Seguramente se han dado cuenta del fenómeno de moda que es ahora hablar, leer y escribir del Apocalipsis que viene en 2012. Una supuesta profecía maya y los efectos del cambio climático han redudndado en videos, libros y artículos periodísticos que se ofrecen a quien se deje. Nunca me han seducido estas teorías conspiratorias, pero hace algunas semanas un conocido mío me comentó con aire de absoluta seriedad algunos detalles de este fin del mundo por venir. Dijo algo de un cometa que se acerca peligrosamente a la Tierra, la fase de preparación (física, emocional, intelectual...) que debemos llevar a cabo para ese suceso e incluso la forma en que una nave extraterrestre vendrá a rescatar a los más preparados (los demás perecerán... ejem... pereceremos).
Ayer fui a ver Presagio, la nueva película de Alex Proyas (dirigió El Cuervo y Ciudad de tinieblas en los '90) protagonizada por Nicholas Cage. Me sorprendieron las similitudes de la trama con lo que me contó mi amigo hace algunas semanas. Pienso, de hecho, que si mi amigo ve la película, asumirá en ella un sinfín de mensajes ocultos (desde las piedras negras hasta el Árbol del Conocimiento pasando por las voces que susurran).
Recuerdo esa extraordinaria novela de Umberto Eco (El péndulo de Foucault) en la que un grupo de iniciados había construido una muy eficaz red de comunicación mediante lel tipo de libelos de esoterismo que se venden a dos por cinco pesos en botaderos de Donceles. ¿Serán las malas películas una buena forma de transmitir mensajes a las personas que creen en este tipo de profecías? ¿Son productos para iniciados? ¿O se trata sólo de la batea de babas en la que caen cinéfilos despistados cuando faltan boletos para funciones cercanas a la medianoche?
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