La educación es una de esas áreas en las que, tristemente, es frecuente encontrar "villamelones": personas que hablan con aire de suficiencia sobre algo que no entienden. Mucha gente cree que es autoridad en la materia porque "me pasé en la escuela equis cantidad de años" (y cuentan desde preescolar hasta su último curso de cocina), porque es padre o porque fue o es profesor. Aunque desde luego ayudan, no considero que esas experiencias conviertan de facto a alguien en autoridad en materia educativa.
En área donde todo mundo cree que sabe, es difícil encontrar voces lúcidas, mesuradas y, sobre todo, que asuman la complejidad del tema sin ofrecer recetas mágicas subidos a la ola de la "innovación educativa" para justificar ocurrencias o francos disparates. Una de esas voces es Gregorio Luri, doctor en Filosofía, profesor con experiencia en todos los niveles educativos, y autor de varios libros sobre el tema. También es padre y abuelo.
Su libro Mejor educados recoge muchas ideas relevantes respecto a la educación, centrado en los padres de familia, aunque bien puede aprovecharlo cualquier interesado en el asunto.
No comulgo con todas las ideas de Luri: algunos de los títulos de los pequeños capítulos del libro me resultaron innecesariamente toscos (p.ej. "Desconfíe del profesor que quiere hacer feliz a su hijo": no me cabe en la cabeza un padre, o un profesor, que no desee que su hijo o alumno sea feliz), ninguna de las ideas que presenta está desarrollada a profundidad, y en general me ha parecido que defiende una perspectiva pedagógica conservadora y tradicional (sin que estos adjetivos sean necesariamente negativos), pero en términos generales el libro me hizo pensar bastante.
Me parecen especialmente valiosas sus reflexiones sobre la necesidad de comprometerse con la educación de nuestros hijos (o alumnos): no temer definir una postura, y mucho menos defenderla... sobre todo si tiene base en el sentido común; no asumir que la niñez o la adolescencia "son una enfermedad que se cura con los años", ni evitar el reto delegando la responsabilidad en otros (los padres en los profesores, y viceversa).
No es éste un libro para ahondar en el tema. Ha de tomarse más como detonante de ideas y, ojalá, como propiciador de debates que pasen de la simple charla de café y nos permitan acercarnos de manera más sensata e inteligente a un asunto que nos atañe a todos: la mejor educación posible que podamos ofrecer a nuestros hijos.
Mejor educados, el arte de educar con sentido común, de Gregorio Luri, está editado por Ariel. La edición impresa cuesta $96 (gandhi); la digital, $119 (Amazon Kindle).
Les dejo un video de una charla TEDx que Luri dio hace algunos años:
Les dejo un video de una charla TEDx que Luri dio hace algunos años:
2 comentarios:
Muchas gracias por la reseña. Quiero dejar claro, en primer lugar, que yo me exiliaría de un mundo en el que todos pensaran como yo. Por lo tanto, bienvenidas sean las críticas.
Pero quisiera justificar el título referente a la felicidad. ¿Y si lo contrario a la felicidad no fuera la infelicidad? Lo contrario de un universal afirmativo no es un universal negativo, sino un particular contrario. Por lo tanto lo contrario de la felicidad podría ser, simple y llanamente, la realidad, la vida, que con frecuencia se nos presenta con un dolor bajo el brazo (unas veces ligero, otras tan pesado que es difícil de sobrellevar). Mi propuesta no es fomentar la infelicidad de los niños, lo cual sería, como mínimo, criminal, sino su amor a la vida, a pesar de las sorpresas desagradables que inevitablemente nos guarda.
Le añado que en estos tiempos en que hay quien la busca en la química, no soy muy partidario de usar esta palabra, que me parece que promete mucho más de lo que una vida honesta puede dar de sí.
Le reitero mi agradecimiento sincero por sus palabras.
Considero que, con la de libros que se publican diariamente, haya una persona que elija uno mío, es algo tan sorprendente como motivador. Por eso me considero en deuda con ella.
Por cierto, en marzo viajo a México.
¡Hola, doctor Luri! Antes que nada, gratitud por haberse tomado el tiempo de leer la reseña y escribir las líneas de arriba. Llevo poco más de diez años como profesor de bachillerato y puedo decirle que --en términos generales-- estoy de acuerdo con usted. De mi formación literaria (mi licenciatura es en Literatura) retengo para mi labor docente una idea de Harold Bloom sobre el placer literario: dice que es un placer difícil, y se manifiesta en contra de que los niños y adolescentes lean "lo que sea" por el simple hecho de que "es mejor leer que no leer" (algo muy parecido dice usted en su libro).
Es un tema que ha dado para centenas de libros... y dará para más. Desde mi perspectiva la lectura ha de ser un placer, sin duda (como una clase, de cualquier materia, en cualquier escuela), pero no a costa de lo que sea. Definitivamente pienso que la Literatura (como la educación, algo que usted plantea en su libro) ha de implicar un reto intelectual a los alumnos. Lo ideal (desde mi punto de vista) es que ese reto se lleve a cabo en un ambiente, digamos, disfrutable, pero puestos a elegir prefiero el reto (aunque los chicos se incomoden) a un grupo de alumnos muy relajados que sin embargo terminan el curso sin aprender nada.
Pienso que es indispensable fomentar una cultura del esfuerzo entre los más jóvenes. Coincido con usted en la percepción de que los chicos de hoy asumen que no deben esforzarse porque "todo lo que necesitan está en Internet". Y muchos padres (y colegas profesores) se han comprado ese bulo.
Ojalá podamos continuar esta charla más adelante. ¿En marzo, quizá? Trabajo en una universidad grande en México (Tec de Monterrey): avíseme por favor si estaría interesado en impartir una charla o conferencia aquí durante su estancia en México (no dependería de mí la decisión, pero puedo plantearlo a mis directivos). Saludos cordiales, y gracias de nuevo.
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