OK. Hoy no me puedo levantar. Lo primero que debo decir es que me gustó. Y mucho. Está bien producida, bien actuada, bien cantada, bien ¡todo! Bueno, casi todo. El argumento es un poco débil a partir del intermedio. En una revista leí hace poco que un musical debe ser, sobre todo, entretenido, divertido. Y en Hoy no me puedo levantar sucede que la primera parte termina muy bien, con el ánimo muy arriba y el ritmo a tope. Luego viene el intermedio, se enfrían un poco los ánimos, y ocurre que -mientras uno espera retomar el musical "desde arriba"- éste da un giro dramático, si no precisamente inesperado, sí un poco indeseable. La diversión desaparece para dar lugar al drama. Drama duro (bueno, lo duro que puede ser en un musical), con mensaje social y todo. Hay un momento muy bajo, cuando la escena inicia con la compañía llorando a moco tendido frente a una lápida para dos minutos después empezar a bailar la famosa canción del cementerio que hizo famosa Mecano ("Qué serio este cementerio" o algo así se llama), con claras alusiones al video Thriller de Michael Jackson... y la verdad es que, aunque los de Hoy no me puedo levantar hacen bien las cosas, Jacko mostró lo mejor de sí (que ya es decir) en ese legendario video. En fin. Fuera de este bache (más o menos grande) que a mi ver tiene el musical, sí pienso que lo demás vale mucho, mucho la pena.
Si les gusta Mecano, el musical les va a encantar. Aunque, aclaro, éste NO narra la historia de Mecano (como yo pensaba), sino la de un chico de pueblo que llega a Madrid en el '81 con un amigo y algunas canciones escritas pensando hacerla en grande, creyendo que llegará lejos... se pueden imaginar el resto. Así se van intercalando (un poco forzadas, a veces) las canciones de Mecano. Según sé, el próximo enero Nacho Cano y los productores del musical estarán en México para afinar detalles sobre el montaje en nuestro país. Imagino que, si todo sale bien, el próximo verano podríamos tener Hoy no me puedo levantar en el DF.
Por lo demás, hoy decidí tomarme un día de descanso en Madrid. Me levanté tarde. Hacia el mediodía me metí a El Corte Inglés a desayunar (huevos con bacon, café, pan y jugo). Curioseé la tienda (¡siete pisos, por Dios!) y luego cometí un "error": me metí a la librería. No pude resistir la tentación y compré varios libros (cinco, creo), dos de ellos muy gordos y pesados: el nuevo ramalazo editorial después del Código Da Vinci (así lo ofrecen, al menos) que salió a la venta hoy aquí. Tiene qué ver con el Conde Vlad Drácula y se llama La historiadora. También compré otro, del que no recuerdo su nombre, que ofrecen como el sucesor de El Señor de los Anillos. En las solapas tiene elogios rimbombantes del Washington Post y Neil Gaiman, entre otros. Son como 1500 páginas de los dos libros, así que espero estén increíblemente buenos.
Luego al hotel, a dejar los libros y refrescarme. Comí en un restaurante llamado Pans & Company, que es una cadena tipo Subway, pero española. Un sándwich de lomo adobado con queso, patatas bravas y coca-cola. Más tarde, al cine. Vi Spellbound, un documental sobre siete concursantes del Spelling Bee en Estados Unidos. ¡Maltrato infantil con pinta de excelencia académica! Me acordé de que en el Williams nos "entrenaban" para eso. Incluso, si no recuerdo mal, una compañera mía (Ma. Antonieta François), llegó a la final y quedó en un muuuy buen lugar. Ahora la admiro (¿o la compadezco?) más.
Ahora sí espero dormirme temprano (a ver si en mi penúltima noche lo logro) para mañana ganarle a las hordas de turistas y ser de los primeros en abordar uno de esos camiones de dos pisos que recorren el Madrí turístico en tres rutas: te puedes subir y bajar las veces que quieras hasta la media noche. No suena mal, y así checo los lugares que me quedan por ver, que son pocos (de los turísticos, quiero decir). Quiero comer en el Gran Café Gijón.
Nos veremos pronto, ¡saludos!
Si les gusta Mecano, el musical les va a encantar. Aunque, aclaro, éste NO narra la historia de Mecano (como yo pensaba), sino la de un chico de pueblo que llega a Madrid en el '81 con un amigo y algunas canciones escritas pensando hacerla en grande, creyendo que llegará lejos... se pueden imaginar el resto. Así se van intercalando (un poco forzadas, a veces) las canciones de Mecano. Según sé, el próximo enero Nacho Cano y los productores del musical estarán en México para afinar detalles sobre el montaje en nuestro país. Imagino que, si todo sale bien, el próximo verano podríamos tener Hoy no me puedo levantar en el DF.
Por lo demás, hoy decidí tomarme un día de descanso en Madrid. Me levanté tarde. Hacia el mediodía me metí a El Corte Inglés a desayunar (huevos con bacon, café, pan y jugo). Curioseé la tienda (¡siete pisos, por Dios!) y luego cometí un "error": me metí a la librería. No pude resistir la tentación y compré varios libros (cinco, creo), dos de ellos muy gordos y pesados: el nuevo ramalazo editorial después del Código Da Vinci (así lo ofrecen, al menos) que salió a la venta hoy aquí. Tiene qué ver con el Conde Vlad Drácula y se llama La historiadora. También compré otro, del que no recuerdo su nombre, que ofrecen como el sucesor de El Señor de los Anillos. En las solapas tiene elogios rimbombantes del Washington Post y Neil Gaiman, entre otros. Son como 1500 páginas de los dos libros, así que espero estén increíblemente buenos.
Luego al hotel, a dejar los libros y refrescarme. Comí en un restaurante llamado Pans & Company, que es una cadena tipo Subway, pero española. Un sándwich de lomo adobado con queso, patatas bravas y coca-cola. Más tarde, al cine. Vi Spellbound, un documental sobre siete concursantes del Spelling Bee en Estados Unidos. ¡Maltrato infantil con pinta de excelencia académica! Me acordé de que en el Williams nos "entrenaban" para eso. Incluso, si no recuerdo mal, una compañera mía (Ma. Antonieta François), llegó a la final y quedó en un muuuy buen lugar. Ahora la admiro (¿o la compadezco?) más.
Ahora sí espero dormirme temprano (a ver si en mi penúltima noche lo logro) para mañana ganarle a las hordas de turistas y ser de los primeros en abordar uno de esos camiones de dos pisos que recorren el Madrí turístico en tres rutas: te puedes subir y bajar las veces que quieras hasta la media noche. No suena mal, y así checo los lugares que me quedan por ver, que son pocos (de los turísticos, quiero decir). Quiero comer en el Gran Café Gijón.
Nos veremos pronto, ¡saludos!
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