Lo primero, primerísimo, que piensas cuando llegas a Vancouver es ¿es esto Canadá o algún país asiático? Está repleto de chinos, japoneses, vietnamitas, filipinos, taiwaneses y anexos. Luego empiezas a usar el transporte público y escuchas idiomas extraños. Indio, europeos orientales, árabe, algo de español mexicano... Y piensas qué bonito este país multicultural. También escuchas inglés, claro. Con una variedad de acentos que dudas pueda encontrarse en cualquier otra parte del mundo. Y piensas qué tolerantes, oh. Luego ocurre que buscas algo "típicamente canadiense". Un lugar, una palabra, un platillo, alguna bebida. Y más allá de la miel de maple y los sombreros de guardabosques a nadie se le ocurre nada. Te recomiendan restaurantes malayos, una fábrica de pasta, un barrio chino, un puente colgante, ir a avistar ballenas... Repites: algo canadiense. Y una sonrisa forzada responde: esto es Canadá. Somos multiculturales. En una revista lees: ¿Multiculturales o multirraciales? Porque acá hay muchas razas... pero cultura quedan a deber. La exposición más importante en la ciudad es una retrospectiva de arte digital japonés (¿por qué no te sorprende la influencia asiática...?), la novedad en teatro es The Producers (que en México terminó temporada ¡el año pasado!)... escuchas cumplidos como este edificio se parece al Flatron Building de NY o la gente es muy amable. Victoria es una típica ciudad inglesa. El jardín japonés es hermoso.
¿Y dónde está Vancouver? ¿Qué tiene esta ciudad que la haga diferente, única, valiosa? ¿Por qué no tener nada especial se asume como un valor per sé?
Es la tercera ciudad con mejor nivel de vida en el mundo.
¿Y?
¿¡Dónde está el sabooor?!
Como diría Monsiváis: O no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que apenas estaba entendiendo.
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