Seguramente si La mala educación no fuera "un film de Almodóvar" y, para el caso mexicano, no estuviera protagonizada por Gael García, la película estaría pasando por la cartelera sin pena ni gloria. Pero no. En México se estrenó en uno de los feriados más significativos del año y el film almodovariano compitió en el más reciente Festival de Cannes. Empezando por los aciertos hay que destacar el buen diseño de producción, la fotografía, el vestuario y la musicalización, todos aspectos que habitualmente Almodóvar resuelve con maestría. El guión se nota esforzado, por decirlo de algún modo. El mismo director ha declarado que se pasó 10 años "manoseándolo"... y se nota.
Parte de una anécdota que una década atrás seguro resultaba prometedora, pero hoy ya bastante gastada: el abuso sexual de un sacerdote contra uno de sus alumnos en un internado católico. A partir de ahí Almodóvar va entrelazando historias y personajes (recurso hoy también poco novedoso) con base en el ya típico recurso de mezclar realidad y ficción para elaborar un puzzle cuya última pieza, como debe ser, embona sólo hasta la última escena. En este sentido es ineludible pensar en el cine negro y, sobre todo, en Hitchcock, presente desde los créditos iniciales hasta la relación entre el personaje de Ángel Andrade en La mala... y el de Norman Bates en Psycho.
Hay, sin embargo, muchas lagunas en el guión, mismas que hacen pensar que durante 10 años Almodóvar no pensó en una buena película, sino en la "obsesión" en que (él mismo lo ha declarado) se convirtió el tema de su film. Las actuaciones son de regulares a buenas; los personajes son planos, no terminan de desarrollarse, y posiblemente por ello mismo los actores se vieron limitados. Se extraña, en todo caso, el personaje femenino que Almodóvar ha dibujado tan bien en otras películas suyas (Hable con ella, el ejemplo más reciente). Ahora todos son gays y travestis que entre crímenes, chantajes, amor, sexo y desengaños terminan embarullados en un simple culebrón con pretensiones artísticas. Tampoco está presente el humor de otras películas almodovarianas: parece que esta vez Pedro se tomó a sí mismo demasiado en serio.
En fin, que, devorada por las expectativas, La mala educación no pudo superar el lugar común de la transgresión en que está basada y se limita a mostrar al Almodóvar en colores chillones y alusiones kitsch que seducirá a los despistados, aunque quienes hemos visto otras películas suyas quedamos con la sensación de que La mala educación pudo haber sido mucho, muchísima mejor.
La mala educación (España, 2004). De Pedro Almodóvar; con Gael García Bernal y Fele Martínez.