Yakov Vincenko en 1945 tenía 19 años, pertenecía a la División de Infantería número 322, frente ucraniano, del ejército ruso. Fue de los primeros en entrar a Auschwitz hace 60 años. De ese día recuerda:
"En la sombra advertí una presencia. Se arrastraba en el barro, ante mí. Se dio la vuelta y apareció el blanco de unos ojos enormes, dilatados. Callamos: desde lejos nos llegaba el eco amortiguado de las explosiones. De los dos, sólo yo sabía que eran los disparos de la artillería alemana que se retiraba. Pensé en un espectro, dudé si yo estaba herido, incluso muerto. No estaba soñando, estaba ante un muerto viviente. Detrás de él, detrás de la niebla oscura, intuí decenas de otros fantasmas. Huesos móviles, unidos por una piel seca y envejecida. El aire era irrespirable, una mezcla de carne quemada y excrementos. Nos cogió de sorpresa el miedo a contagiarnos, la tentación de escapar. No sabía dónde me encontraba. Un compañero me dijo que estábamos en Auschwitz. Avanzamos sin decir una palabra".
(Fuente: suplemento "Domingo", del diario El País, 23 de enero, 2005)
1 comentario:
Qué estremecedor. Terribles son los pecados que carga nuestro género.
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