Tres momentos inolvidables de este viaje a Monterrey:
- La caminata nocturna del viernes por la noche-madrugada por la Macro Plaza y parte del centro de la ciudad, acompañado de Foco, César y Manuel (compañeros suyos de la maestría en el Tec). Caminar me encanta, pero hacerlo en una ciudad ajena me entusiasma mucho más. El elemento nocturno y la inmejorable compañía terminaron de hacer el momento memorable.
- La visita al Museo de Arte Contemporáneo, ayer, con Foco. Sobre todo por el re-descubrimiento de hecho artístico que es el arte contemporáneo. Una obra en particular, Mystic Transport, de Gülsun Karamustafa, nos encantó. Se trata de unos viejos botes de ropa sucia que contienen cobertores de diferentes colores. La intención del artista es que el espectador haga suya la obra y mueva los botes a su libre albedrío. Pocos lo hacen. Nosotros pusimos, literalmente, manos a la obra, y trazamos con ellos algunas líneas curvas y ubicando a uno de ellos, aislado, bajo un reflector de la sala. Nos pareció maravilloso poder "hacer arte" de esa manera. Había intención estética y toda la cosa.
- El día de pesca, hoy, con Foco, César, Manuel y Lucero (otra compañera del Tec). Manuel nos enseñó a hacer cañas de pescar... e intentó enseñarnos a pescar. Sólo él y César tuvieron éxito. Yo estuve cerca: pesqué una trucha pequeña que los dueños del criadero decidieron devolver al río (haciéndome sentir híper culpable al explicarme que estaba "muy lastimada") y una trucha gigante rompió el anzuelo con el que la había atrapado justo cuando intentábamos atraparla con una red. Estuvimos ahí más de dos horas, en medio de un inolvidable paisaje montaño-rocoso y una temperatura de lo más agradable.
- Y, claro, el concierto de los tenores que, pese a los inconvenientes (o quizá precisamente gracias a ellos), fue sin duda inolvidable.
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