El disco de Jesucristo Superestrella (con el elenco original de la puesta en escena en Londres) fue uno de mis favoritos durante la adolescencia. Mi formación religiosa era hasta entonces (y en buena medida sigue siendo) peculiar, por decir lo menos. Cero religión en la escuela; poca en la casa (mis papás nos bautizaron pero no más: esperaban que cuando creciéramos decidiéramos nuestras creencias) y mucha (aunque de vez en cuando) en casa de mis abuelos, fieles seguidores de la doctrina de la santa madre Iglesia.
En ese contexto, cuando mi papá llevó el CD de JC Superstar a casa y lo escuché a solas en mi cuarto, sentí algo parecido a una epifanía: por fin los personajes que imaginaba los domingos con mis abuelos no sólo tenían voz, sino que cantaban... ¡y de qué manera! Y las preguntas que plantean las letras de Tim Rice, las elementales de siempre: ¿Qué hubo entre María Magdalena y Jesús? ¿Era Jesús sólo "un hombre más"? ¿Qué habría sido de los últimos días de Jesús sin la colaboración de Judas? ¿Qué tanto entendían las masas que seguían a Jesús lo que él decía y hacía? ¿Entonces los romanos no eran tan malos ni los judíos tan buenos?
Vi la película ayer, y me gustó. La música es, desde luego, el eje central del filme. No hay casi guión y las actuaciones son apenas suficientes. Claro: lo valioso son los números musicales que se suceden uno tras otro, y la muy eficaz ubicación de la vida de Jesús en el marco del flower power. La mayoría de los números musicales son buenos, pero no deja de parecerme que las canciones ganan poco al ser trasladadas a imágenes. Ahora bien: hay que contextualizar y tener en cuenta que el musical se estrenó en Nueva York en 1971. La película, en 1973. Dicen que fue un gran escándalo. Que incluso hubo amenazas de muerte contra alguno de los actores.
Un amigo me facilitó la dirección de un sitio web en el que se analiza JCS "a la luz de la Biblia" (www.tbaptist.com/aab/superstar.htm). El principal yerro que encuentra dicho análisis es que Lloyd Webber y Rice definen el personaje de Jesús como un hombre, mortal, con virtudes y defectos, y no como el Hijo de Dios, inmortal y sin pecados que supuestamente fue. Sobra decir que ese es, desde mi punto de vista, el mayor logro del musical. La conclusión de los bautistas es radical: "Every born again Christian should readily recognize the evil of Jesus Christ Superstar, and should shun it like the plague. Also, the Christian should boldly warn others of this blasphemous rock opera". En la red también se encuentra una declaración del Vaticano, que en su momento calificó el musical como "uno de los productos más serios y respetables de la revolución de Jesús".
Si tal fue la declaración del Vaticano, los católicos supieron reconocer una estupenda oportunidad de ganar adeptos. Si Jesucristo se parecía a Ted Neeley (y cantaba como él), vivía en una comuna hippie, era acosado por mujeres que se peleaban por untarle aceite y lo llevaban en hombros para rendirle pleitesía mediante bailes psicodélicos... ¿¡dónde hay que firmar para ser católico!?
En suma, en la escala ergozoom, el musical (music by Andrew Lloyd Weber / lyrics by Tim Rice) tiene 95 de 100. La película de Jewison, 65.
En ese contexto, cuando mi papá llevó el CD de JC Superstar a casa y lo escuché a solas en mi cuarto, sentí algo parecido a una epifanía: por fin los personajes que imaginaba los domingos con mis abuelos no sólo tenían voz, sino que cantaban... ¡y de qué manera! Y las preguntas que plantean las letras de Tim Rice, las elementales de siempre: ¿Qué hubo entre María Magdalena y Jesús? ¿Era Jesús sólo "un hombre más"? ¿Qué habría sido de los últimos días de Jesús sin la colaboración de Judas? ¿Qué tanto entendían las masas que seguían a Jesús lo que él decía y hacía? ¿Entonces los romanos no eran tan malos ni los judíos tan buenos?
Vi la película ayer, y me gustó. La música es, desde luego, el eje central del filme. No hay casi guión y las actuaciones son apenas suficientes. Claro: lo valioso son los números musicales que se suceden uno tras otro, y la muy eficaz ubicación de la vida de Jesús en el marco del flower power. La mayoría de los números musicales son buenos, pero no deja de parecerme que las canciones ganan poco al ser trasladadas a imágenes. Ahora bien: hay que contextualizar y tener en cuenta que el musical se estrenó en Nueva York en 1971. La película, en 1973. Dicen que fue un gran escándalo. Que incluso hubo amenazas de muerte contra alguno de los actores.
Un amigo me facilitó la dirección de un sitio web en el que se analiza JCS "a la luz de la Biblia" (www.tbaptist.com/aab/superstar.htm). El principal yerro que encuentra dicho análisis es que Lloyd Webber y Rice definen el personaje de Jesús como un hombre, mortal, con virtudes y defectos, y no como el Hijo de Dios, inmortal y sin pecados que supuestamente fue. Sobra decir que ese es, desde mi punto de vista, el mayor logro del musical. La conclusión de los bautistas es radical: "Every born again Christian should readily recognize the evil of Jesus Christ Superstar, and should shun it like the plague. Also, the Christian should boldly warn others of this blasphemous rock opera". En la red también se encuentra una declaración del Vaticano, que en su momento calificó el musical como "uno de los productos más serios y respetables de la revolución de Jesús".
Si tal fue la declaración del Vaticano, los católicos supieron reconocer una estupenda oportunidad de ganar adeptos. Si Jesucristo se parecía a Ted Neeley (y cantaba como él), vivía en una comuna hippie, era acosado por mujeres que se peleaban por untarle aceite y lo llevaban en hombros para rendirle pleitesía mediante bailes psicodélicos... ¿¡dónde hay que firmar para ser católico!?
En suma, en la escala ergozoom, el musical (music by Andrew Lloyd Weber / lyrics by Tim Rice) tiene 95 de 100. La película de Jewison, 65.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario