viernes, junio 18, 2010

Saramago



Cosas pequeñas / Madredeus

Conocí a Saramago en 1998. De visita a la librería
gandhi en Miguel Ángel de Quevedo, salí acompañado de mis padres y de una novela que, no lo dudo, cambió mi vida. El evangelio según Jesucristo fue casi con toda seguridad el último mazazo a mi muy endeble fe católica.

La lucidez de Saramago me convenció de que yo no era católico. Y que no tenía sentido intentar asumirme como tal sólo por los resabios morales de mi familia. Saramago me hizo notar que no era el único con esas dudas elementales, pero complejas, sobre una religión que nunca profesaba pero tampoco me atrevía a negar. Y me dio respuestas en forma de un personaje heróico, pero humano. ¿Demasiado humano? Quizá. Pero yo no tenía problema con eso. No me molestó nunca la idea de un Cristo entregado a pasiones humanas. Me incomodaba sobremanera, eso sí, pensar en un Cristo bañado en santidad inalcanzable; eso sí me conflictuaba.


Pienso que no exagero al decir que Saramago arrojó luz allá donde sólo había penumbra.

Años después me han dicho que esa novela no es la mejor de Saramago, que es demasiado militante, que no sé qué. Sin embargo, lo que conservo y atesoro es el recuerdo del impacto que tuvo en mí. Se revelaron ante mí las posibilidades de dialogar sin guiones de por medio; de novelar sobre un personaje sagrado (y por ello supuestamente intocable); de darle la vuelta a ideas preconcebidas; de utilizar recursos retóricos para dar rienda suelta a discusiones religiosas y filosóficas.

Después intenté leer La caverna, pero no pude: me estorbó el discurso anticapitalista que permea el texto. Luego leí Ensayo sobre la ceguera, en el que no dejé de notar el enfadoso aire de superioridad moral que desarrolla el narrador. Historia del cerco de Lisboa me pareció bastante mejor lograda, pero no logré conectar con un hecho histórico totalmente ajeno a mi realidad y cultura. Me han recomendado varias veces Intermitencias de la muerte, pero no me he animado.

No sé si puedo decir que Saramago es uno de mis escritores favoritos. Creo que no. Sí estoy seguro de que es uno a los que más les debo. Porque además está su referente moral, extraliterario. Militante de izquierdas, siempre simpatizó con las causas sociales que consideraba más justas. Estuvo con los zapatistas. Dio su apoyo al Foro Mundial Social. Escribió contra fantoches como Berlusconi... el mundo necesita más como él.

Esta mañana me enteré de la noticia en el coche camino al trabajo. Noté que Granados Chapa hablaba en pasado al referirse a él. Un ligero estremecimiento me recorrió y sentí ganas de llorar. Hice zapping en otras estaciones, donde cronistas deportivos cacareaban el partido de México ayer. Apagué la radio. Llegué a mi oficina. Twitté mi tristeza, que también facebooké. Tuve dos juntas. Y me senté a escribir esto.

Escucho Madredeus. Estoy agüitado. Y al mismo tiempo agradecido. Afortunado. Contento porque Saramago existió.

1 comentario:

& Aleph dijo...

Después de un crítico análisis, eres muy sincero al dar gracias porque alguien asì haya existido. En realidad yo sólo he leido Ensayo sobre la ceguera de él y me pareció maravillosa su narrativa y detalles de los personajes, creo que es una niovela que pocos entienden pero muy enriquecedora, compartop contigo la nostalgia amigo.