Se supone que en el siglo XVI el rabino Löw (cabalista, mago, director de la escuela talmúdica...), celebró un rito para crear un ser que defendiera al gueto de los ataques antisemitas. Los ingredientes básicos de este guardián fueron un puñado de barro, varios conjuros y una chispa mágica: la palabra hebrea Emet, grabada en la frente del golem.
La clave para “desactivar” al golem (su tecla de “Off”, digamos) consistía en retirar la primera letra de dicha palabra…a lo cual se vio obligado el rabino luego de ver que su creación había perdido el control y se dedicaba a aterrorizar al gueto que debía proteger.
En 1915 el escritor austriaco Gustav Meyrink escribió una extraordinaria novela retomando esta leyenda (titulada, precisamente, El golem). Sé que se filmó una película en 1920. Y, bueno, incluso un tracto-camión acá lleva ese nombre. Creo que sobra decir que el golem checo fue anterior al Moderno Prometeo del Dr. Frankenstein…
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