jueves, mayo 01, 2008

Buenos Aires, primera impresión

La Bombonera, el estadio de Boca Juniors, es ejemplo claro de la primera impresión que da Buenos Aires a este blogger...
Enclavado en el populoso barrio de La Boca, la guía turística asegura que El Caminito es parada obligada para quien visita la ciudad por primera vez. Esta calle me recordó la Av. Revolución en Tijuana: es un lugar fronterizo en donde se exageran los estereotipos nacionales hasta el hartazgo creando una vertiginosa sensación de vacío. Es inexplicable (al menos para mí), que a la gente le llame la atención tomarse una foto con un tipo que se hace pasar por Maradona (con todo y barriga chelera), o hacerlo con una llama (como los burros pintados de cebra en TJ), o comer en un lugar donde se "baila tango" evadiendo meseros y comensales... cosas así.

El estadio es un proyecto arquitectónico trunco que se ha ido construyendo poco a poco desde su inauguración en 1940. La incomprensible mala planeación se vislumbra con un solo dato: el club tiene 150 mil socios con derecho a entrar al estadio... que tiene capacidad para 45 mil. Hay proyectos para ampliarlo, claro, pero lo único cierto es que en un Clásico como el del próximo domingo (Boca vs. River) en ningún momento se ponen boletos a la venta, dado que los socios las agotan en cuestión de minutos. Las filas para entrar inician a formarse dos días antes del partido...

Boca Juniors es uno de los clubes más importantes del mundo, pero no es uno de los más prósperos. Mucho menos de los mejor administrados: tiene un estadio viejo, donde la mitad de la gente que cabe no puede sentarse (no hay butacas en esas localidades), faltan varias manos de pintura y ofrecen tours en los que por 14 pesos (unos 4 dólares) te dejan pasar hasta los vestidores del equipo para ver las paupérrimas condiciones en las que Palermo y compañía se preparan para el partido, le rezan a sus imágenes religiosas y se afeitan ante un espejo que parece salido de un vapor público.

(Nota al margen: En el Bernabéu el tour al estadio permite entrar a los vestidores del equipo visitante: la entrada a los del local está prohibida a fin de evitar la invasión de un espacio privado reservado a jugadores y cuerpo técnico. Acá uno puede incluso dejar notas en el lugar en el que los jugadores tienen sus botines. ¿Privacidad? ¿Qué es eso?)

Total, que La Bombonera es grande, pero no imponente per sé, sino por lo que ha hecho el equipo en esa y otras canchas del mundo. Es apasionante, pero no por el equipo en sí, sino por el hecho de que la afición ha rebasado por mucho y desde hace quizá demasiado tiempo a sus torpes y corruptos directivos (y a varios de sus jugadores). Es un estadio 'lindo' (no mucho más) del que se nota que vio tiempos mejores (bastante mejores) y ahora enfrenta el reto de crecer o morir. No es un asunto cosmético. La solución no es sólo limpiar los baños y pintar las gradas. Pero si los encargados de hacerlo no pueden ni siquiera limpiar los baños y pintar las gradas... se ve difícil que piensen (y pongan en práctica) soluciones a verdadero largo plazo.

Mi nota patriota: pisé la cancha de La Bombonera y, créanme, por mucho que blofeen los cronistas de Fox Sports, el Estadio Azteca lleno es mucho más impresionante (e intimidante) que el estadio de Boca. Mucho, pero mucho más. Y, por si fuera poco, es infinitamente más bonito.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando yo fui a Buenos Aires estaba más intersado en no morir de humedad que en ver La Bombonera. Pero San Telmo me pareció un buen lugar para vivir, igual que Palermo, el barrio favorito de Borges.

¿Cómo estás compañero? Hace mucho que no sabemos nada de ti. Comunícate.

Carlos González Muñiz
www.lugarcomun.wordpress.com