lunes, marzo 12, 2007

Beckham, Joyce y los libros inconclusos

Extracto de un texto original de Javier Farje para BBC Mundo (www.bbcmundo.com)
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¿Qué tienen en común el futbolista David Beckham, el escritor irlandés James Joyce y el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton? Pues que los tres pertenecen a un dudoso panteón literario: que muy poca gente ha terminado de leer sus libros.
Se trata de une encuesta hecha por la empresa de textos de televisión teletext a más de dos mil personas en las Islas Británicas, a quienes les preguntaron que volúmenes no terminaron de leer.
Por supuesto que nadie se ha preguntado si la erudición de Beckham le alcanzó como para escribir su autobiografía, habida cuenta de que completar una oración con sujeto, verbo y predicado se ha convertido, en el caso del mediocampista del Real Madrid, en un auténtico desafío verbal.
En todo caso, Mi Vida, la autobiografía de Bill Clinton, que, conociendo la proclividad del ex mandatario de conducir asuntos no exactamente de estado en el Salón Oval, debería despertar la curiosidad política del lector, también se cierra antes de acabar.
A Beckham, Joyce y Clinton lo acompañan Louis de Bernieres, con La mandolina del Capitán Corelli, esa historia de amor en medio de la invasión italiana a Grecia por parte de los fascistas italianos; y el diario de David Blunkett, un ex ministro del interior británico que superó la ceguera que le quitó la vista desde muy niño, para convertirse en uno de los políticos más cercanos a Tony Blair.
Ni J. K. Rowling se salva. Harry Potter y el Cáliz de Fuego aparece en la lista fatídica.
En todo caso, ¿para qué leer a Beckham si se pueden ver las repeticiones de sus goles en la televisión, o a Bill Clinton si el protagonismo ha pasado a su esposa, que aún no sabemos qué piensa hacer en el Salón Oval en sus horas de ocio, o a Harry Potter, que ya superó la pubertad para convertirse en un adolescente aburridísimo?

1 comentario:

titab dijo...

Islas britanicas? Me pregunto si la encuenstilla incluira a Irlanda que como siempre (y a pesar de ella) les da por incluirla como si fuera parte del imperio.