Me topé con Michel Onfray (Argentan, 1959) por primera vez hace
algunos años, cuando leí su Tratado de ateología (2006). Me llamó la
atención su lucidez y claridad al momento de definir su posición y, sobre todo,
la propuesta hedonista que permea el texto y que presenta con mucha más
claridad y contundencia en La escultura de sí. Por
una moral estética (2009) en el que recupera la figura del condotiero a caballo
entre la Edad Media y el Renacimiento para definir al ser humano que construye
su propio ser con base en una perspectiva hedonista, consciente y, sobre todo,
valiente.
Onfray
ofrece indicios de su biografía al principio de La fuerza de existir. Manifiesto hedonista (2006) en el que narra
su infancia en un internado francés que le profirió una educación tradicional
en los términos en los que la mayoría de nosotros la entendemos: materias
obligatorias en horarios definidos por la institución educativa, profesores que
se asumen como contenedores de conocimiento que han de “vaciar” en sus alumnos
siempre que éstos les muestren respeto y disciplina sin cuestionamientos.
Incluso refiere bullying y abusos de
profesores a sus pupilos en los términos que hoy, tristemente, son más
frecuentes de lo que estamos dispuestos a reconocer.
A
principios de los ’80 se licenció en Filosofía con una tesis sobre Schopenhauer
y en 1983 empezó a impartir la materia en un bachillerato en Caen, donde se
mantuvo hasta 2002, cuando renunció para crear la Universidad Popular de Caen
en 2003, proyecto pedagógico que abordaremos en este trabajo.
Onfray
parte de la suposición de que la historia de la filosofía se ha construido (al
menos en Occidente) a partir de un corpus incompleto y en varios sentidos
amañado para favorecer los intereses del sistema que sustenta:
En realidad, esta historiografía fue
escrita en primer lugar por Platón. Éste y sus esbirros, sus descendientes, sus
alumnos, sus discípulos y sus sicarios. Sólo teniendo en cuenta el periodo
antiguo, ¡cuántos son los que retoman, por ejemplo, la idea de que se puede hablar
de los “presocráticos”! Pero ¿qué dice la palabra? Que existen pensadores
reunidos por un aspecto común: su existencia antes de Sócrates. A pesar de sus
divergencias, Parménides y su ontología, Heráclides y su dialéctica, Leucipo y
su atomismo, Anaximandro y sus elementos, Protágoras y su sofística, y los cien
filósofos etiquetados como presocráticos –antesocráticos, se dice incluso, con
el convencimiento, parecería, de que una revolución semántica es suficiente–
valen menos por sus diferencias y sus singularidades que por lo que los reúne:
oficiar antes de Sócrates. (La comunidad
filosófica, 59)
Es desde
esta perspectiva que Onfray desarrolla una contrahistoria
de la Filosofía, llevada a cabo en seis volúmenes. Para efectos de este
trabajo, es importante mencionar que es ésta la misma base sobre la cual
nuestro autor construye una alternativa pedagógica que encontró su realización
en la Universidad Popular de Caén, dirigida por Onfray. Grosso modo, los postulados propuestos son los siguientes:
- La filosofía sobre la que se basan las instituciones dominantes vigentes es, al menos, incompleta. Es necesario, por tanto, adoptar una perspectiva más amplia que permita ensanchar el espectro de posibilidades pedagógicas que se tienen a mano.
- La filosofía ha sido rebajada a una actividad que debe ser sencilla y evitar complicaciones. Que invite a la reflexión, sí, pero sin que resulte difícil y, sobre todo, sin que resulte problemática:
Pero ocurrió algo mucho peor aún con la
reciente proliferación, en el mercado de la edición, de textos cortos, sin
ideas, que llevan títulos formateados como campañas publicitarias por servicios
de mercadotecnia que explotan el deseo de filosofía y toman pretexto del tema
para adentrarse en un mercado de bolsillo: los pequeños tratados, los breves
vademécums, los léxicos para principiantes y la filosofía sin dificultad; Kant
sin Prozac: llamemos a esto la biblioteca rosa filosófica. ¿Podremos caer aún
más bajo? (La comunidad filosófica,
53)
Onfray,
huelga decirlo, se encuentra manifiestamente en contra de esta tendencia e
invita a recuperar el pensamiento crítico de raigambre filosófica en su nuevo
proyecto educativo.
