilidades que ofrecía: era una forma de publicar textos propios, donde yo mismo sería mi propio editor: podía subir posts cuando quisiera, del tema que quisiera y prácticamente desde donde quisiera. El sueño hecho realidad de alguien que, como yo, tuvo pretensiones periodísticas desde muy temprana edad.
El resto es historia. El resto es ergozoom. Y hoy cumple nueve años. Soy consciente del carácter irregular y en ocasiones francamente caótico de esta bitácora, pero pienso que en ello reside gran parte del encanto de esta aventura.
A modo de celebración y agradecimiento, hoy, 757 entradas después de la primera, deseo compartir con ustedes una de las pocas cosas que no había publicado hasta ahora: un podcast con el que espero satisfacer mi apetito radiofónico y compartir con ustedes, en estas primeras entregas, fragmentos de textos y piezas musicales que le han puesto pimienta a los primeros 108 meses de ergozoom.
El primer episodio tiene como base un exquisito texto que abre El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida, de Philippe Delerm, publicado en español por Tusquets Editores en 1998. La pieza del cierre es una versión del blues “One Scotch, One Bourbon, One Beer”, interpretada por el dueto japonés Bogalusa. El hallazgo musical fue de José Luis Esquivel, a quien además agradezco la producción sonora del podcast.

¡Salud!

miércoles, agosto 21, 2013

Empezar a leer


Una de las preguntas más difíciles de responder para cualquier lector más o menos avezado es ésta: ¿Cómo empezaste a leer? Me la han hecho varias veces y siempre respondo con un dejo de vergüenza. Supongo (quiero pensar que equivocadamente) que las personas que me hacen esa pregunta esperan por respuesta títulos como la Ilíada o autores de la talla de Cervantes. La verdad es mucho menos rimbombante. 

Ahora, sin el pudor que impone el bluff intelectual, puedo decir que siento una inmensa gratitud por publicaciones como Selecciones del Reader's Digest. Cuando tenía entre ocho y diez años de edad, pedía a mis papás que me la compraran en Sanborns. Recuerdo tratar cada ejemplar como sigo tratando muchos de mis libros. Estoy casi seguro de que la coleccionaba, pero no he encontrado ningún ejemplar de entonces.
Por la misma época encontré en la biblioteca familiar varios fascículos de la colección Joyas literarias juveniles, que ofrecía en forma de novela gráfica obras de Poe, Stevenson y London, entre muchos otros. La impresión era paupérrima y las ilustraciones tampoco eran buenas, pero a mi parecer los textos mantenían su esencia y me permitieron acercarme así a obras que disfruté con mucho placer años después.  
Creo que Mafalda fue en buena medida la razón por la que me acerqué a la radio, que se convertiría en parte fundamental de mi vida al inicio de mi carrera profesional. Siempre me sentí seducido por la imagen de Mafalda bailando al ritmo de Los Beatles o pronunciando alguna de sus punch-lines después de escuchar el noticiario. Releí hasta deshojarlos muchos de los volúmenes que entonces editaba Promexa.
Pero quizá los textos que más añoro de aquellos tiempos son los de la serie Elige tu propia aventura, editados por la catalana Timun Mas. Los descubrí gracias a mi mejor amigo y también vecino en aquel entonces, Jorge Pedro Uribe. Edward Packard (iniciador de la serie) era para nosotros poco menos que un genio. Desde entonces he encontrado en muy pocas ocasiones el inmenso placer que me producía una lectura que implicaba mi participación activa.

Leer es para mí un acto tan necesario y placentero como comer, beber o hacer el amor. Por eso cuando encuentro alumnos embebidos en sagas como las de Harry Potter, Crepúsculo o Los juegos del hambre no puedo sino esbozar una sonrisa y pensar que, probablemente, esos chicos han iniciado ya el largo camino que yo empecé con novelas gráficas y libros de aventuras. Estoy de acuerdo con Harold Bloom cuando dice que la lectura es un placer difícil, pero pienso que, sobre todo, es un placer. Ése es el mejor principio que puedo imaginar para un lector que inicia: que disfrute. Lo demás (la voluntad de enfrentarse a textos difíciles) tarda en llegar, pero llega. Y también es un placer.