domingo, noviembre 29, 2009

Enrigue vs Larsson

Leo en la nueva edición de Chilango, que circula ya, una crítica a la trilogía Millenium, de Stieg Larsson, escrita por Álvaro Enrigue.
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No creo, como de pronto pareció dejar ver Mario Vargas Llosa en un artículo publicado en El País --y conste que creo sinceramente que Vargas Llosa es el mejor novelista del mundo--, que el escritor sueco Stieg Larsson sea un Cervantes o un Balzac.
Vale la pena hacer aquí, de una vez, un acto de contrición: leí una novela de la trilogía Millenium de Larsson y la perfecta falta de densidad de los personajes y sus cataclismos de opereta hicieron que terminara devorándome la nostalgia por la sobriedad de Simenon. Sí me parece que Los hombres que no amaban a las mujeres está dotado de una ligereza encomiable y que la escritura larssoniana disfruta de una crudeza seductora de entrada, pero mientras pasaba las páginas la novela se me fue convirtiendo en un libro que ya había leído --un queso manchego de bolsa: textura y nada más. Se parece demasiado a Pérez Reverte --el de El Club Dumas-- pasado por el agua de Depeche Mode.
Leí entonces el artículo de Vargas Llosa y pude apenas y muy esforzadamente con las primeras 200 páginas de La chica que soñaba con una cerilla y un galón de gasolina. El argumento de que es un libro playero no basta, porque me lo llevé a la playa y ni así. En esas primeras novecientas páginas no encontré nada que un aficionado a la lectura de ficción no haya visto ya tal vez demasiadas veces --mi última tesis, y juro que es honesta, es que Vargas Llosa nunca había leído a un autor comercial y por eso le gustó.
Creo que el éxito de Larsson tiene más que ver con una autobiografía genuinamente conmovedora de outsider profesional, que con una imaginación que lo haga verdaderamente distinguible del resto de los escritores pulp. Su militancia radical de izquierda, su muerte tempraba debido al esfuerzo que implicó terminar la trilogía, el hecho de que su compañera de batallas civiles no esté gozando de las regalías. Es un Bolaño de Starbucks, rasposo y genuino, pero sin hallazgos lingüísticos ni visiones deslumbrantes. Un autor de temporada.
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Creo que está de más decir que disiento de lo escrito por Enrigue. Hace unos días terminé la segunda entrega de Millenium y me pareció francamente buena... bastante mejor que El Club Dumas, por cierto. Tampoco entiendo esa fijación crítica por exigir a los buenos libros "hallazgos lingüísticos y visiones deslumbrantes". Para mí eso es puro bluff intelectualoide. Hay muchos buenos libros que no reúnen ninguna de esas dos características.
En fin. Estoy por empezar la tercera parte. Prometo un comentario más extenso al respecto cuando la termine.

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