La Pottermanía
Ya nadie duda del éxito comercial de Harry Potter. El fin de semana de su lanzamiento, el quinto tomo de la serie, Harry Potter y la Orden del Fénix, generó más dinero que Hulk, la película más taquillera del verano. Barnes & Noble, la principal cadena de librerías de Estados Unidos, vendió 286 mil copias en la primera hora. Estas cifras han hecho pensar que Harry Potter pronto rebasará los ejemplares en circulación de la Biblia. De ahí que algunos representantes de la Iglesia Católica expresen su aflicción (y muchas veces su rechazo explícito) ante los millones de niños y adolescentes que probablemente conocerán mejor las andanzas del niño mago que los sacrificios de Jesucristo.
En este sentido hay que reconocer que la campaña publicitaria detrás de los libros de Harry Potter ha sido astutamente manejada por J.K. Rowling. Es por todos conocido el hecho de que se negó a que Steven Spielberg dirigiera la primera película de Potter por el temor (justificado, creo) de que el director de ET hiciera de Harry un niño “demasiado americano”. Las decisiones de Rowling en cuanto a la publicidad de sus personajes se concentran en comercializar el producto intentando no saturar el mercado: permitió que se hicieran películas, pero no caricaturas; rechaza una de cada cuatro licencias que le solicitan y se cuidó de que su contrato con Coca Cola tuviera una cláusula que le permitiera cesar los derechos a la refresquera en caso de que su campaña publicitaria le pareciera “demasiado masiva”. En una reciente entrevista con la BBC Rowling incluso llegó a afirmar que no dudaría en “matar” a Harry en caso de que la mercadotecnia del personaje le pareciera excesiva.
Jennifer Pasanen, vicepresidente de mercadotecnia de Scholastic Corp, la editorial de los libros de Potter en Estados Unidos, ha afirmado que, contra lo que se piensa, el éxito de la serie tiene más qué ver con adultos que con niños. Un estudio realizado por Ipsos BookTrends mostró que los lectores mayores de 14 años representan el 59 por ciento de quienes compraron libros de Potter en el 2000, comparado con el 43 por ciento en 1999. Los adultos mayores de 35 años representaron el 34 por ciento de los lectores de Harry Potter en el 2000, mientras que en 1999 esa cifra se ubicó en el 29 por ciento.
Las críticas
Que Harry Potter es un fenómeno comercial sin precedentes, es innegable. Pero, ¿cuáles son los méritos del libro en términos literarios? Algunos detractores de Rowling afirman que ha tenido éxito gracias a la laxitud de las críticas respecto a sus libros. Eso no es del todo cierto. Harold Bloom, catedrático en la Universidad de Yale y autor de El canon occidental, uno de los libros de crítica literaria más respetados en la materia, ha escrito que la serie de Harry Potter “es un ejemplo de mala literatura que no sobrevivirá ni un cuarto de siglo”. Por su parte Stephen King, que algo sabe de best-sellers (es autor, entre otras muchas, de novelas como It y Cujo), afirma que J.K. Rowling podría escribir mejor (“y por lo que cobra debería escribir mejor”), anota que como escritora es a menudo “descuidada e insegura” y señala como ejemplo el abuso de adverbios en sus narraciones aunque afirma que “estas fallas son simpáticas más que molestas; son el lógico efecto secundario de una cuentista innata que obviamente está a reventar de ideas y pasándosela de maravilla”. Para rematar, King no tuvo empacho en afirmar a Entertainment Weekly: “Para cuando terminamos de leer La Orden del Fénix la distinción entre ‘literatura para niños’ y simple ‘literatura’ ha desaparecido”.
La escritora Tracy Mayor, ganadora del prestigioso Premio Pushcart de Ensayo, considera que una de las muestras de que los personajes de Rowling llegaron para quedarse es el hecho de que muchos lectores los han hecho “suyos” al crear una especie de culto por la serie. Y no sólo se trata de coleccionar figuras de plástico. Mayor advierte una sorprendente proliferación de sitios web en los que decenas de miles de pottermaniacos escriben sus propias historias acerca del niño mago y sus compañeros de clase. Sólo uno de ellos, fanfiction.net, alberga más de 71 mil narraciones relacionadas directamente con los personajes de Harry Potter. Algunos de estos relatos son algo perturbadores (incluyen sexo explícito entre Harry y sus amigos, por ejemplo), pero Rowling y sus abogados han decidido no detener la creatividad de los fans. The Christopher Little, la agencia literaria de Rowling, declaró al respecto que Rowling “se congratula del gran interés que sus fans tienen en la serie y del hecho de que ésta los haya alentado a poner a prueba su talento literario”. Claro está que todos los derechos quedan reservados a Rowling, pero como los ciberescritores no persiguen (al menos no por ahora) beneficios económicos, los editores de Potter sólo han procedido legalmente contra sitios web que permitan la lectura sin restricciones (es decir, a menores de edad) de relatos cuyo contenido sea pornográfico.
