miércoles, marzo 31, 2010

Semana Santa, Post 2

La vida de Yukio Mishima (1925-1970) da por sí misma material suficiente para una novela: hijo de un burócrata japonés en tiempos de la pre-guerra fue educado por su abuela, que le prohibió jugar con niños de su edad pero le enseñó francés y alemán. Quería ser escritor, pero su papá le dijo que nada de mariconerías y lo obligó a estudiar Derecho, así que estudiaba por las mañanas y por las noches leía y escribía a escondidas. Empezó a trabajar para el gobierno pero negoció con su papá y éste le permitió iniciar una carrera literaria, con bastante éxito, por cierto.
Su segundo libro fue Confesiones de una máscara, relato supuestamente autobiográfico en el que confesaba su homosexualidad. Sin embargo, años más adelante se casó y tuvo dos hijos.
Cuando cumplió 30 años empezó a ir al gimnasio tres veces por semana; rutina que mantuvo hasta el día de su muerte y que le forjó un cuerpo espectacular (¡vean la foto!). En 1968 publicó un ensayo en el que cuestionaba abiertamente ese mandamiento intelectualoide que ordena a los artistas entregar su cuerpo a los excesos más abyectos. Fue varias veces candidato al Nobel, pero cuando en el '68 lo ganó su maestro Yasunari Kawabata consideró muy poco probable que la Academia se lo concediera a otro japonés en poco tiempo. También fue actor de cine y dramaturgo.
Mishima era conservador, y quería reestablecer el poder del Emperador en Japón (bastante mal tratado después de la derrota en la II Guerra). Así que un día de 1970 entró a un cuartel militar (lo dejaron entrar porque formaba parte de una milicia aprobada por el gobierno) y, luego de amagar al oficial de más alto rango, empezó a leer un manifiesto en el que llamaba a la insurrección para devolver al Emperador su poder de antaño. Los soldados no le hicieron caso y Mishima se hizo seppuku, mejor conocido en Occidente como hara-kiri.
Todo esto viene a cuento porque ayer terminé de leer El marino que perdió la gracia del mar, novela que Mishima publicó en 1963. Me ha gustado mucho. Es de una extraña y violenta belleza. Muy poco parecida a algo que haya leído antes. Obra notable de un autor fascinante. Altamente recomendable.

No hay comentarios.: