Hace años, muchos años, que no como uno de estos fragmentos de ambrosía en polvo.
Tengo en mis manos un sobrecito de Sal-Lím (pronúnciese salín).
1.5 gramos. Casi nada. Casi todo.
Si mi infancia y principio de adolescencia tuviera sabor, sería éste: sal, ácido cítrico y jugo de limón deshidratado. No más. Compraba estos sobrecitos por una pequeña fortuna a una señora (la recuerdo con una claridad que me espanta) que ponía los dulces sobre un pedazo de lona afuera de mi escuela, en la esquina que hacen Empresa y Patriotismo.
Cuando me iba bien, de una sola vez adquiría 10 sobres que metía en el bolsillo de mi suéter y degustaba en el transcurso de los siguientes minutos. Recuerdo haber asistido a muchos honores a la bandera de los lunes con uno de estos sobrecitos metido completo en la boca: no podía darme el lujo de abrirlo cuidadosamente y comerlo decentemente, con el riesgo de que el prefecto me descubriera, oh Dios, comiendo Sal-Lím mientras balbuceaba el "Selevantaenelmástilmibandera".
El Sal-Lím, junto con su hermano el Chi-Lím, fueron prohibidos por mi madre. Tan buenos eran. Claro que cuando quería premiarnos, a mi hermana o a mí nos colocaba sobre la cama algunos sobrecitos de la verde droga.
No puedo comer el Sal-Lím que mi hermana me regaló el fin de semana pasado. Estoy vestido. para dormir. No me he lavado las manos. Me encuentro vulgarmente recostado en mi cama. El momento no es propicio.
Tengo la boca hecha agua.
Tengo en mis manos un sobrecito de Sal-Lím (pronúnciese salín).
1.5 gramos. Casi nada. Casi todo.
Si mi infancia y principio de adolescencia tuviera sabor, sería éste: sal, ácido cítrico y jugo de limón deshidratado. No más. Compraba estos sobrecitos por una pequeña fortuna a una señora (la recuerdo con una claridad que me espanta) que ponía los dulces sobre un pedazo de lona afuera de mi escuela, en la esquina que hacen Empresa y Patriotismo.
Cuando me iba bien, de una sola vez adquiría 10 sobres que metía en el bolsillo de mi suéter y degustaba en el transcurso de los siguientes minutos. Recuerdo haber asistido a muchos honores a la bandera de los lunes con uno de estos sobrecitos metido completo en la boca: no podía darme el lujo de abrirlo cuidadosamente y comerlo decentemente, con el riesgo de que el prefecto me descubriera, oh Dios, comiendo Sal-Lím mientras balbuceaba el "Selevantaenelmástilmibandera".
El Sal-Lím, junto con su hermano el Chi-Lím, fueron prohibidos por mi madre. Tan buenos eran. Claro que cuando quería premiarnos, a mi hermana o a mí nos colocaba sobre la cama algunos sobrecitos de la verde droga.
No puedo comer el Sal-Lím que mi hermana me regaló el fin de semana pasado. Estoy vestido. para dormir. No me he lavado las manos. Me encuentro vulgarmente recostado en mi cama. El momento no es propicio.
Tengo la boca hecha agua.
1 comentario:
Hola PP.
Del Universal (2 de marzo de 2006):
"La tendencia retro en dulces
En 1951 Carlos Núñez, que trabajaba en una empresa dedicada a surtir a los hoteles de paquetes individuales de azúcar, sal y pimienta, se dio cuenta de que la combinación de sal y el extracto de jugo de limón era agradable al paladar de quienes tomaban tequila, pero también para los niños.
Por esas fechas el productor del tequila Viuda de Romero, Joaquín González, buscaba la forma de recuperar la pérdida de mercado de su producto en Estados Unidos. Por una recomendación de terceros, Núñez y González se conocieron. Ambos trabajaron en un producto para hacer más atractivo el tequila y decidieron incluir en cada botella un sobre de Sal-Lim, nombre que según el propio Núñez es resultado de la combinación de las palabras sal y limón. La idea fue un éxito y dio paso a la creación de la empresa Sal-Lim.
Posteriormente Núñez pensó que su producto podría ser del agrado de los niños y fue entonces cuando decidió crear Chi-Lim.
Vuelta al mercado
Más tarde, el producto desapareció durante 10 años a raíz de problemas financieros, uno en 1987 cuando su administrador lo defraudó, y una crisis en 1991 cuando la firma no pudo pagar sus créditos bancarios y le embargaron la maquinaria y marcas comerciales.
Fue hasta el año pasado cuando el empresario pudo recuperar las marcas y entonces inició una nueva etapa de su empresa.
También en 2005 conoció a Roberto Aguilar, dueño de la empresa Bondy Fiesta, dedicada a la producción, comercialización y exportación de dulces. "Carlos nos buscó para que vendiéramos sus productos. Me interesé por Chi-Lim y Sal-Lim porque ya los conocía desde hace 37 años, cuando comencé como empleado de una tienda de dulces", recordó.
Bondy Fiesta preparó "El Regreso" de los productos, famosos entre personas mayores de 30 años, pero ajenos para las nuevas generaciones. "Se trabajó nuevamente la imagen para regresar al mercado, se ingenió un leoncito como mascota. En la actualidad, los adultos lo conocen, pero queremos llegar a las nuevas generaciones, a los niños", explicó Aguilar.
Bondy Fiesta es una empresa mexicana con presencia en Estados Unidos, Canadá, Puerto Rico, Venezuela, Chile, Francia, Suecia, Irlanda y Noruega.
Parte del éxito de esta compañía es relacionar sus golosinas con personajes famosos, tanto artistas como deportistas; además de que constantemente desarrollan nuevos empaques y productos para seguir las tendencias del mercado. La empresa tiene licencias para explotar la imagen de Barbie, Rosita Fresita y Bob esponja. Pero también a personajes de telenovelas como Misión S.O.S, Sueños y Caramelos, Pablo y Andrea, Rebelde, y planean lanzar un producto de La fea más bella y de los equipos de fútbol América y Guadalajara.
De acuerdo con Aguilar buscan lanzar nuevas presentaciones de Sal-Lim y Chi-Lim para exportarlo a Centroamérica y entrar al segmento de tiendas de autoservicio"
Faltó que agradecieran tu valiosa contribución para el éxito de las marcas y su reciente retorno al mercado. Saludos
JF
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