Andre Agassi empezó su carrera hace 21 años.
Dicen que lo sacaron de Las Vegas, donde se ganaba la vida jugando partidos de exhibición: algo parecido a un globetrotter, pero del tenis.
La primera etapa de su carrera, digamos que aquella en la que tenía cabello, me cayó muy pero muy mal. Era un tipo estrafalario y exhibicionista, con un tenis espectacular, que constantemente (según yo) le faltaba el respeto al deporte, con su larga melena, sus cadenas de oro y atuendos más propios del 'Brody' Campos que de un campeón de Wimbledon. Durante esa época Pete Sampras fue su némesis: insoportablemente bien portado, acicalado y, claro, igual de buen jugador que él, si no es que mejor.
Luego algo pasó. A mediados de los '90, en la cima de su carrera, Agassi perdió la brújula y dejó las canchas, entregado a los excesos de la fama, el dinero y su efímero matrimonio con Brooke Shields. En 1997 él, que había sido número uno del mundo, cayó hasta cerca del 200 en el ranking. Tocó fondo. Empezó a salir del hoyo cuando un torneo challenger (ésos que juegan los adolescentes para hacer sus pininos en competencias profesionales) le ofreció un wildcard (invitación) porque su ranking no alcanzaba para entrar directo. Él decidió no aceptar la invitación y jugar para ganar la calificación...
El resto es conocido: regresó a los entrenamientos, se cortó el cabello a rape, se casó con Steffi Graff y decidió dejar atrás los colores chillantes: en dos años, en el '99 y a la edad en la que muchos empiezan a pensar en el retiro (30 años) volvió a ser número uno del mundo.
Ahora Agassi sabe que ese segundo aire terminó. Lo ha ganado todo, no se debe nada y anunció su retiro después del US Open de este año. Nadie espera que gane el torneo, pero todos queremos que llegue lejos.
Lleva dos partidos: dos clásicos. Uno contra Andrei Pavel, de Hungría; el segundo contra Marcos Baghdatis, de Chipre. Los dos salieron decididos a no regalarle nada a Agassi y le presentaron retos mayúsculos. Han sido dos partidos sobremanera emocionantes, con el estadio Arthur Ashe a tope, entregado a Agassi, que a su vez responde jugando con un pundonor que no tienen muchos 20 años menores que él.
Su próximo partido es pasado mañana contra Benjamin Becker, alemán de 25 años, 136 del mundo. En el papel es un partido relativamente sencillo (Baghdatis, a quien Agassi derrotó hoy, es sexto; Pavel es 76 del ranking mundial), pero el mismo Agassi declaró hoy que no sabe cómo reaccionará su cuerpo al partido de más de tres horas y media que jugó hoy. El sábado puede ser la despedida de uno de los mejores de todos los tiempos. Échenle un ojo. Si no se despide ese día, verlo ganar será apoteósico.
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