Soy fan de Mario Vargas Llosa desde la primera vez que leí La ciudad y los perros, una novela que empezó a escribir a los 23 años y que rezuma una potencia narrativa que no le he vuelto a leer. Disto de haber leído su obra completa, pero sí lo he hecho con más de media docena de sus novelas, varias de las cuales me han parecido sobresalientes (La tía Julia y el escribidor me divierte mucho y La fiesta del Chivo me parece un tour de force muy bien logrado). Me dicen que Conversación en la catedral y La casa verde, dos obras suyas que no he leído, son superiores. La primera novela que publicó después del Nobel, El héroe discreto (2013) me pareció buena a secas, se deja leer. Pero Cinco esquinas no llega ni siquiera a ese punto.
La trama inicia muy bien, con una impetuosa escena lésbica entre dos mujeres de la alta sociedad limeña. Marisa, esposa de un prominente minero, y Chabela, mujer de un acaudalado abogado, amanecen juntas en la cama. Mientras se despereza, Marisa recuerda lo ocurrido la noche anterior y un narrador omnisciente nos da detalles del affaire que estas dos mujeres concreteron. En el segundo capítulo Quique, esposo de Marisa, recibe en su oficina unas fotografías escandalosas que el director de una revista amarilla amenaza con publicar. El lector imagina que son imágenes de Marisa y Chabela, pero la sorpresa es que no, que es Quique quien aparece en esas fotos.
Hasta ahí todo bien. La mesa está puesta para un thriller periodístico-político de altos vuelos. Más aún si consideramos el escenario en el que Vargas Llosa sitúa la trama: los últimos meses del Fujimorato. Pero después de esos dos buenos capítulos (la novela tiene 22) Vargas Llosa se enreda en describirnos personajes menores, aunque importantes para el desarrollo de la acción: el director de la revista amarilla, su redactora estrella, un recitador de poemas venido a menos... Y así va intercalando capítulos hasta que hacia el final los junta a todos en "un remolino" (así titula el capítulo) y resuelve el problema de una manera apenas verosímil y totalmente anticlimática.
Una decepción. Porque otro Vargas Llosa (ya no el veinteañero de La ciudad y los perros, pero sin duda el adulto mayor de La fiesta del Chivo) hubiera aprovechado esta materia para producir una obra puntillosa y audaz. No es el caso de Cinco esquinas, a la que uno puede fácilmente imaginar que Vargas Llosa no le dedicó tiempo ni empeño. Se le nota a leguas la dejadez, la abulia, la falta de ambición y curiosidad literarias. Recomiendo no pasarse por ahí y revisitar alguno de sus trabajos mejor logrados.
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Cinco esquinas
Mario Vargas Llosa
Alfaguara, 2016
$299 impresa / $159 digital