sábado, mayo 30, 2009

No votar

A cinco semanas de las elecciones en las que se renovará la Cámara de Diputados (aparte de muchos otros cargos de elección popular en todo el país) existe un consenso básico en el sentido de que esta es la campaña más aburrida y poco interesante de la historia reciente de México. Se prevé que el abstencionismo se eleve a entre el 60 y el 70%. O sea, que entre seis y siete personas de cada diez decidan (decidamos) quedarse en casa, ver el fútbol o las luchas, salir con la novia o los amigos, leer una buena o mala novela, o dormir, o ir al cine, o cortar el césped o ver una mancha en la pared en vez de ir a votar el 5 de julio.

La perspectiva es que el PRI retome el poder en el Congreso para negociar con mejores cartas el poder que han de compartir tres años más con Felipe Calderón y su partido.

La legislación electoral vigente establece que no se puede hacer campaña "sucia", o sea que no se puede hablar mal de ningún candidato... lo que nos deja sólo con candidatos y partidos hablando bien de sí mismos, con lo aberrante que resulta eso.

Hace algún tiempo, en un diplomado que tomé en el CIDE, alguno de los expositores me abrió los ojos desarrollando el argumento de la irracionalidad del voto. Pierde uno tiempo, dinero y esfuerzo yendo a votar... Además es absolutamente irracional desde una perspectiva útil: en un universo de decenas de millones de votos posibles, el mío (que sólo vale por uno, como manda el principio básico del sufragio universal) no vale nada. "Pero Calderón ganó sólo por 150 mil votos", me dijo alguien. Ajhá. El argumento se mantiene: uno entre 150 mil es igual o casi igual a nada. Nunca en la historia de la democracia de ningún país ningún candidato ha ganado sólo por un voto.

Además, claro, está el hecho de la oferta política nacional que es... ¿cómo ponerlo en términos que no resulten soeces?... ¿desalentadora? Todos los partidos políticos, grandes y pequeños, TODOS, manchados de una u otra manera por escándalos de corrupción e impunidad que surgen un día sí y otro también y a los que estamos insanamente acostumbrados. Y no estamos hablando de manchas pequeñas, esas máculas atribuibles a la naturaleza de cualquier institución humana: están cubiertos de pies a cabeza de hediondez y podredumbre.

He tomado la decisión de no votar hasta que los partidos políticos de este país me demuestren un compromiso real con la gente que dicen representar. Para mí hay una forma muy concreta de hacer eso: aprueben la reelección legislativa inmediata. Me fastidia ver a un tipo desayunando a dos mesas de la mía saludando a todo mundo y repartiendo folletos con sus hijos y esposa sonriendo cual modelos de aparador, buscando mi voto por él. Si gana, estará en el Congreso dos años (en los que seguramente no me volverá a interrumpir el desayuno para preguntarme si todo va bien por donde vivo). El tercero lo dedicará a resolver dónde "se coloca" para los próximos tres años y dejará pendientes todos los proyectos que tenga en mi municipio, si acaso le da tiempo de desarrollar algunos proyectos.

No. Yo quiero que los candidatos que ahora me saturan el correo y se quieren tomar fotos conmigo regresen en dos años y medio y me digan: "Hice esto, esto, esto y esto. Necesito otro periodo de legislación o gobierno en el municipio para terminar esto, esto y esto". Ahora sólo llegan al cargo, hacen lo que quieren (y casi siempre quieren bien poquito y mal) y luego se van. Si te vi ni me acuerdo.

Claro que esto a los partidos no les conviene porque así se acaba la forma perfecta de rotar a sus políticos en cargos públicos.

En fin. Este post se ha alargado demasiado. No votaré hasta que el Congreso apruebe la reelección inmediata de legisladores y presidentes municipales, por lo menos.

"Si todos pensaran como tú, este país sería el caos"... Sin comentarios.

"Qué bueno que no todos piensan como tú"... Exacto. Lo que yo piense o deje de pensar al respecto de votar o no votar es absolutamente intrascendente... ¡porque en términos reales mi voto no vale nada! Ni el mío. Ni el de nadie.

PS.- Hace unas semanas escuché al analista Rafael Carmona sugiriendo castigos para quienes no votaran: que se nos cancelara el pasaporte o se nos multara. Estoy de acuerdo. Quiero ver que multen a 20 millones de mexicanos (y sumando) cada tres años. O que nos nieguen el pasaporte a todos. Quiero que se atrevan, los políticos.

Sería divertido.

1 comentario:

Kike dijo...

Y... ¿votaste?

Te cuento que descubrí una forma para mantenerme al día con tu blog!

Saludos!