martes, marzo 29, 2005

¡Sonríe y di 'whisky'!

"¿Y trae su traje?"
Pregunta un señor Ysunza, al parecer fotógrafo de estrellas (tiene un retrato de Lolita Ayala firmado por él en la recepción). Es una pregunta retórica, porque es obvio que no llevo portatrajes.
Estoy aquí para sacarme las fotos que aparecerán en mi título y en todos los papeles oficiales que tengan que ver con él. Hasta ese momento no había pasado por mi mente saco y corbata.
"¡Pero si es una foto para toda la vida!", me dice Ysunza, sardónicamente sorprendido.
Eso sí, antes de salir de casa me enjuagué la cara y arreglé mi peinado. Pero eso no es suficiente, no para la enorme foto ovalada -sin retoque- que se coloca en un título profesional.
Me mantengo sin saber qué decir. Tampoco pasa por mi mente ir a mi casa y cambiarme... porque no tengo saco ni corbata. Tendría que comprar uno... pero, ¿ahora? Necesito las fotos ya... y, además...
"Bueno, si usted quiere se las tomamos así".
Usted quiero.
No dejo de sentir, por un lado, que está bien que las fotos salgan así. Yo no soy un tipo de saco y corbata. No sería yo si saliera así vestido en esas fotos. Por otra parte me pesa eso de la foto "para toda la vida". El título no es cualquier cosa, y yo voy vestido como cualquier día.
Al llegar a casa y comentar el incidente mi papá protesta por mi decisión. Me advierte que en unos años querré haber salido mejor en la foto y me pide darme cuenta de que ya no tengo quince años; que la supuesta defensa de mi identidad y la pose intelectual de 'yo soy quien soy' ya no queda en un tipo que se titula en dos semanas; que ya soy diferente y me conviene darme cuenta, dice. Yo asumo el rol de hijo rebelde y me mantengo en mis cuatro. Mi mamá me llama terco. Ríe y me advierte que de todos modos tendré que sacarme las fotos otra vez, porque en la universidad no aceptarán las que me tomé casual.
Yo termino pensando que me he defendido, sí, como un adolescente. Recordando que acabo de cumplir 25 años. Y reconociendo (para mí) que no me vendría mal una camisa buena y un blazer de la última temporada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los 25 me suenan demasiado complicados. Por una parte, sigues siendo un escuincle baboso para los treintañeros; por la otra, no puedes cometer errores porque "ya no eres un niño"... ¿Quién entiende a los que ya están o se aproximan al cuarto de siglo?
Con esto me hiciste recordar un pasaje del siempre sabio Principito; el del turco que descubre un asteroide, ¿lo ubicas?
Yo aún me instalo en los dulces 24; pero por si las dudas, guardo en mi clóset una playera y unos jeans rotos (jeje).
Marissa