- La filosofía es el centro de este proyecto. No como una materia más en el currículo sino como materia prima del conocimiento que se adquiere y desarrolla:
Tres cuartas partes de la trayectoria
del alumno encuentran, así, su significado: desde los primeros momentos de
socialización en la guardería a la clase de filosofía, pasando por el
aprendizaje de la lectura, de la escritura y del cálculo y luego de los
idiomas, se evita pensar y reflexionar, una licencia otorgada solamente a pocas
horas del balance final. Simplemente, así se habrá olvidado hacer de la
filosofía la disciplina que acompaña, y no la que corona, el conjunto de la
trayectoria. No un suplemento del alma, sino la oportunidad de una
epistemología regular, constante, capaz de justificar las enseñanzas
profesadas, útiles para captar el interés y la coherencia de los saberes
dispensados. (La comunidad filosófica,
69-70).
La
propuesta de Onfray es devolver la filosofía al pueblo: no asumirla, repito,
sólo como un elemento aislado de la currícula escolar, sino una actitud, una
posición ante el mundo, que permita desarrollar lo que él llama una vida filosófica:
¿Qué es entonces, lo que hay que
agregar a ese deseo? Un proyecto. ¿Y cuál? El de construirse, fabricarse.
Ambición socrática: conocerse a sí mismo ante todo. La antigua aspiración sigue
siendo actual. Partir de sí mismo, bloque de mármol informe, materia inerte si
ninguna voluntad lo informa, y luego, parcialmente, modestamente,
tranquilamente, con paciencia, sin precipitación, encaminarse hacia una mayor
perfección. Convertise en algo, luego en alguien y por último en sí mismo. El
deseo se sostiene, vale, cuenta y pesa si da lugar al placer de hacerse paso a
paso, de elaborar un proyecto y de construir, hasta donde se pueda, una
identidad que se sostenga. (La comunidad
filosófica, 118-119)
En el
libro que estoy usando como referencia, se dice muy poco más acerca de la
metodología empleada en la Universidad Popular de Caen. He acudido a su página
web para recuperar la siguiente información sobre sus procesos didácticos.
- La Universidad Popular conserva el principio del ciclo, que permite tener en cuenta el crecimiento personal y la necesidad de que el contenido transmitido sea comprendido antes de realizar cualquier debate.
- La Universidad está abierta a cualquier persona: no hay prerequisitos de edad, títulos o nivel académico. Tampoco se otorgan títulos ni certificados de estudio. Todos los cursos son gratuitos.
- Los cursos se imparten una vez a la semana, en una sesión de dos horas cada una. La primera se dedica a la comprensión del argumento, y la segunda a la discusión del mismo. El diálogo es el método elegido para acceder al contenido.
- Los ciclos se extienden desde mediados de octubre hasta mediados de mayo, tomando como referencia las vacaciones escolares de la Academia de Caen.
Me parece
clara la influencia que Onfray presenta de algunos filósofos revisados en clase.
Específicamente pienso en la teoría de resistencia de Henry Giroux (Providence,
1943) y Paulo Freire (1921-1997). Onfray no los menciona en alguna parte del
texto en el que presenta su proyecto pero es muy notoria su idea de construirlo
en oposición al sistema educativo tradicional:
Lo mejor es trabajar desde la más
temprana edad en función de una ética, de una exigencia de valores y virtudes.
No una cabeza bien llena y rellena de sentencias tomadas de un catecismo
petrificado, sino una cabeza bien amueblada capaz de construir una ética digna
de ese nombre. Así se evitará fabricar sujetos, ciudadanos, personas para la
Sociedad, el Estado, la Nación, la República o la Empresa; así formaremos, por
fin, ciudadanos derechos y en pie. (La
comunidad filosófica, 137)
Pienso
que tanto Giraux como Freire suscribirían el proyecto de Onfray. Los tres hacen
explícito el propósito emancipador de la educación, la necesidad de transformar
el modelo de raíz, acercándolo a la gente y alejándolo de los intereses
particulares de gobiernos y empresarios. Y en este afán de humanizar la educación, tanto Freire como Onfray recuperan el
proceso mayéutico como el único que permite un conocimiento auténtico y
consciente: el diálogo para aprehender el mundo.
Bibliografía
Onfray,
M. (2008). La comunidad filosófica. Manifiesto
por una Universidad popular. Barcelona: Gedisa.
Sitio web
de la Universidad Popular de Caen, visitado el 9 de noviembre de 2013 en: http://upc.michelonfray.fr/