sábado, julio 26, 2008

Nadie nos prometió un jardín de rosas


El 27 de mayo de 1942, dos partisanos checos apoyados por el ejército británico asesinaron a Reinhardt Heydrich, a quien Hitler había encargado la "germanización" de Bohemia y Moravia, deportando a los eslavos y limpiando el terreno para los alemanes que colonizarían la zona.
Heydrich era uno de los elementos favoritos de Hitler y apenas un día después de asumir su cargo en septiembre del ´41, decretó Ley Marcial y empezó a pasar a cuchillo a todo aquel que se mostrara en su contra. 486 personas habían muerto en ocho meses del "protectorado" de Heydrich en lo que hoy es la República Checa.
El asesinato del oficial alemán ocurrió en tiempos en los que el Tercer Reich todavía parecía invencible, por lo que Hitler ordenó que se investigara el lugar de donde provenían los asesinos, se fusilara a todos los hombres. deportara a todas las mujeres y ni
ños a campos de concentración, se reubicara a los niños susceptibles de ser "germanizados" y se arrasara el lugar hasta los cimientos.
Ese lugar es Lidice, ubicado a 25 kilómetros de Praga, donde hoy hay un museo y un jardín de rosas que recuerda los hechos, además de los restos de lo que quedó después del castigo nazi: las piedras que fueron una granja, las puertas de hierro de la iglesia --construida en 1342-- y el lugar donde estaba la escuela, levantada en 1713.
Los soldados alemanes cumplieron sistemáticamente sus órdenes: fusilaron a los hombres, echaron a un tren a las mujeres y niños y procedieron a quemar las casas para luego aplanar el terreno con bulldozers. Algunos tomaron fotos --remember Abu Grahib?-- y otros filmaron los hechos.
Hoy Lidice es un parque hermoso del que no se debe elogiar la belleza. Un lugar por el que no se puede caminar con la cabeza erguida. Hay una pesadez que obliga a bajar la mirada. Es vergüenza y compasión. No eran sólo nazis y checos. Fuimos todos.
Lo más terrible es cuando uno reflexiona sobre el asesinato sistemático de un pueblo, la orden de borrar un lugar del mapa y las personas que siguieron la orden con el gusto del deber cumplido.
Uno se pregunta por qué.
Y la única respuesta es el silencio.

1 comentario:

Jorge Pedro dijo...

veo que estás leyendo "el hombre que fue jueves", de chesterton. qué librazo. quizá lo releo pronto. saludos y buen viaje.