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Cuando el partido entró empatado a esa fase definitoria que son los últimos quince minutos de juego; cuando Irán arrastraba los pies, cansado o conforme con el empate, y entre quienes observábamos el partido empezó a sentirse en la boca ese gusto amargo (sabor a fierro viejo que tan bien conocemos, por cierto) de que pudo haberse hecho más, de que fuimos mejores pero no ganamos, de que --en fin-- estábamos otra vez "predestinados" a sufrir para calificar a Octavos... llegó Omar Bravo (izq. en la foto) y aportó claridad. Puso orden. Él mismo, primero, se mostró como un jugador de excepcional calidad que necesita ya una liga mejor que la mexicana para desarrollar sus capacidades; luego, dio al equipo la tranquilidad de la victoria y dejó claro que el empate con Irán habría sido un resultado injusto y, sobre todo, engañoso.
México empezó con pie derecho su participación en Alemania 2006. Cierto: era un resultado esperado, pero no por eso deja de ser satisfactorio. El próximo rival será Angola, que hoy perdió contra Portugal y el viernes estará obligado a ganar para mantener vivas sus expectativas de calificación.
Ahora será ése el partido clave. México ganó confianza hoy. Pero es una confianza que el equipo se debía a sí mismo luego de los recientes descalabros en París y Amsterdam; de la enésima bronca entre Lavolpe y la prensa y del díficil momento por el que pasó Oswaldo hace unos días.
Hay que ganar convincentemente a Angola para poder generar la confianza que permita --entonces sí-- pensar en una buena ronda de Octavos. Eso es lo menos que se espera de este equipo. Repito: lo menos.
1 comentario:
yo lo vi en el parque méxico y me la pasé bien. hay una foto en el blog.
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