sábado, abril 17, 2010

Arte sí / Harto no

Zapato en silicón, y A.F. más allá.
MACO, 2010

Ni son todos los que están, ni están todos los que son.

Me refiero a los artistas en la MACO, desde luego. Notable la decadencia de nuevas propuestas: ¿hace cuánto tiempo dejó de ser relevante el collage? ¿En qué momento se darán cuenta los artistas que jugar con trozos de periódicos o ironizar sobre situaciones cotidianas ya están démodé?

Un óleo con un tanque de la ONU que en lugar de las siglas UN, dice FUN (ja). Las letras que forman la palabra "palabra" vaciadas en cemento y colocadas sobre el piso en orden aleatorio, pero no tanto, para que pueda leerse P-A-L-A-B-R-A (je). Un video de una interminable conversación telefónica a la que se puede escuchar en tiempo real (?).

Ni siquiera los provocadores cumplieron esta vez. Un fotógrafo (o fotógrafa) presenta un par de fotografías de la entrepierna de un hombre en gran formato (uy, qué atrevida). Un tipo clava un cuchillote en el discurso inaugural de Obama (¡oh, maloso!). Otro fotógrafo muestra la imagen de un ave muerta sobre un sillón (bueh).

Claro que todo se cotiza en dólares. Algún palurdo vende dibujos improvisados, a mano, sin enmarcar, en 10 mil pesos. No cabe duda de que el arte contemporáneo está híper sobrevalorado.

Pero uno se la pasa bien. Regalan agüita Perrier a la entrada. El ambiente es agradable (chido-lindo, cosmopolita), algunas obras son divertidas y si uno va bien acompañado, el rato se presta para charlas amenas y risas francas (agradezco a JsLs y a A.F. en este rubro).

Eso sí: antes o después de la MACO hay que irse a ver a Magritte a Bellas Artes. Para dimensionar, digo. Y reencontrarse con el Arte, de paso.

viernes, abril 02, 2010

Cosas salvajes

Ayer vi una película que no entendí. La música me gustó y esta noche la busqué en Internet. Una revelación.

No seré tan insensato como para afirmar que
entendí una película para niños. Sólo diré que esta noche creo haberme acercado al sentido de la obra. Una aproximación. Escuché esto y me dieron ganas de saltar. Gritar. Correr. Jugar. Y eso la convierte en una de las canciones más importantes de mi vida.

Es "Rumpus", de Where The Wild Things Are, de Spike Jonze (2009) basado en un cuento de Maurice Sendak. Súbanle todo y luego click en >Play.

jueves, abril 01, 2010

Semana Santa, Post 3

Mañanita pueblerina en la Del Valle

Indecente fila para entrar a Magritte en Bellas Artes

Librote en el coro de Catedral. Mucha gente.

miércoles, marzo 31, 2010

Semana Santa, Post 2

La vida de Yukio Mishima (1925-1970) da por sí misma material suficiente para una novela: hijo de un burócrata japonés en tiempos de la pre-guerra fue educado por su abuela, que le prohibió jugar con niños de su edad pero le enseñó francés y alemán. Quería ser escritor, pero su papá le dijo que nada de mariconerías y lo obligó a estudiar Derecho, así que estudiaba por las mañanas y por las noches leía y escribía a escondidas. Empezó a trabajar para el gobierno pero negoció con su papá y éste le permitió iniciar una carrera literaria, con bastante éxito, por cierto.
Su segundo libro fue Confesiones de una máscara, relato supuestamente autobiográfico en el que confesaba su homosexualidad. Sin embargo, años más adelante se casó y tuvo dos hijos.
Cuando cumplió 30 años empezó a ir al gimnasio tres veces por semana; rutina que mantuvo hasta el día de su muerte y que le forjó un cuerpo espectacular (¡vean la foto!). En 1968 publicó un ensayo en el que cuestionaba abiertamente ese mandamiento intelectualoide que ordena a los artistas entregar su cuerpo a los excesos más abyectos. Fue varias veces candidato al Nobel, pero cuando en el '68 lo ganó su maestro Yasunari Kawabata consideró muy poco probable que la Academia se lo concediera a otro japonés en poco tiempo. También fue actor de cine y dramaturgo.
Mishima era conservador, y quería reestablecer el poder del Emperador en Japón (bastante mal tratado después de la derrota en la II Guerra). Así que un día de 1970 entró a un cuartel militar (lo dejaron entrar porque formaba parte de una milicia aprobada por el gobierno) y, luego de amagar al oficial de más alto rango, empezó a leer un manifiesto en el que llamaba a la insurrección para devolver al Emperador su poder de antaño. Los soldados no le hicieron caso y Mishima se hizo seppuku, mejor conocido en Occidente como hara-kiri.
Todo esto viene a cuento porque ayer terminé de leer El marino que perdió la gracia del mar, novela que Mishima publicó en 1963. Me ha gustado mucho. Es de una extraña y violenta belleza. Muy poco parecida a algo que haya leído antes. Obra notable de un autor fascinante. Altamente recomendable.