lunes, noviembre 03, 2008

Bush en la oscuridad

Entrevista con Paul Auster


¿Cuál es su opinión sobre la administración de George W. Bush?


La odio, es la peor administración que hemos tenido. Creo que ha socavado los cimientos de Estados Unidos más que ninguna otra que yo haya conocido.


Arruinaron la economía, nos pusieron en una guerra que no debíamos luchar, destruyeron nuestra credibilidad en el mundo, transgredieron la Convención de Ginebra al torturar prisioneros, es horrible.


El Gobierno está liderado por incompetentes que no tienen idea de lo que deben hacer cuando un huracán deja sin casa a una parte de la población. Los puentes se colapsan, no hay suficientes inspectores de carne ni de elevadores.



Es un país del Tercer Mundo, con una minoría de gente muy rica, más rica de lo que probablemente lo ha sido cualquier ser humano en la historia y el resto de la población está luchando por sobrevivir.


En un país tan rico como Estados Unidos, esto produce una gran indignación, siempre me digo que estoy presenciando cómo se derrite mi país, como un gran helado en medio del mar.


Lo que todos nos seguimos preguntando es ¿por qué Bush ha cometido errores tan claros?

Bueno, esa es su ideología, esta gente cree en estas cosas. Me parece que Bush es totalmente sincero, no finge, es lo que uno ve. Es una persona simple que vive en un mundo en blanco y negro, cree en el bien contra el mal, nosotros contra ellos, cowboys contra indios, Dios está de nuestra parte. Realmente, se cree esas cosas.


El otro factor es que el movimiento conservador, que en realidad está en contra de la idea del Gobierno, coloca personas muy incompetentes para dirigirlo.


En México, se nos ha hecho creer que no podemos hacer nada contra aquellos que han llegado a secuestrar nuestra sociedad, ¿los estadounidenses creen que pueden hacer algo contra ese gobierno que supuestamente eligieron?


"Supuestamente" es la palabra adecuada. No creo que Bush haya sido elegido en el año 2000, tampoco en el 2004; yo creo que se trucaron las computadoras. No puedo probarlo, quizá me equivoque, pero sospecho que fue así.

Creo que la elección que viene es la más importante de mi vida. Si gana McCain, no arreglaremos nada, nos caeremos del mapa y el predominio estadounidense terminará. Si Obama gana, quedan algunas oportunidades para remendar las cosas.


Hay momentos en que un autor mantiene una relación muy distinta con su país como escritor y como ciudadano, ¿cuál sería, en su caso, la naturaleza de esta relación actualmente?

Creo que nunca me he sentido cómodo en mi país, siempre he tenido la sensación de ser alguien ajeno y me parece que la mayoría de los escritores se siente así. Ir en contra del statu quo y observar lo que está pasando desde una perspectiva siempre escéptica, crítica, llena de curiosidad, es la posición adecuada. Los escritores son forasteros.


A veces, para hablar de las consecuencias de lo que pasó en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, algunos escritores nos piden que reflexionemos no tanto sobre aquello que los alemanes le hicieron a los demás, sino aquello que se hicieron a sí mismos.

Estados Unidos no es la Alemania nazi, no quiero decir eso, Bush no es un fascista, ni siquiera, y la gente no es arrestada por hablar mal del Gobierno. No, es aún más siniestro, es algo que se desmorona desde dentro.


El movimiento conservador tiene ya más de 40 años, si contamos a partir de la década de los años 60 y de Barry Goldwater. Un proceso cuya culminación sería Ronald Reagan, y del que George W. Bush sería la última encarnación.


Esta forma de pensamiento propone que el Gobierno no sirve de nada, que debemos buscar ayuda en otra parte y que él no puede hacer más que proveer defensa militar para evitar una invasión, que de todo lo demás se encarguen las administraciones locales.


Es una visión del mundo que dice: no existe la sociedad, que cada quien se las arregle como pueda. Me parece inhumano que haya tanta gente comprometida con esta idea de que uno recibe lo que merece, y que si es pobre es porque no trabaja lo suficiente.


Suena a la Inglaterra del siglo 19.


Exacto, vamos hacia atrás. Si vemos la crisis económica en la que estamos ahora, notamos que responde a la noción de que el mercado sin regulaciones puede cuidarse solo. Lo cual es mentira, los mercados no construyen escuelas ni bibliotecas, ni se ocupan de las miles de cosas que son necesarias para mantener a la sociedad funcionando.

En su nuevo libro, Un hombre en la oscuridad (Anagrama, 2008), se plantea un escenario de catástrofe en el que estos elementos se han llevado a un extremo ridículo.


Es una exageración grotesca de la división que opera en la sociedad estadounidense hoy en día. Estamos en guerra con nosotros mismos, pero no es una guerra de balas, sino de ideas.

La elección del 2000 no tuvo poco que ver con este libro, no puedo expresar la indignación que sentí cuando presencié el golpe contra Gore, él había ganado. Estaba muy deprimido porque sabía que Bush significaba la pesadilla y he vivido ocho años en un lugar sombrío, en un mundo que no debía existir.


En el mundo real, Al Gore estaría terminando su segundo periodo, no hubiéramos invadido Iraq y quizá el 11 de septiembre no habría ocurrido. Y fue justo a caballo entre estas dos realidades que me llegó este libro.


Metáforas de la guerra


En su novela Un hombre en la oscuridad, Paul Auster despliega el armamento literario para contar la historia de August Brill, un crítico literario que ha sufrido un accidente automovilístico, motivado en parte por la reciente pérdida de su esposa, y que se recupera en casa de su hija.


Ahí, en las noches de insomnio, Brill inventa historias. En la principal, Estados Unidos vive una guerra civil desatada por unos cuantos estados separatistas, no ha ocurrido el 11 de septiembre ni la guerra de Iraq ni el gobierno de Bush, y Owen Brick, el protagonista de esa ensoñación, debe encontrar a un hombre que no puede dormir e inventa esa guerra que no acabará si él no muere.


¿Dónde comienza la historia de este nuevo libro?


Comienza con el personaje. Estaba imaginando su historia, su perfil, y de repente me sumí en él. Y una vez que entré ahí tuve una imagen muy clara de su situación, está solo en esa habitación y al mismo tiempo no, en la casa también está su nieta.


Siento que este libro es una respuesta al libro anterior, Viajes por el scriptorium, ambos libros son como espejos enfrentados, en los dos hay un hombre viejo que está solo en una habitación, que sale al mundo exterior únicamente a través de ideas y textos, pero la acción ocurre sólo en la habitación y, en el primer caso, durante un día, mientras que en el segundo, en una noche.


El tono de Un hombre en la oscuridad es distinto, pero muchas cosas se sobreponen, ambos libros abordan el tema de la imaginación y tienen un sustrato político. Pero Viajes por el scriptorium es más cómico y el presente libro, más oscuro.


¿Hubo desde el principio una clara intención de establecer un equilibrio entre la historia familiar y la historia política?


Sí, la historia es el reflejo del estado interior de Brill, expresa metáforas de su "condición", por decirlo así. También es una respuesta a los sucesos del mundo exterior, la muerte de Titus, por ejemplo, que persigue a toda la familia. Desde el principio queda claro que no sólo tendremos a Brill inventando esta historia, empezamos con él, pero luego hay una pausa. Escucha que alguien camina en el piso superior y comienza a pensar en Katya, su nieta, en las películas que miran juntos para no pensar en aquello que los deprime, y así sabemos que se trata de ambas cosas a la vez.


Roberto Frías, periodista cultural

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El texto fue originalmente publicado ayer en el suplemento cultural "El Ángel" del diario Reforma.

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