Ya nadie duda del éxito comercial de Harry Potter. El fin de semana de su lanzamiento, el quinto tomo de la serie, Harry Potter y la Orden del Fénix, generó más dinero que Hulk, la película más taquillera del verano. Barnes & Noble, la principal cadena de librerías de Estados Unidos, vendió 286 mil copias en la primera hora. Estas cifras han hecho pensar que Harry Potter pronto rebasará los ejemplares en circulación de la Biblia. De ahí que algunos representantes de la Iglesia Católica expresen su aflicción (y muchas veces su rechazo explícito) ante los millones de niños y adolescentes que probablemente conocerán mejor las andanzas del niño mago que los sacrificios de Jesucristo.
En este sentido hay que reconocer que la campaña publicitaria detrás de los libros de Harry Potter ha sido astutamente manejada por J.K. Rowling. Es por todos conocido el hecho de que se negó a que Steven Spielberg dirigiera la primera película de Potter por el temor (justificado, creo) de que el director de ET hiciera de Harry un niño “demasiado americano”. Las decisiones de Rowling en cuanto a la publicidad de sus personajes se concentran en comercializar el producto intentando no saturar el mercado: permitió que se hicieran películas, pero no caricaturas; rechaza una de cada cuatro licencias que le solicitan y se cuidó de que su contrato con Coca Cola tuviera una cláusula que le permitiera cesar los derechos a la refresquera en caso de que su campaña publicitaria le pareciera “demasiado masiva”. En una reciente entrevista con la BBC Rowling incluso llegó a afirmar que no dudaría en “matar” a Harry en caso de que la mercadotecnia del personaje le pareciera excesiva.
Jennifer Pasanen, vicepresidente de mercadotecnia de Scholastic Corp, la editorial de los libros de Potter en Estados Unidos, ha afirmado que, contra lo que se piensa, el éxito de la serie tiene más qué ver con adultos que con niños. Un estudio realizado por Ipsos BookTrends mostró que los lectores mayores de 14 años representan el 59 por ciento de quienes compraron libros de Potter en el 2000, comparado con el 43 por ciento en 1999. Los adultos mayores de 35 años representaron el 34 por ciento de los lectores de Harry Potter en el 2000, mientras que en 1999 esa cifra se ubicó en el 29 por ciento.
Las críticas
Que Harry Potter es un fenómeno comercial sin precedentes, es innegable. Pero, ¿cuáles son los méritos del libro en términos literarios? Algunos detractores de Rowling afirman que ha tenido éxito gracias a la laxitud de las críticas respecto a sus libros. Eso no es del todo cierto. Harold Bloom, catedrático en la Universidad de Yale y autor de El canon occidental, uno de los libros de crítica literaria más respetados en la materia, ha escrito que la serie de Harry Potter “es un ejemplo de mala literatura que no sobrevivirá ni un cuarto de siglo”. Por su parte Stephen King, que algo sabe de best-sellers (es autor, entre otras muchas, de novelas como It y Cujo), afirma que J.K. Rowling podría escribir mejor (“y por lo que cobra debería escribir mejor”), anota que como escritora es a menudo “descuidada e insegura” y señala como ejemplo el abuso de adverbios en sus narraciones aunque afirma que “estas fallas son simpáticas más que molestas; son el lógico efecto secundario de una cuentista innata que obviamente está a reventar de ideas y pasándosela de maravilla”. Para rematar, King no tuvo empacho en afirmar a Entertainment Weekly: “Para cuando terminamos de leer La Orden del Fénix la distinción entre ‘literatura para niños’ y simple ‘literatura’ ha desaparecido”.
La escritora Tracy Mayor, ganadora del prestigioso Premio Pushcart de Ensayo, considera que una de las muestras de que los personajes de Rowling llegaron para quedarse es el hecho de que muchos lectores los han hecho “suyos” al crear una especie de culto por la serie. Y no sólo se trata de coleccionar figuras de plástico. Mayor advierte una sorprendente proliferación de sitios web en los que decenas de miles de pottermaniacos escriben sus propias historias acerca del niño mago y sus compañeros de clase. Sólo uno de ellos, fanfiction.net, alberga más de 71 mil narraciones relacionadas directamente con los personajes de Harry Potter. Algunos de estos relatos son algo perturbadores (incluyen sexo explícito entre Harry y sus amigos, por ejemplo), pero Rowling y sus abogados han decidido no detener la creatividad de los fans. The Christopher Little, la agencia literaria de Rowling, declaró al respecto que Rowling “se congratula del gran interés que sus fans tienen en la serie y del hecho de que ésta los haya alentado a poner a prueba su talento literario”. Claro está que todos los derechos quedan reservados a Rowling, pero como los ciberescritores no persiguen (al menos no por ahora) beneficios económicos, los editores de Potter sólo han procedido legalmente contra sitios web que permitan la lectura sin restricciones (es decir, a menores de edad) de relatos cuyo contenido sea pornográfico.
(Próxima entrega: Pancho Hinojosa habla sobre Harry Potter)
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