Una de mis lecturas de verano está siendo Hitch-22, el libro de memorias del recientemente fallecido filósofo Christopher Hitchens, quien me abrió las puertas al ateísmo hace algunos años. De ese libro extraigo algunos consejos que dedica Hitch a sus jóvenes lectores, en atención a su (dicen) bien ganada fama de bebedor social:
No bebas con el estómago vacío: el principal sentido del refrigerio es realzar la comida. No bebas si estás deprimido: es una mala cura. Bebe cuando estés de buen humor. El alcohol barato sale caro. No es cierto que no debas beber solo: pueden ser las copas más felices que tomes nunca. Las resacas son otra mala señal, y no deberías esperar que te crean si te refugias diciendo que no recuerdas lo que pasó la noche anterior. (Si de verdad no lo recuerdas, es una señal todavía peor.) Evita todos los narcóticos: te harán más aburrido en vez de menos y no están pensados --como la uva y el grano-- para animar a la compañía. Ten cuidado a la hora de ascender demasiado hacia el escocés de malta: cuando viajes por países duros no será fácil conseguirlo. Ni se te ocurra conducir si has tomado una gota. Es mucho peor ver a una mujer borracha que a un hombre: no sé por qué es cierto, pero lo es. Nunca seas responsable de ello.
Christopher Hitchens, Hitch-22